El Baúl Nórdico Vol. 4

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ÁNGELES DEL UNIVERSO; la clarividencia del loco

de Friorik Thor Frioriksson

La sutil barrera, si es que existe, entre la cordura y la demencia muchas veces se rompe en unos instantes. Tampoco sería de extrañar que estuviéramos constantemente cruzándola sin saberlo. Siendo la condición humana tan frágil, cierta inestabilidad emocional y un par de golpes mal encajados nos pueden mandar en cualquier momento al otro lado, es decir, al de los dementes “oficiales”. El director islandés Friorik Thor Frioriksson, partiendo de la acertada premisa de que todos padecemos algún tipo de trastorno en mayor o menor grado, y que es cuestión de suerte o de adaptación no acabar meando fuera del tiesto, logra en “Ángeles del Universo” involucrarnos en el dramático proceso que conlleva el tránsito del mudo exterior al manicomio.

De ritmo fácil, esta coproducción escandinava, a partir de unos originales diálogos que incitan a la reflexión, traza la trayectoria de los seres que a pesar de haber llevado una existencia acorde a la normalidad, terminan sucumbiendo ante sus propios abismos , incapaces de encontrar algo válido sobre lo que equilibrar su vida. Las charlas entre “locos” que salpican toda la película, provocan que nos planteemos, sin ánimo de efectismo ni demagogia, si realmente la clarividencia es más asidua de los manicomios que de nuestro hábitat diario. ¿Es la locura en esta vida una evidencia de desdén hacia el mundo y por lo tanto una demostración de progreso espiritual?. ¿Por qué esconderse entre la masa es sinónimo de estar mentalmente sano?. Cuestiones de esta índole son las que nos plantea “Ángeles del Universo”.

Friorik Thor Frioriksson, elabora un trabajo brillante, haciendo uso de una planificación independiente, fiel reflejo de los estados mentales de sus protagonistas. Capaz de mover emociones y provocar todo una gama cromática de sentimientos, los personajes principales, a pesar de sus arrebatos, rozan la pureza de los que han roto los frágiles hilos que les hacían pender sobre la tierra, y ya no saben si pertenecen a esta vida o a la siguiente.

Entre los elementos fílmicos menos conseguidos podemos citar un uso recurrente de la música y una fotografía plana, demasiado “limpia” y poco contrastada, lo que resta carácter al argumento, pero lo hace más accesible y vistoso para el público en general. Como nota curiosa, decir que esta producción ha sido calificada como la versión islandesa de “Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco” . Nada más lejos de la realidad, a mi modo de ver, no hay una censura directa a las instituciones sanitarias. El film del director islandés no es otra cosa que una bella metáfora sobre los ángeles que deambulan extraviados por nuestra realidad, con las alas cortadas, y que provocan recelo y lástima en el común de los mortales.

Melmoth.

