El Mirador Del Este Vol. 2

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CENIZAS Y DIAMANTES : LA ETERNA DISYUNTIVA
de Andrzej Wajda.


Polonia 1945. Tras la retirada de las tropas alemanas el país tiene que afrontar ahora luchas internas. Sin un gobierno real y bajo la amenaza de una intromisión comunista, las intrigas y las motivaciones de toda índole tienen lugar en una nación desorientada y con facciones opuestas. Andrzej Wajda, unos de los mejores directores a nivel mundial de postguerra, efectúa un retrato pesimista y por momentos esperpéntico sobre su país justo tras la recuperación de la independencia.

Un joven que ha luchado varios años en la tenaz resistencia polaca, ejercida en buena parte bajo el asfalto de Varsovia, recibe órdenes para atentar contra la vida del Secretario General del Partido Comunista, en una lucha encubierta por delimitar las directrices que marcarían el destino polaco en los años posteriores. Un error de identificación en su labor conllevará la muerte de inocentes y el posterior y casual encuentro de ambos en un hotel de una ciudad anónima, seguramente Varsovia, donde tendrá una nueva oportunidad de cumplir con el objetivo establecido.

Con un fisonomía clásica, muy similar en lo técnico y lo estético al cine americano de los años cuarenta y cincuenta, Wajda realiza simultáneamente una aproximación a la convulsa y postheróica realidad polaca y a las motivaciones del individuo, tomando como referente básico al protagonista principal. ¿Podría algo tan intenso y la vez tan relativo, por no decir gaseoso, como el amor cambiar en unas horas el destino de un ser humano?, ¿puede servir de aliento vital al “pecador” , para guiarle en su reconversión?. La constante disyuntiva del ser humano entre el bien y el mal quedará aquí latente, siendo lo primero representado por el amor y lo segundo por el asesinato: el diamante o la ceniza.

Cargado de simbolismos religiosos y literarios, quizá algo maniqueos pero no por ello menos hermosos, el film de Wajda explora en los sentimientos humanos y los contrapone a la realidad exterior, evidenciando que lo que rodea al hombre lo hace muchas veces peor de lo que potencialmente es. Con notable sencillez narrativa y pese a lo mediocre y teatral de algunas interpretaciones –el actor principal no daría la talla incluso en una película de alienígenas de Ed Wood- se van entrelazando historias, en las que salen a flote las distintas motivaciones de nuestro género y se realiza una crítica despiadada a los poderes fácticos y carroñeros de una país devastado por la guerra, saciado de muertos y heroísmo y completamente desbordado ante su futuro inmediato.

MELMOTH

GRACIELA ITURBIDE: La desnaturalización de la muerte con vista de pájaro

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Uno de los aspectos de la vida del ser humano que mejor retrata la fotografía, es la cesación de la vida, esa separación del cuerpo y el alma, en términos cristianos, que el pensamiento tradicional camufla entre bastidores; estando entre nosotros, aunque dejándolo correr.
La actitud de las personas ante este hecho, es lo que varía sustancialmente, motivada por candados culturales y clichés artificiales, generados todos en torno a aquello que consolida el final del recorrido humano: la muerte.

Cuando me dirigía hacia la exposición de Graciela Iturbide, leía en el suburbano madrileño un libro sobre montaje cinematográfico, En el momento del parpadeo, de Walter Murch, en el que se esgrimían razones de peso para argumentar que uno de los mejores instantes para el cambio de plano tiene lugar cuando el actor parpadea. Es curioso que sea la mirada del actor, lo que condiciona la buenaventura en cada corte, asemejando el ritmo fílmico a nuestra propia forma de ver la vida. Quizás por ello los ojos, y por ende, la mirada de estos, determinan en buena medida la percepción de aquello que vemos.
Acercándonos con precisión a las fotografías de Graciela Iturbide, nos damos cuenta que su destreza radica en la forma que posee su mirada, aquella que desorbitadamente te envuelve en un entorno, previamente seleccionado y condicionado por su impresión.

