Sweet Corner Vol. 63

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Le feu follet
Nada más adecuado que el título de la película de Louis Malle para ilustrar lo que, desde mi punto de vista, supone la última película del consagrado Leonardo DiCaprio. Con una idea atractiva, un equipo y unos medios inconmensurables la película Origen, que dirige Christopher Nolan, se queda en una inmersión superficial en lo que podía haber sido un enorme proyecto.
Tomando como referencia la idea romántica de La vida es sueño de Calderón, el señor Nolan fabrica un guión que a priori podría resultar más que atractivo, pero que en la práctica no deja de ser un conjunto de convencionalismos que no pretende más que tocar por encima el que podía haber sido un filón inconmensurable para la realización de una película que podía haberse convertido en inmortal. No sé si pretendía hacer otra cosa y sufrió el tijeretazo del mundo de Hollywood, o simplemente que este atractivo autor únicamente quería reunir un enorme reparto para la realización de un golpe comercial que diese espaldarazo a posteriores trabajos. El caso, es que lejos de explotar el potencial del mundo onírico que nos presenta, todo queda supeditado a una acción trepidante que llega a cansar por repetitiva y, eso sí, a unos increíbles efectos visuales que suponen el mayor aliciente del film. Actuaciones correctas, empaque perfecto y una buena idea que no trasmiten más que el hastío de lo que podía haber sido y no fue.
La intachable trayectoria del señor Nolan sigue imparable su ascenso hacia los altares de la dirección comercial. Tras la valiente Memento este director y guionista se ha metido en la complicada faena de hacer cine para la masa sin renunciar, eso hay que decirlo, a un sello personal que dota a sus realizaciones de un estilo que se eleva sobre la media de mediocridad actual. Eso es lo que pasa con Origen, ejemplo más que evidente de los derroteros por los que quiere deambular el autor. Supone, de entrada, una más que seductora propuesta de cine con cierto calado intelectual aunque con el cuño de los grandes estudios. Sin embargo, tras un comienzo esperanzador, la cosa acaba mutando hacia el cine de acción más ampuloso. Apoyado por unos efectos visuales novedosos, los protagonistas y situaciones acaban doblegándose a los clichés más evidentes de este tipo de género. Los personajes acaban siendo planos y redundantes y conforman, el típico grupo en el que cada uno es especialista en su propio campo. No falta el héroe atormentado que vence a su destino, la mujer fatal que no renuncia en su empeño de hacerle la vida imposible, la joven aprendiz, el vetusto maestro y unos cuantos secundarios más que se aferran con desesperación al triste rol encasillado que les ha caído en gracia. El largometraje, tras un buen comienzo en el que pacientemente se nos explica (sin caer en demasiadas concesiones) lo que se avecina, torna hacia veredas trilladas. Tras el efusivo primer cuarto de hora, nos llega otra segunda explicación más redundante para, por último, acabar con una ensalada de tiros y muertes en los que se mezcla realidad y el mundo de los sueños con arbitrariedad para, de esta manera, tener al espectador pendiente de las cuatro trampas que el guionista ha ido urdiendo hábilmente. La historia que apuntaba a ser la principal se queda en un segundo plano y desaparece por completo para, con un giro de guión, recuperarla en última instancia y traerla por los pelos hasta la despedida estafadora que propone Christopher Nolan.
No sé porqué me vino a la cabeza la película de Louis Malle para titular este escrito, pero después de darle unas cuantas vueltas he conseguido deshilachar la conexión que presentan ambos films. Lejos de pertenecer al mismo género, al mismo estilo o la misma época permiten hacer una analogía que creo puede dejar las cosas en su sitio de manera definitiva. Mientras Le feu Follet nos presenta una pequeña idea que se hace grande y engancha al espectador, Origen presenta una gran ocurrencia que acaba dejando un poso de indiferencia y olvido inmediato. Queda claro, para mi gusto, que en muchas ocasiones se cumple el dicho de que “menos es más”.

Nacho Valdés

3 comentarios:

laura dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. La película aprueba por lo pelos, la idea es muy interesante pero no consiguen desarrollarla bien y termina siendo una película de acción. No me acabo de creer a los personajes y se acaba haciendo muy larga. Aunque para mí lo peor fue el doblaje, si no la habéis visto os recomiendo que lo hagáis en versión original o estaréis toda la película pensando en el acento de Marion Cotillard.
Gran crítica aunque seguro que Víctor discrepa.
Un besazo.
Laura.

raposu dijo...

Creo que todos (menos Uno) pensamos lo mismo de esta película, aunque tú lo cuentas mejor. Lo que no sé es si Uno ha visto cosas que los demás no alcanzamos, ha ignorado otras que a los demás nos hieren la sensibilidad o simplemente había comido demasiados chipirones. Espero impaciente a ver si sus explicaciones escritas nos iluminan más que las verbales.

Giorgio dijo...

La desdichada condición del cineasta de Hollywood.
Para mí esta película representa eso.
Al planteamiento bestial, se le une una puesta en escena muy efectista pero que resulta tremendamente eficaz.
Es curioso que C. Nolan decida llevar el film hasta terrenos tan pantanosos, teniendo en cuenta las películas que preceden a ésta y de su misma filmografía.
Recordad: Following, hablaremos de ella.

Saludos.