En el recuerdo de la narrativa cinematográfica, el uso del flash back posibilita dar una vuelta de tuerca a la línea de tiempo de nuestra historia, para no comenzar desde el principio sino desde la mitad, o quizás desde instantes antes del final.
Pero cuando lo que cuenta la historia, es un hecho cotidiano, dentro de las vicisitudes que emergen en el interior de la vida de una pareja, como tal, y en cada uno de los dos integrantes de la misma, por separado, el salto temporal incita a pensar en grandes alborozos y espectaculares momentos de tensión y acción; en Blue Valentine no es el caso, todo lo contrario al uso habitual de este recurso, manido en su ortodoxia, resulta original y efectivo cuando algún cineasta utiliza el viaje temporal para contar sin más: perfilar el personaje en la medida que el tiempo cinematográfico avanza consigue acercarnos emocionalmente a cada uno de aquéllos.
Es así como se construye una historia, una película sin alardes esperpénticos ni argucias del montón, que no introduce ni un ápice de acción, más que la justa, ni un gramo más de tensión y dolor, solo el necesario: la clave es sumar, aportar ingredientes que permitan confeccionar una buena historia.
Desde aquí casi siempre me he dirigido en términos técnicos, ajustando mi lenguaje para hacer accesible las técnicas cinematográficas a los más profanos, para desvelar algunos entresijos sobre éstas. Hoy me destapo como un defensor de la historia, de aquello que se quiere contar y de cómo hacerlo, a partir de un buen planteamiento, todo responde, destaca y se percibe como un todo cinematográfico que tiene un reflejo en el espectador, de manera inmediata: el contacto emocional entre aquel que ve y aquél que crea.
De la historia, poco; una pareja, joven, con una hija, apasionados y emocionalmente cerca, van alejándose hacia el futuro desde el presente, aquél que tiempo atrás les vio tan cerca. Para refrescar su relación acuden a uno de esos moteles con habitaciones temáticas: eligen la futurista. Con un planteamiento así, qué puedes esperar: mucho, creedme.
Giorgio
28/02/2011