Definitivamente, la primera fotografía que sirve de reclamo para la exposición, da un pequeño aviso del trabajo de la fotógrafa. Mexicana de nacimiento, su mentor fotógrafo, interpuso entre ella y el mundo una cámara de fotografía, para poder interpretarlo. De la muestra a la que asistí, dentro del conjunto de Photoespaña´09, pude apreciar el valor de una viajera, conocedora de diferentes lugares, que aparecen retratados con una distinguida y sutil manera de ver las cosas.
Alejado de cualquier elemento de distracción, y acompañado de un acérrimo consumidor de fotografías, mi atención, nuestra atención, se detuvo en el transcurso de una serie que tenía que ver, con la llamada dama negra. Aún ahora, mantengo mi distancia con ella, prejuzgando mi yo, mi cultura y educación, motivo por el cuál, presencié absorto lo que allí contemplaba.
La muerte se desataba delante de mí, entre aquellas fotografías distribuidas por la sala, tenue de luz, aunque suficiente para contemplar como la cultura mexicana, se desliza por el final de la vida con la misma naturalidad que lo hace en el principio de ésta. Disfrutan del fin, de la entrega del alma y el abandono del cuerpo, con una arrogancia digna de ver, digna de destacar y considerar; sobre todo porque le otorgan un valor, un añadido, que nuestra cultura carece, al menos a día de hoy.
Lo que muestra la fotógrafa es un cadáver, inanimado, abandonado en una calle, a la vista de todos; toda la zona enfocada reclama atención, el cráneo desnudo, limpio, exhala un grito mudo de inconsciencia. En palabras de Iturbide, la dama negra que tanto buscaba, se le presentaba de cara en aquel lugar, para que retratara la muerte.


Acompañando la serie, formando parte de esta, Graciela Iturbide rescata otra de sus obsesiones, buscando la unión entre las aves y las personas. Sus fotografías estiman una conexión psicológica, casi metafísica, que recorren al ánima humana para expresarse fotográficamente y en torno a esas dos dimensiones.
El señor de los pájaros, estimula el pensamiento, alejando los malos humores, deshaciéndose por entre el vuelo de las aves, que parecen sombras chinas, títeres dirigidos pero incontrolados; todo pesar.
Envolviendo la atmósfera plomiza, el arrugado cuello del hombre, se estira hacia arriba para olvidar, para entender si cabe, el aleteo inquietante de lo que acecha en el cielo gris.
Parece impropio, desprotegido de aquéllos aunque aliviado; la mirada del hombre parece no tener fin.


La exposición continuaba con series fotográficas dedicadas a paisajes y objetos, los cactus, lugares áridos, donde habitan indios que se sitúan en la mitad del tecnológico ahora y del artesano pasado, otras fronteras, parajes extraños, Bombay, Almería, Honduras, dedicados ambientes retratados por Graciela Iturbide.
La fotógrafa mexicana, recientemente premiada por el premio a la fotografía de Hasselblad (una de las mejores marcas de cámaras fotográficas de medio formato) desprende en su manera de captar lo que ve, testimonios al aire de lo que acontece a su alrededor, utilizando lo que siente para poner en consonancia cuerpo y alma.