29/01/2010

Sweet Corner Vol. 43

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Extraños movimientos

Da la sensación de que el fracaso ilustrado, de que tanto eco se hizo la filosofía postmoderna de Habermas, Marcuse y compañía es ya es una realidad. Los ideales planteados en el siglo XVIII, que no buscaban más que la mayoría de edad del hombre, es decir, la autonomía sin tutores externos, se han derrumbando bajo el peso del estado del bienestar que tan azarosamente oscila sin capacidad de recomposición. Me asombro, cada vez que veo un telediario, que veo una película mediocre o, en definitiva, entro en contacto con el mundo audiovisual contemporáneo, cuando me hago consciente de los interminables motivos de alarma que nos rodean sin que seamos capaces de reaccionar.
Lejos de alcanzar la consabida proclama kantiana del “sapere aude”, el atrévete a saber, estamos siendo domesticados bajo los lemas publicitarios que desde todos ángulos nos acechan. El trascurrir vital parece estar convirtiéndose en pura mercadería sin mayor pretensión que el lograr una posición o el último juguetito electrónico de moda; no pasa nada, a nuestro alrededor se hace y deshace sin que nadie ponga límites a la clase dirigente. Pero qué es lo que sucede cuando nuestra situación fluctúa, cuando nuestra posición privilegiada comienza a peligrar debido a nuestra propia inacción. Pues que comienza la paranoia, la caza de brujas y todos los bandos buscan hacer cargar con el muerto al contrario. La crisis económica es una realidad, y está convirtiéndose, en mi opinión, en caldo de cultivo para movimientos radicales que buscan su espacio en el panorama social.
Tengo la certeza que la radicalización de algunos sectores está, ahora que estamos de capa caída económica y no todos podemos acceder a los objetos de deseo que marcan tendencia, siendo más patente que hace unos años. Cuando la bonanza nos ampara no pasa nada, pero cuando llegan las vacas flacas se hace necesario el buscar culpables. Como llevamos una buena temporada de recesión intelectual, en la que prima la información rosa, la desinformación y el sensacionalismo, no sabemos como reaccionar. Y son precisamente los reaccionarios los que ponen su mecanismo a trabajar. El terreno está abonado con una buena dosis de incultura, regado con problemas económicos (que parecen ser los únicos que nos importan) y sólo queda el toque maestro que incluya un poco de odio a esta maravillosa cosecha.
Acecha una especie de sentimiento regionalista autoritario con tintes nacionalistas de baja estofa racional. Los que antes eran pequeños grupos de extrema derecha, están hoy por hoy, calando fuerte en la sociedad y aparentan proteger nuestro amado pastel económico de las hordas inmigrantes que llegan para arrebatárnoslo. Los ejemplos surgen por doquier, y ahora que estamos con complicaciones, toda la solidaridad y espíritu globalizador de que antaño hacíamos gala ha desaparecido. En Francia, sin ir más lejos, la más terrible de las amenazas se cierne con Le Pen a la cabeza; Italia, por supuesto, no le está a la zaga con su política de caza del negro y el gitano que se viene sucediendo en los últimos tiempos; en Austria, se ha prohibido la edificación de minaretes en las ciudades, esto por supuesto respaldado por un amplio espectro social; como no podía ser de otra manera, España se ha subido al tren de intransigencia y se ha prohibido en la población de Vic, empadronar a aquellos inmigrantes sin papeles que recalen en la comunidad. La explicación televisiva de este último ejemplo, vino de la mano de uno de los protagonistas de esta propuesta, el razonamiento es sencillo: No vamos a permitir que gente que no pueda desarrollar un trabajo se beneficie de nuestro sistema sanitario y educativo. Es decir, vamos a dejar que esta gente que vive en la más absoluta de las miserias, realizando tareas que no deseamos con una remuneración paupérrima, continúe ocupando su escalón social sin dar oportunidad a que su descendencia a que salga de este atolladero. La traducción a toda esta palabrería está en el terror, nuestro país está conformado por un amplio grupo de iletrados que sigue los designios de cuatro cabecillas que tienen pavor a que les quiten lo que consideran es suyo: el estado de bienestar que nosotros mismos estamos destruyendo por nuestra inoperancia política.
Creo que es época de reflexión y de apoyarnos, la división latente me resulta peligrosa y cada vez más evidente. Ya veremos cómo acaba esto, pero cada día la moderna sociedad liberal se acerca más a los caducos regímenes totalitaristas.

Nacho Valdés

THE ROAD: Por la ruta interior del camino afín

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El camino que despunta en nuestro horizonte, nos sirve de guía para avanzar, nos ayuda a levantarnos cuando tropezamos, y cuando observamos hacia atrás no damos cuenta de todo el itinerario que hemos transitado, regocijándonos de lo otro y aquello.
De todos esos caminos, por todos aquellos lugares transitados, hay uno que destaca porque se mantiene afín a tus circunstancias, pegado a ti para siempre: aquella ruta interior que elegimos para trazar el recorrido de nuestras propias vidas.

