Sweet Corner Vol. 78

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Usos de la imagen III

Para rematar la serie de artículos dedicados a la imagen y su funcionalidad, me gustaría tratar una de sus variantes más intrínsecamente humanas con las que se puede asociar. El asunto refiere, de manera directa, a uno de los instintos más genuinamente animales que el ser humano no ha sido capaz de soterrar bajo capas de cultura. Se trata del apetito sexual, que junto a la innata capacidad de supervivencia con la que contamos como cualquier otro ser vivo, supone uno de los principales motores universales a nivel social y biológico. Considero que la sexualidad o erotismo vinculado a la imagen ha sido un aspecto recurrente de la creación artística del ser humano, siendo una de las variantes de la creatividad indisociablemente unidas al género humano.



Como muestra de un primer ejemplo que aclare definitivamente esta variante funcional de la creatividad artística recurro a la Venus de Willendorf, encontrada en la cuenca del Danubio a principios del siglo XX. La pequeña escultura muestra a la que podría ser, según algunos especialistas, una especie de divinidad relacionada con la fertilidad. Una pequeña representación artística que, en la mayoría de casos, se relaciona con el coito en un afán meramente reproductivo y prácticamente funcionarial. Realmente, este tipo de interpretaciones del sentido de la imagen presentada son sumamente arriesgadas y se fundamentan en especulaciones sustentadas por profundas investigaciones del sentido último del objeto. Sin embargo, y sin pretender debido a mi desconocimiento del tema enmendarle la plana a nadie, considero que dicha hermenéutica del objeto va mucho más allá del sentido originario de la creación. Resulta cuando menos curioso que en cuanto nos metemos en la historia, cuando dejamos atrás las especulaciones en muchos casos vacías y la documentación habla por sí misma, nos encontramos con un tratamiento distinto de lo erótico. Hasta donde tengo constancia el uso que se realiza de la sexualidad a través de lo icónico se relaciona con lo placentero, lo pueril, lo pasional y la posesión del otro. Desde mi punto de vista el uso de lo sexual a través de la imagen se realiza con una pretensión nula de trascendencia y, en realidad, de lo que se trata es de dar rienda suelta en el ámbito privado de aquel deseo que por imposibilidad de satisfacción, bien sea por el tabú social o bien por la normativa vigente, no puede llevarse a cabo. Creo que la señorita de la imagen bien podría representar el oscuro anhelo de posesión de un personaje de baja jerarquía en el seno de una tribu de recolectores y cazadores. Es decir, tal como me gusta imaginar este ejemplo creativo, la mujer representada pertenece, dada la generosidad de sus carnes a un escalafón superior dentro del grupo. Por supuesto, la promoción en este tipo de sociedades no se realizaría por medio de las facultades intelectuales sino por las capacidades físicas que eran lo que permitían medrar frente a la naturaleza. Dadas las cualidades antropomórficas de la señorita en cuestión, pasó a formar parte del grupo de hembras elegidas para aparearse con el macho dominante y, puesto que el dominio en esta época venía dado por la capacidad de imposición ante los demás, la mujer pudo disfrutar de muchos y variados platos que la llevaron hasta el estado de obesidad que queda reflejado en la representación. El caso es que la muchacha acabó convirtiéndose, gracias a sus carnes abundantes, senos tremendos y muslos abotagados en uno de los primeros iconos sexuales de la historia. Puesto que la apropiación a través de la creatividad y la imagen es una posibilidad real, el artista, probablemente de escalafón inferior, tuvo que conformarse con un usufructo amatorio gracias a dedicarse al vicio de Onán; mucho antes de que éste fuese asesinado por Dios por desperdiciar su simiente.
Por lo tanto, lejos de las trepidantes interpretaciones que vinculan esta imagen con cultos perdidos, con la Madre Tierra o rituales de fertilidad considero que se trata de otro ejemplo más del uso lúdico que de la imagen se hace en lo referente a lo sexual.



Ejemplo aventajado de este tipo de creatividad es la del ámbito romano, que decoraban mediante frescos o incluso realizaban elaboradas talla fálicas para su uso y disfrute. Puesto que se trataba de una sociedad con mucho tiempo libre, las clases pudientes por supuesto, se entregaron a la satisfacción de sus apetitos e inclinaciones más naturales. Tengo entendido que fue tal el nivel al que llegaron que incluso el Imperio se tambaleaba ante las usurpaciones que se realizaban del erario público en pos de las satisfacciones más morbosas y complicadas. En el ejemplo que propongo se puede observar como mediante la técnica al fresco una estancia fue decorada por razón de una imagen que, probablemente, evocaba los juegos del dueño de la morada. Sobra la explicación en torno a la distracción que suponía para el que disfrutaba de esta pintura la presencia de la misma, es patente que este icono no tiene relacionado nada trascendente ni ritual. Lo que no me queda del todo claro es el papel del pobre esclavo que soportaba sobre su espalda a la mujer sobre la que cabalgaba su amo, ¿formaría parte del juego?

Nacho Valdés

1 comentarios:

laura dijo...

Me hace mucha gracia que tengas tu propia teoría sobre la Venus (y doy fe de que esto viene de antes. En mi opinión no son cosas aisladas sino que están relaccionadas, por un lado era el ideal de belleza de la mujer de entonces y por otro representa la fertilidad, pero su belleza radica en eso mismo en que representa la fertilidad (de ahí las anchas caderas y el pecho), que era lo que apreciaban los hombres y en consecuencia querían las mujeres.
Me están gustando mucho tus últimas reflexiones.
Un beso, cariño.
Laura.