Giorgio
27/08/2009

Sweet Corner Vol. 25

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Influencias

Característico, a mi entender, de los posados, públicos y privados, del primer cuarto del siglo XX, era el hieratismo y cierto aire de dignidad. Si se estudian fotos antiguas, es uno de sus rasgos el de la impenetrabilidad de los rostros que se contemplan. Evidentemente, en este tipo de pose, incurren los aspectos técnicos de la fotografía del momento, que exigía dilatadas exposiciones para plasmar la imagen. Aún con todo, en estos retratos se respiraba otra atmósfera diferente a la de la actualidad, otra manera de presentarse a la vida y, por añadidura, a los demás. El retrato, como algo extraordinario en esa época, era una especie de ventana que permitía al entorno escudriñar en el interior del fotografiado. Hoy por hoy, perdida la exclusividad, se convierte en algo vulgar que no invita a ese estudio, sino a la indiferencia.
Parte de los cambios que se producen en la forma de presentarnos a los demás por medio de la imagen, proviene de la cultura moderna americana que vanagloria al hombre hecho a sí mismo, el esfuerzo continuado que da como resultado el alcanzar la clase media tan ansiada y despreocupada. Tras la gran depresión, que como otros aspectos estadounidenses ha quedado retratado en su sociedad de la imagen, se impuso el modelo que individuo capaz de levantarse de sus cenizas para, con sus manos endurecidas por el trabajo, edificar de nuevo el país que se había derrumbado. La lenta recuperación dio paso a una visión inmaculada de las personas que integraban la sociedad, lo cívicamente permitido era el ideal familiar integrado por la solícita ama de casa, el esforzado padre de familia y los abnegados hijos que permiten vislumbrar un futuro prometedor. A pesar del interior podrido, se impone la vacua felicidad vendida por publicistas y estudios de cine, se vende un modelo al que caminar que dirigirá las mentes aborregadas de un país en estado de shock. Se intenta normalizar la terrible situación, se quiere imponer una forma de felicidad que antes no existía, un bienestar basado en la posesión de bienes materiales conseguidos a base de mucho esfuerzo. Hollywood, publicistas y televisión predican el consumo como llave de la paz interior, como solución a los problemas acaecidos, cosa que por otra parte era cierta, el consumo de productos internos, además de la II Guerra mundial, fue el punto de inflexión para lograr salir del atolladero.
Pero lo interesante no está en las medidas adoptadas por el pueblos americano para salir de su ruptura económica, lo realmente estimulante es el legado visual que nos han dejado y que nos afecta en la actualidad. Se inventó un modelo familiar, un modelo de pareja, un modelo de hombre y de mujer, en fin, se creo un mundo irreal basado en la pertenencia a un estatus y en la posición social que se medía por la cantidad de bienes que se poseían. A esto se sumaba la apariencia externa que, a pesar de sufrir interminables vaivenes y modificaciones, sigue siendo en esencia la misma. Esta forma de presentarnos ante los demás, tenía un acabado perfecto rematado por una sonrisa insoluble. El sonreír era la clave, la forma en la que mostrabas al mundo que eras feliz, que estabas satisfecho contigo mismo y con todo lo que tenías. Daba igual que estuvieses deprimido, hundido o arruinado, una buena sonrisa ocupaba la visión del espectador y desviaba la atención hacía esa felicidad sin contenido que caracteriza a las creaciones populares. Es decir, no se busca ningún tipo de satisfacción profunda, sólo tener unos dientes blanqueados que deslumbren cuando te muestres a los demás; la imagen se convierte, de esta forma, en el pasaporte para lograr los objetivos, dejando de lado lo que se encuentre oculto tras esa apariencia.
Creo que este, entre otros, es el motivo por el que casi siempre se sonríe estúpidamente en las fotografías.

Nacho Valdés

El Mirador Del Este Vol. 1

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THE BANISHMENT: LOS DEMONIOS DE LA INCOMUNICACIÓN HUMANA
de ANDREI ZVYAGINTSEV