The Road se desenvuelve entre este y aquél, decidiendo a cada paso la dirección que un padre y su hijo deben tomar para sobrevivir. El contexto es un futuro apocalíptico, un mundo desmembrado por un cataclismo sin causa, donde ya no existe ningún ser vivo que se mantenga en pié, árboles que se desploman, quemados y secos, vacíos bosques de naturaleza animal, mientras la tierra tiembla a cada momento.
Es aquí donde se hace más fuerte la ruta interior, la defensa de la integridad entre un aciago paraje, que desprende olor a enfermedad y muerte, y cuyo principal enemigo, vuelve a ser la especie humana.

La fuerza de la película radica en el hecho de exponer a los personajes a una situación adversa, y cuyo ímpetu interior significa aún más su capacidad animal, hasta el punto de matar o morir.
Pese a que narrativamente se apega a una línea de conflicto única exterior, el film se ve salpicado por personajes bien trazados, con interpretaciones fieles a la descripción contextual y psicológica de los ambientes, donde los conflictos interiores superan los enfrentamientos con el entorno que les rodea.
En esa línea, la dirección de fotografía que Javier Aguirresarobe desarrolla, supone un aliciente más donde la película se sostiene firmemente, con grises densos en los cielos, en la naturaleza, artificiosa y putrefacta. Se subraya el hecho de que a la condición inodora de nuestra disciplina cinematográfica, la fotografía contribuye para orientarnos de manera fragante en cada plano con el desagradable aroma de un mundo enfermo.
Del montaje, claramente lineal aunque con ciertos flash-back implantados durante la narración, únicos momentos de desahogo del film, se suceden situaciones donde la cámara se mueve con cierta solvencia, y enormes encuadres por donde transcurren los personajes principales. El ritmo pausado e interior de los encuadres, se salpica con un ritmo externo que en momentos agoniza de excelso.
Es quizás en el sonido, donde flaquea la cinta; excesivamente retórico, manido en ciertos momentos, y artificioso en otros, pese a que en líneas generales demuestra un acertado uso de la sutil música. Por eso desmerece incluso más, la exagerada base de sonidos ambientes.

Cuando lo peor no es la muerte, te tienes que preparar para matar; quizás para asesinarte, aprender hacerlo con aquello que tengas a mano, constituye la única fuente de alivio en el mundo terreno. Es en los sueños, antiguos sin duda, donde se evoca un pasado sin desgracia y miedo; donde aun las estructuras sociales funcionaban enclavadas en la naturaleza, aquella fuerza incontrolada que un día el hombre llegó a dominar.
Es por ello que lo único que te mantiene con vida es proteger a tu hijo, quizás por eso mantienes la esperanza de encontrar tu redención, en el camino hacia el sur.