Cambian los tiempos pero no la esencia, tal vez lo que nos rodea sufra transformaciones más o menos groseras, pero más allá del tiempo o del lugar, los grandes lastres de la condición humana se mantienen indelebles, por mucho que los insistentes y alienantes avances tecnológicos, la ilusoria sensación de libertad y un endémico positivismo pretendan hacernos creer que caminamos hacia nuevos horizontes. El hombre tiene un engranaje propio y sus grandezas y miserias son irrevocables e ineludibles. En la era de la masificación de la información, donde la comunicación entre nuestra raza ha degenerado en un pandémico circo virtual, las ridículas simas que muchas veces nos separan, tienden a dilatarse íntimamente y a degenerar en un farsa globalizada. Podemos interactuar cada vez con más individuos, pero cada vez comunicarnos menos y peor.
“The Banishment”, con una portentosa puesta en escena visual, va tejiendo lentamente una atmósfera deprimente y claustrofóbica. La historia es introducida mediante las escuálidas y angustiosas siluetas de paisajes industriales, con tintes postsoviéticos, que sirven de reflejo y equivalencia a las almas de los distintos protagonistas de la narración, los cuales parecen flotar en un limbo hostil, incapaces de luchar contra su realidad, ya sea por miedo o porque su abulia existencial es tan profunda que el camino hacia la salvación resulta una quimera.
La dicotomía entre el campo y la ciudad, cuyo ancestral contraste ha servido de estereotipo filosófico y literario para los intelectuales rusos del siglo XIX,-tal vez haya alguna referencia inconsciente a Ana Karenina y Raskolnikov, el antihéroe de Crimen y Castigo- apenas toma aquí un cariz circunstancial, porque la caída libre de los personajes no entiende de patrones estéticos. El campo no representa aquí un punto de inflexión ni de resurrección espiritual, tal vez en tiempos de Tolstoi esto sería más plausible, sino más bien es la analogía del desierto anímico en que se desenvuelven los sujetos que deambulan por la historia. En un ambiente húmedo y lacónico, poco a poco van tomando protagonismo las frases ambiguas, la bilis, el desencanto y el miedo a la verdad y la reflexión. La incomunicación y la taras mentales de algunos protagonistas van abriendo poco a poco la caja de Pandora, y lo que tal vez hubiese podido subsanarse con una pequeña dosis de sinceridad y de diálogo, va adquiriendo un potencial de tragedia.

El mundo va perdiendo matices y cada vez los espacios de fuga son menores, “The Banishment” es un brillante intento de penetrar en el alma humana y demostrar las inmensas fisuras que en muchos casos la corroen. El ser humano sin fe ni perspectiva empieza a dejar de serlo.


Melmoth
24/08/2009



Fuente: Youtube

LILJA 4-EVER: La desdichada y oscura selección natural

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Cualquier adolescente confía su destino a su propia e inexperta opinión de la vida, y desde el rincón más sombrío, sus padres ejercen de brújulas oscuras que orientan a sus hijos sin que estos aprecien el valor de esa orientación, incluso sin que se den cuenta.
Si le vamos restando elementos, la distorsión que puede sufrir el futuro del adolescente contempla multitud de variables, y de entre todas, cobran mayor importancia las relativas a la desgracia.

Desde este punto de partida arranca Lilja 4-ever , película sueca que protesta sobre el masivo consumo humano de mal, despellejando vilmente la tierna juventud de una chica, que queda sola en uno de los barrios más pobres de la extinta Unión Soviética.
Una chica, un amigo y la soledad de una hija abandonada por su madre, que emigra con su novio a Estados Unidos, con la promesa de mandarla dinero para que pueda reunirse con ella en un futuro. Demasiada maldad en un entorno, ya de por sí explosivo, en el que la prostitución alimenta los deseos de las chicas de una vida mejor. Todo controlado, al menos en el contexto aparente de familiaridad, la desenvoltura de la joven y la de una amiga permiten decidir.

Nada agrada cuando se trata de soledad, pobreza, y continuas escapadas psicológicas a un universo diferente, dotado de calma y felicidad. La adolescente que cumple dieciséis años, se muestra contenta al lado de su amigo, menor que él, aunque con una experiencia larga en esa materia de pernoctar por las calles del barrio; nueva víctima de una situación penosa, obligado a marcharse de casa por su propio padre.
De los malos momentos se aprende, se ganan amistades que no se pierden jamás, pero para aprender es necesario un poco de paz que conforme una situación halagüeña que te permita discernir.

Un cuadro de un santo, es lo único que conserva Lilja, la adolescente protagonista del film, como recurso protector a la vez que ofensivo de todas aquellas desdichas que asedian su corta y sencilla vida; nada resuelve mejor que un poco de ilusión, confianza ciega en espíritu y corazón en algo abstracto. Es por eso que no escucha los consejos de su amigo. Es menor, no sabe.
Por eso cuando conoce a Andrei, descubre que todo puede cambiar, que todo es posible; las circunstancias de desamparo, obligan a Lilja a creer en él, porque de no hacerlo nada ni nadie transformaría su destino. Suecia será su acomodo, un bonito trabajo y una vida junto a aquel que la rescató en una noche oscura, de las fauces de la lluvia y el abandono.