Giorgio
28/01/2010

Sweet Corner Vol. 42

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Inmersión profunda

Uno de los lugares por descubrir, sorprendente por su cercanía y cotidianidad, es el propio ser humano. Resultamos ser, a muchos niveles, sumamente desconocidos para nosotros mismos. Éste, entre otros, ha sido el motivo por el que las disciplinas antropológicas han tenido, y siguen teniendo, vigor e interés para los individuos. Nos desconocemos y encontramos en los demás, es en el espejo del otro, en la alteridad, donde se rompen nuestros esquemas y descubrimos las inmensas lagunas cognoscitivas que se encierran en nuestra propia naturaleza. En el plano biológico, amén del aspecto neuronal, está el tema más controlado; sin embargo, percibimos grandes dificultades y disparidad de opiniones cuando se tratan asuntos sentimentales. En este aspecto, resulta increíble la discrepancia de opiniones, corrientes y pensadores que han tratado este asunto desde los más diversos prismas.
Una de las características de la emotividad es que es transmisible, se puede empatizar con los sujetos, incluso sin necesidad de utilizar el lenguaje oral o escrito, uno de los mecanismos es mediante la producción artística como medio de comunicación de un estado de ánimo. Es en este punto donde el creador, el ser humano que con elementos ajenos a él construye un objeto artístico, consigue llegar con mayor calado al oscuro reino emotivo de sus semejantes. El cine como expresión no queda al margen, de hecho, considero que sus recursos narrativos prácticamente inagotables se convierten en un manantial del que no para de manar un torrente de universalidades y particularidades con las que nos podemos identificar. Universalidades, en tanto en cuanto todos participamos de una misma naturaleza, de la que por supuesto el creador no puede escapar. En su oficio dejará parte de esos elementos con los que coincidimos, aquellos que conformar parte de nuestra esencia e identidad. Particularidades en el sentido de que el ser humano, al contrario de otras especies animales con un comportamiento menos variable, es un ser arrojado a la decisión. O lo que es equivalente, debe disponer entre las múltiples opciones que se le presentan y, de esta manera, ir forjando su carácter al tiempo que se inclina hacia una u otra dirección. Es por tanto, el oficio cinematográfico, espejo del tiempo, sociedad y sujetos que lo componen.
Desde otro punto de vista, siguiendo la línea antropológica, el cine, como producto, también supone un apoyo para la investigación. Ésta es otra de las maneras para llegar a los individuos y sus rasgos, a través de la investigación de los objetos que componen su legado cultural e incluso cotidiano. Queda patente que, en este caso, el objeto, es bastante más complicado que una punta de flecha o los vestigios de un antiguo enterramiento, pero finalmente cumple con su función de cara al investigador. Los objetos de estudio quedan empapados del carácter de su creador, de nuestras dimensiones creativas, productivas e incluso sentimentales, en el caso de la producción artística. Supone, de esta forma, una ventana social, del mismo modo que puede resultar de ayuda una excavación arqueológica que permita dilucidar los modos de vida de los sujetos del pasado. Todavía no existe la arqueología aplicada al cine, pero con toda seguridad, a través del legado cinematográfico de las distintas culturas y épocas, se puede hacer un repaso a los cambios sociales acaecidos a lo largo del siglo anterior.
Es, evidentemente, una ayuda de primera mano para conocer estos misterios que nos rodean, una manera de bucear en aquellos aspectos de la humanidad que menos están sometidos a reglamentación y metodología. Por este motivo, por su frescura, diversidad de lenguajes e infinitas posibilidades técnicas, el trabajo cinematográfico se convierte en un agujero desde el que podemos escudriñarnos y hacer una auto-reflexión acerca de aquellos rasgos que nos definen como un cierto ser vivo dentro del reino natural.

Nacho Valdés

El Baúl Nórdico Vol. 3

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PERSONA; “las peligrosas simas de la conciencia”

de Ingmar Bergman.

Los planteamientos heterodoxos y el rodaje “experimental” en cine suponen siempre una riesgo para el espectador. Para evitarlo en parte es conveniente que valoremos a priori la honestidad y la capacidad creativa del realizador cuya obra vamos a visionar. Así evitaremos el fraude de vernos sumergidos en una película extraña sin más intención que resultar “distinta” a la norma. En el caso de Ingmar Bergman no hay motivo para la desconfianza, puesto que cualquier distancia que tome respecto a la línea recta está justificada.

“Persona” está sujeta a multitud de interpretaciones, perfectamente válidas, que pueden variar perfectamente desde lo onírico a lo literal, pasando por la metalingüística del cine. Con una presentación hiriente, la sucesión de imágenes inicial, rápida e inconexa, provoca incomodidad y desasosiego. Las influencia de las teorías freudianas sobre el director sueco resultan evidentes, pues la búsqueda de las figuras paterna y materna y una fijación constante con la dudosa frontera que separa la sexualidad del afecto, propicia que sospechemos que las dos protagonista navegan por el bajo perfil del inconsciente.

Introspectiva hasta el extremo, cruda y sin concesiones, “Persona” , más allá del pretexto de la narración, se sumerge en los abismos del alma humana, o para ser correctos, en el subconsciente, pues a pesar del uso común, estos términos son antagónicos. Bergman considera en esta filmación la tragedia como un hecho intrínseco a nuestra especie. Las inmensa trincheras que separan lo que realmente somos, de lo que queremos ser y de lo que proyectamos frente a la sociedad, provoca un conflicto interno que puede arrojarnos a la locura. Sepultados en nuestras fobias, incapaces de esquivar nuestros demonios, Bergman concibe la existencia como una lucha constante que sólo cesa con la muerte.

“Persona”, a su vez, es una producción de una carga erótica latente, con una constante insinuación lésbica, de connotaciones más bien afectivas en lo que se refiere a los personajes, pero algo más mórbida desde la perspectiva del espectador. Interesante resulta también el efecto que tiene el uso del silencio por parte de la protagonista principal –Liv Ullmann-. Las personas que se sumergen en él por propia decisión, acaban adquiriendo un aura de infranqueabilidad y de misterio que llega a mellar la paciencia y los sentimientos del prójimo.

Escuálida en la representación de la realidad externa, con un ínfimo detalle en los objetos materiales, prácticamente solventada en un par de localizaciones y con una cifra testimonial de actores, la creación del director escandinavo adquiere peso a partir del guión y de la interpretación. Hablar bien de la fotografía en una película de Bergman es una redundancia estéril, porque además “Persona” se sustenta en la idea, no en la forma. Y esta “idea” está demasiado sesgada como para que podamos realizar una lectura objetiva de esta película, teniendo que conformarnos con apreciarla desde el ángulo en el que incida sobre nosotros.

Melmoth.

16/01/2010



Fuente: Youtube

Sweet Corner Vol. 41

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Recesión intelectual

De sobra ha sido comentada la influencia en el mundo actual de los medios audiovisuales para lograr cambiar el destino y opinión de las personas y sociedades. Resulta alarmante, cuando menos, la manifiesta agresividad con que se pueden utilizar estos recursos con fines poco claros y lícitos. Flagrantes son los casos o, por lo menos, a mí me lo parece. Lo curioso es que la masa social no comparte mi opinión y cae bajo la tela de araña que se teje con fines oscuros y con deseos privados de crítica destructiva; ya lo he dicho en multitud de ocasiones, no soy más inteligente, ni más preparado que los demás, pero en ocasiones me siento en una isla desierta cuando me hago cargo de la forma de actuar de mis congéneres. Sé que no estoy solo, que me acompañan desde la lejanía, aunque nuestras voces se ahoguen en el rumor de fondo que barre el espectro catódico.
“Verdades como puños”, es la expresión más cacareada y repetida de los últimos tiempos. Como un taladro me he visto obligado a escucharla una y otra vez para hacer referencia a ciertos canales que utilizan la destrucción como emblema, y la crispación como lema. La consigna es: Destruye, que algo recogeremos. No sé el motivo, mas puedo llegar a imaginármelo. Se está produciendo una ofensiva audiovisual desde la derecha, aparentemente moderada, en pos del bocado electoral que tanto añoran y que hace tiempo perdieron. No quiero con ello defender al gobierno actual, no vaya a ser que se me acuse de proselitismo, pero sí que resulta patente la falta de capacidad de la izquierda española para organizarse, cerrar filas y vencer a la caterva de pseudo-intelectuales que diariamente largan su monserga para aquél que desee escucharla. Yo pensaba que eran pocos, que unos cuantos descarriados ignorantes eran los que ayudaban a levantar este tinglado, pero cuán errado estaba, son legión y se multiplican como esporas.
Debe ser que la derecha más efervescente, la que más ruido hace sin necesidad de decir nada, se ha unido en un intento radical de tumbar al gobierno por las únicas armas que reconocen: la violencia. Tenemos que, al menos reconocer, que se trata en este caso de fanatismo verbal y que no es de tránsito obligado, sino que cada cual se lo administra como bien sabe o puede. He aquí el problema, el personal está inoculándose enormes dosis de estremecimiento social que no lleva más que al miedo y el odio, el riesgo de sobredosis sobrevuela el ambiente. La fractura, sufragada por dosis económicas de la rancia aristocracia social, está servida.
Lo problemático de este asunto es que se hace apología de la destrucción, de la pérdida del diálogo y soluciones. El caso es desarbolar, desarmar y después ya se verá qué se hace con las migajas restantes. Eso es lo que se van a encontrar, dos facciones enfrentadas frente a un plato roto rebosante de restos rancios. Como combustible unos sencillos ingredientes: sofismas, falta de recursos y remedios, diatribas encendidas, falsos ídolos revestidos de pan de oro y, sobre todo, ignorancia a raudales. Sí, esto es lo que alimenta la caldera social a punto de estallar, la falta de conocimiento y sentido común con el peligrosamente juegan estos, en apariencia, reputados pensadores y comunicadores. Tengo la certeza de que la mayoría del público que se nutre de los alimentos descompuestos lanzados desde el escenario no tienen ni la más remota idea de la manipulación a la que están siendo sometidos, de la falta de tacto con la están siendo tratados y de la ausencia de escrúpulos con la que están siendo sometidos al nuevo orden social que lucha denodadamente por hacerse un hueco. Se necesita colaboración, diálogo, dialéctica y esquivar la violencia del signo que sea. Después, en las urnas ya se hablará, pero la destrucción por la destrucción, para que prevalezcan ciertos valores patrimonio de cierta clase social no puede llevar más que a la descomposición social. Espero, y lo digo en serio, que todos aquellos que ven canales como Intereconomía, lo apaguen por un momento y se dediquen a la lectura de un buen libro, que no sea por supuesto de Don José María Aznar o de Jiménez Losantos, aunque ya quedaba claro con el apelativo de “bueno”.