La atmósfera cargada de gris, lluvia y una nocturnidad alevosamente dañina, moldean la situación de una cría que observa desde sus ojos marrones como le abandona la suerte, su suerte, la de ser joven, la de disfrutar aprendiendo a hacerlo para poder recordarlo.
Sin llegar a ser una película escandalosamente técnica, el movimiento continuo de cámara, nos supone que el dinamismo de los planos envuelvan el ritmo de estos, parece correr la película, moverse repentinamente como la vida de la protagonista. La vida es movimiento, y el cine debe captarlo, por eso me seduce el tipo de realización por la que apuesta el film.

Una gran apuesta del director sueco Lukas Moodysson, que presenta un trabajo cargado de desagarra, de desgana y actitud, bajo el prisma de la maldita naturaleza humana, maldad sin límites, como condición sine qua non para la selección natural de nuestra propia especie.
Nada escapa al interés económico, todo es utilizado para obtener aquello que ansías alcanzar, amparado en una aptitud malvada, inherente al propio ser humano.


Giorgio
15/08/2009



Fuente: Youtube

Sweet Corner Vol. 24

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Rescoldos

Sabido y comentado es que la imagen, en cualquiera de sus formas, ha acompañado la historia de la humanidad. Esta dimensión social ha ido creciendo junto con la cultura, la tradición y, en la edad contemporánea, la tecnología. La irrupción de la fotografía, más tarde del video, nos permite ser testigos de acontecimientos que difícilmente creeríamos de otra manera. Al tiempo, que como si de una novela se tratase, nos deja espacio para que nuestra mente no se bloqueé ante la visión del espanto. En este caso, la fotografía se convierte en la mancha indeleble que ensucia el espíritu con un solo vistazo.
La instantánea en blanco y negro muestra un conjunto de sombras, un objeto junto a una persona, que bajo la aparente luz se proyecta contra una pared. Se podría adivinar, por la composición de la escena remarcada, que la persona en cuestión está trabajando, dispuesta subir por las escaleras para reparar algo. Pero algo falla, no parece una sombra convencional. Está perfectamente definida, perfilada como si se hubiese dibujado contra las maderas, cosa imposible si se supone que la iluminación es natural. Tampoco parece que la iluminación sea artificial, parece una escena exterior con un foco o destello que impacta en la zona superior derecha. Si estuviese iluminada por el Sol, lo que parece la umbra, estaría encajada dentro de la penumbra, esto provocaría que los bordes se difuminasen y rodeasen a la zona más oscurecida. Tampoco parece tratarse de una pequeña fuente de luz, que permitiría una figura definida, como la de la escena, puesto que se intuyen, por lo menos dos puntos de luz. Lo que queda claro es que una superficie opaca, la persona y la escalera, se ha interpuesto entre la pared y la luminosidad, provocando que la última frene su camino de manera abrupta. Nada permite adivinar qué es lo que ha sucedido, cuál es el motivo por el que la persona que se interpuso en la luz perdió su sombra.
Esta fotografía fue tomada hace sesenta y cinco años, supongo que bajo el amparo del ejército de los Estados Unidos. Se trata de un testigo mudo de los que sucedió en Hiroshima cuando Little Boy hizo explosión, la sombra no es tal, sino la superficie no quemada por el calor de la radiación. El ser humano que se percibe no está presente, probablemente ni se enteró de lo que se avecinaba, pero su legado ha quedado grabado para vergüenza universal. La herencia que ha dejado no es más que la figura recortada contra una pared calcinada, su cuerpo hizo de parapeto ante la terrible ola de calor que arrasó kilómetros cuadrados alrededor del epicentro de la detonación. Igual estaba mirando el cielo, observando el hongo nuclear que se levantaría sobre la ciudad. El caso es que estaba en el lugar equivocado cuando los Estados Unidos pensaron que el artefacto que tenían entre las manos les permitiría terminar con la guerra, al tiempo que ahorraban (es fascinante la capacidad del militarismo para cosificar al ser humano) vidas. Este señor o señora, ya que por el trazo grabado a fuego en la madera no se adivina el sexo, probablemente desapareció, dejó de existir de manera fulminante. Su cuerpo, en caso de que se recuperase, estaría carbonizado, convertido en cenizas irreconocibles mezcladas con otros elementos de alrededor destrozados por la presión y temperatura que se vivió en ese instante.
Después de ese momento fatal, del que se cumple aniversario y en el que murieron o desaparecieron decenas de miles de personas, se dejó paso al servicio de documentación. Pocos acontecimientos históricos están registrados de una manera tan exhaustiva, parece incluso que Japón fue el lugar elegido para el experimento definitivo, para el campo de pruebas en el que se juzgaría la supremacía científica y militar americana. Por suerte, toda experimentación seria debe ir acompañada de datos, de elementos que contrasten los resultados y permitan validar o refutar lo que está en liza. Algunas de las aportaciones para comprobar el devenir de la prueba son fotografías que nos permiten tener la certeza de que lo de Hiroshima ocurrió de verdad. De otra manera, yo no me lo creería.