Nacho Valdés

El Baúl Nórdico Vol. 2

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LA VIDA DE BOHEMIA; “en el rebaño o en la cloaca”

de Aki Kaurismäki

Es innegable la atracción que provoca la vida bohemia. Como simulacro existencial es un referente para muchas personas de clases acomodadas. El desorden, la genialidad, la improvisación y un determinismo fatalista y romántico es algo que a casi todos nos gustaría poseer. Afrontar el mundo con esta actitud teniendo las espaldas bien cubiertas es un bonito juego actoral. Pero la mayoría de los “hombrecillos” que ahora lo practican, afortunada o desgraciadamente, ni tienen talento, ni pasan hambre ni terminan muriendo de tuberculosis. Del infantilismo al verdadero carácter trágico media una profunda distancia.

La “Vida de Bohemia” es una adaptación de la novela del mismo nombre de Henri Murger, escritor francés del siglo XIX. Predicando con el ejemplo murió antes de los cuarenta años, de tuberculosis, tras haber visto fallecer a su gran amor, una prostituta que merodeaba al igual que él por los bajos fondos parisinos. Pero excepcionalmente pudo contarlo, pues alcanzó la fama y el éxito mediada su corta existencia. Recreando la historia y transcribiéndola un siglo y medio más tarde, el director finés Aki Kaurismäki, usando un elenco mixto entre actores nacionales y franceses, consigue trasladar con éxito la esencia de la bohemia a los tiempos presentes.

Las andanzas de tres amigos vocacionales del mundo del intelecto y de la decadencia y de sus respectivas, fugaces y desgraciadas mujeres, sirven como base para presentarnos los interiores de este modo de vida. El realizador nórdico mediante una fotografía en blanco y negro de un contraste extremo, consigue dos objetivos fundamentales, dramatizar y descontextualizar la acción. Creando un microcosmos propio, sospechamos que estamos en el París de los años noventa debido a que vemos circular vehículos modernos, puesto que los cuchitriles, buhardillas, lenguaje, indumentaria y modos que se gastan los protagonistas principales, son más propios del siglo XIX que de décadas recientes. Resignados y orgullosos de ser como son, al margen del mundo exterior, gastando el poco dinero que consiguen con su talento en cuestiones que no ayudan a su bienestar material, el trío mágico de bohemios nos enseña a vivir al borde de un estado catatónico, incapaces de terminar de hundirse totalmente y predispuestos a desaprovechar cualquier circunstancia que les facilite llevar una rutina “decente” y útil para la sociedad.

En “La Vida de Bohemia”, las tres grandes ramas del arte –acordes, pincel y pluma-, están representadas por un personaje concreto. Antiguamente los artistas e intelectuales solían frecuentar la corte y obtener un prestigio acorde a su valía. Sobre todo después de la Revolución Industrial, los creadores y mentes privilegiadas se reciclaron como habitantes de las cloacas y las tabernas, el lugar adecuado en la coyuntura actual para aquellos que no saben crear más que cosas imperecederas, pues la caducidad inmediata es lo que marca tendencia últimamente.

Aki Kaurismäki logra perfectamente su cometido a partir de un brillante guión. Sin virguerías en la planificación, usando una estética visual típica del cine negro americano, crea el marco estético adecuado para sumergirnos en los claroscuros de un “modus vivendi”, que aúna los más sórdido y los más sublime, realizando una acertada síntesis de la tragicomedia intrínseca a nuestra especie.

Melmoth

08/01/2010

THE MESSENGER: Sensibilidad aciaga en el contenido del mensaje

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Los canales para transmitir el contenido de un mensaje, son variados y diversos, siempre determinados por las connotaciones del mismo, como ejemplo de doctrina moral y ética.
Ejemplifica la norma, la transmisión oral, y la enaltece el hecho de que nuestro interlocutor se encuentre frente a nosotros; un cara a cara que posiciona la mirada lejos del altavoz por donde emanan nuestras palabras, para ubicar aquélla hacia los ojos que claudican frente al atento oidor.
La cadencia y la entonación de nuestra voz al pronunciar las palabras adecuadas, sufre variaciones casi contantes, medidas en el mejor de los casos, fruto tal vez del nerviosismo, del control sobre éste, de la fatiga o animadversión hacia el mensaje.
The Messenger versiona la actitud del que ejerce de intérprete del dolor, aquel que se encarga de notificar los fallecimientos de los soldados americanos a sus propias familias.

Sólo un beep separa la intranquilidad forzada de la vida de los dos mensajeros. Fortificados entre su rutina, ejercitan su cuerpo a voluntad, para salir descalzos a la realidad civil, ajena a la actividad militar. Al llegar el beep, el soldado, mensajero y sabedor de su cometido, emprende el camino hacia la tranquilidad sosegada de su propia realidad, pese a llevar consigo noticias tristes.
Sobre la mesa ambos manifiestan actitudes contrapuestas, ambiguas y rozadas en el extremo final. Su necesidad es el dolor de las familias. Una orden que deben cumplir, repleta de protocolos agrestes, que inundan el lado racional de los soldados, para evitar sentir; firmes, sin titubear, transmitir y volar, añadiremos una salvedad: no se dejen tocar por el familiar notificado.

Tomando como punto de partida la actual vida de un soldado herido en combate, un héroe de carne y hueso, con secuelas físicas y psíquicas, Oren Moverman rellena de contenido psicológico un trámite particular, reflejado como tal en los manuales militares. El director, concede a sus protagonistas la cualidad de sentir, de llorar, de amar, ofreciendo un cruel retrato de lo que conlleva matar y morir. Para ello, no duda en ofrecernos un estilo documental, abierto en movimiento, sólo parado cuando los dos personajes habitan solos, como residuos sin quehaceres.
En una lucha desigual, los dos personajes se enfrentan por sobrevivir a su actividad, con cinismo y silencio como armas lacónicas e insólitas.

Gran trabajo en la construcción de las historias que existen detrás de los soldados muertos, implacable montaje lineal, intercalando cada plano de manera cortada, sin dejar lugar a la calma. No hay mejor forma de plantear la hipocresía y el cinismo, que planteando situaciones extremas entre personas humanas. ¿Cómo trasmitir un mensaje tan cruel sin hacer daño, sin quedar afectado por la reacción de tu semejante?

No hay peor sensación que aquella que se siente con la mentira y la falsedad. Quizás por ello, The Messenger ofrece la respuesta que todos conocemos pero que casi nadie es capaz de expresar: la decepción.



Giorgio
04/01/2010