Nacho Valdés

PASO UNIVERSAL: Retorno al origen para cambiar el ahora

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De aquello de los cambios y recambios ya existen multitud de refranes, escritos, tradiciones y demás folclore referido a lo de mutar para avanzar, para que nadie ni nada cambie alrededor de ti mismo, ni contra tí; quizá por ello, nos esforzamos por dejar atrás nuestras pequeñas manchas negras, errores ínfimos aunque perennes en nosotros mismos, para alcanzar nuevas cotas en nuestra vida.

Es por eso que mezclando los nuevos tiempos que apuntalan mi vida, y los proyectos venideros que empezarán a llegar, decido no sin riesgo, y algún comentario hostil, transformar el aspecto de mi blog decorando su forma, añadiendo contenido y aumentando sus posibilidades, todo ello sin renunciar a la esencia de mi pequeño lugar: charlar, opinar, unir fotografía y cine en torno a un debate técnico, artístico, filosófico, donde se introduzca la música, la literatura, la historia, que sea global.
Nuevas ideas para dar un mayor recorrido a lo que me apasiona con fervor inusitado, permitiendo pequeñas colaboraciones, secciones y contenidos, alejados de mis formas escritas, que enfoquen de manera dispar, lo que en inicio fraguó el espacio que ahora modifico.

El término Paso Universal refleja de la mejor manera posible, el origen inicial que buscaba tiempo atrás, cuando inauguré de manera escueta el blog. Para los que no son ajenos al mundillo audiovisual, será familiar la referencia al título, y para los profanos, tan sólo decir que en cinematografía y fotografía, Paso Universal especifica el tipo de película más común usada en ambas disciplinas, la de 35milímetros, con la diferencia, grosso modo, de que el paso en cada una ellas es disímil: en cine la película recorre su longitud de forma vertical, mientras que en fotografía lo hace horizontalmente.

Sea como fuere, el concepto añade cierto aire romántico, añejo, que perfuma el blog con una fragancia artesana, manual, alejada de las consideraciones tecnológicas y digitales que se imponen en nuestro día a día. La paradoja, es que yo mismo me nutro de un artilugio digital, para reivindicar y abrazar las fragancias antiguas. ¿Será fruto del cambio?


Giorgio
08/08/2009

Sweet Corner Vol. 23

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Limitaciones

La inspiración puede venir de muchos lugares, de múltiples maneras, incluso puede llegar de la mano de la imitación o del plagio más o menos evidente. Históricamente, éste ha sido uno de los recursos principales a la hora enfrentarse a una creación artística. Desde el momento en el que un artesano que, con destreza manual pero sin originalidad, era capaz de reproducir el estilo de un creador reconocido, se acabó la singularidad artística de algunas producciones. El acercarse a una obra ajena a la hora de crear algo nuevo, desde mi punto de vista, no tiene porque ser especialmente negativo. El reproducir un estilo, el examinar la obra de un clásico de reconocido prestigio y conseguir hacer lo mismo me parece un estupendo ejercicio de entrenamiento; incluso, de estos divertimentos y trabajos puede nacer algo bueno. El problema viene cuando se produce el estancamiento, cuando no se da el avance necesario para forjar una manera personal de hacer las cosas.
Esta reflexión, por ejemplo, no es ni muchísimo menos original. Lleva desarrollándose, por lo menos, desde el siglo IV cuando Platón realizó los primeros estudios estéticos que han llegado hasta nuestras manos. Una de las ideas principales con las que trabajaba este pensador, era la de imitación o mimesis. Este concepto llevaba emparejado una representación ontológica de la realidad. Es decir, bajo la idea de mímesis se podía explicar toda la estructura del mundo físico. Los objetos reales, tangibles, tenían una graduación de perfección que los llevaba desde lo más excelso, hasta lo más bajo o imperfecto. El punto álgido de las cosas se encontraba en los conceptos o ideas, éstas tenían la particularidad de ser perfectas, eternas e inmutables. Por tanto, su conocimiento permitía la realización de la episteme o ciencia, puesto que una vez que se accedía a ellas, el poso que nos quedaba era imborrable y perdurable. El siguiente paso, siguiendo esta explicación a brochazos, nos llevaría a los objetos de la naturaleza. Estos, que pertenecen al mundo físico, que no son conceptos como los anteriores, son tangibles y corruptibles. Esto trae consigo el siguiente problema: son imperfectos, cambian y se deterioran; por tanto, sólo ofrecen un conocimiento parcial denominado por Platón como doxa u opinión. El último eslabón de lo empírico está formado por los objetos artificiales, dentro de estos no pueden faltar las creaciones artísticas, que para Platón son la copia de la copia, puesto que pretenden imitar las formas naturales. Por lo tanto, para el griego, el artesano, que no artista (esta es una denominación romántica), no era más que un personaje que con mayor o menor pericia era capaz de realizar la mímesis de los objetos naturales. Por lo tanto, era quizás uno de los trabajadores peor considerados.
Resulta curioso como este señor que desarrolló su existencia en la Grecia Clásica, pudo desplegar un pensamiento que puede enlazar con el mundo del cine actual. Pues resulta que el concepto de mímesis también podía utilizarse para los actores del teatro griego, el trabajo realizado por los mimos. Función sana por las comedias que permitían al espectador acceder a la democratización de los personajes públicos, personas notables que bajo la representación mimética adquirían una naturaleza más mundana. La otra vertiente era la tragedia, que consentía la catarsis de ser espectador de las desgracias ajenas, parece ser que el ser testigo del drama vital de los demás resulta reconfortante. Estos tipos que subían a escena realizaban una mímesis imperfecta de lo que la vida suponía, llevaban frente al espectador pequeñas porciones de realidad que provocaban el entretenimiento del público. Esta tradición llega hasta nuestros días, sin cambiar prácticamente el formato que ya Aristóteles en su Poética había adelantado.
Resulta que en el siglo XX, se produce otra manera de llevar porciones de realidad ante los ojos atónitos de la gente que se sentaba en el patio de butacas, nació el cine que uniendo fotogramas conseguía darnos la sensación de que frente a nosotros se desarrollaba la realidad. Por supuesto, el cine imita la vida deformándola, ampliándola o empequeñeciéndola, tiene la capacidad de evocar y fascinar poniéndonos en situaciones que en ocasiones resultan increíbles. Sin embargo, parece que en los últimos tiempos hay una crisis de pensamiento, parece que la vida no es suficiente inspiración para los estudios de las grandes películas. Ahora parece estar de moda la imitación de la imitación, o lo que es lo mismo: la copia de la copia. Huelga decir que el resultado, en forma de remake, pierde toda la frescura que podría tener el original. ¿Qué es lo que sucede? ¿No hay guionistas? ¿Sólo se busca la rentabilidad utilizando formatos que ya se sabe que funcionaron en su día? Como de costumbre desconozco la respuesta, pero de lo que tengo la seguridad es que el resultado es penoso. Espero por el bien de la imitación que permitan sacar a la luz nuevas creaciones, algo que de frescura al panorama devastado del cine comercial.

Nacho Valdés