Sweet Corner Vol. 62

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Remiendos

Hace pocos días, haciendo una complicada operación de bricolaje con ayuda de mi padre (cómo no), llegué a ciertas conclusiones que creo me servirán para hilvanar el que va a ser el motivo del presente escrito.
La tarea no era especialmente complicada; cambiar un tablero de conglomerado sobre el que tenía colocado el lavavajillas por otro más recio, no sé de qué material, para evitar que continuase combándose y acabase rompiéndose. Esta hipotética situación ocasionaría en el seno de mi hogar un problema de proporciones bíblicas, pues el aparato se encuentra sobre la lavadora y la caída de un objeto tan pesado sobre la misma podría tener funestas consecuencias. Por supuesto, después de trabajar buena parte de la mañana con el agobio añadido del calor estival, logramos nuestro mundano objetivo. A pesar de todas las medidas que tomamos, de la concienzuda planificación y demás preparativos; al final, me tocó bajarme al chino de la esquina para comprar cinta americana y apañar las tuberías de desagüe de los dos cachivaches. Como decía Clint Eastwood en Gran Torino no hay nada que un hombre no pueda arreglar con un poco de cinta americana, un destornillador y un martillo.
Entre la suciedad y el calor se me ocurrió la idea para desarrollar en este artículo; ¿y si todas las producciones de películas son parecidas a un proceso de bricolaje casero? Es decir, mucho más cutres que lo que nos quieren hacer pensar los sesudos productores y directores. Está claro que tiene que haber un proceso de planificación que comienza con la elaboración del guión, esto se puede asemejar a la toma de medidas que hacemos para encargar el tamaño de los muebles o las maderas. En estas mediciones, que todos pensamos que hacemos estupendamente, siempre falla algo: un rodapié con el que no contamos, un tornillo que sobresale un poco y que evita que el tablero se ajuste perfectamente. Vamos, este tipo de molestias que se pueden subsanar, en la mayoría de los casos, sin ningún problema. Hay veces que no hay solución y que uno tiene que ajustar la madera con su pequeña sierra casera o que incluso tiene que tirarla a la basura pues no sirve para el propósito. Debe suceder algo parecido en el mundo audiovisual, debe ser extraño aquél guión que se ajuste perfectamente a la dirección o trabajo de los actores, supongo que en mayor o menor medida todos tienen que ser ligeramente tratados para que cumplan con su función. Otros, deberían haber sido arrojados directamente a la papelera, pero siempre hay algún apañado que decide aprovecharlo.
Después viene el trabajo en sí, la dirección y producción de la película que supongo estará cuajada de innumerables problemas y complicaciones que pueden incluso acabar con el proyecto antes de que llegue a su fin. Es en este punto donde la pericia de los profesionales tiene que ser máxima para alcanzar el objetivo propuesto, se podría asemejar con el destornillador y el martillo que permiten montar y desmontar las diversas piezas y que, en buenas manos, pueden hacer un socorrido remiendo.
Y por último, y no por ello menos importante, está la trillada cinta americana que permite ajustar, arreglar y salvar todo tipo de situaciones. Sí, creo que está aquí el secreto de las producciones audiovisuales, es el trabajo a salto de mata el que seguramente permite rescatar a última hora muchos de los trabajos que llegan a la cartelera. Y, lejos de criticarlo, alabo esta labor de filigrana que se realiza con cuatro rudimentarios elementos.

Nacho Valdés

3 comentarios:

Giorgio dijo...

Bueno, la caspa siempre está presente en la idiosincrasia española.
Pocas veces las cosas se preparan con rigor. Y cuando es así, te llaman "friki".
En cierto modo, cuando la falta de recursos se convierte en acicate para desarrollar un proyecto, me rindo ante tan osada tarea.
Pero cuando el hastío y el asco asolan la tarea, solo puedo sentir repulsión y morderme la lengua.

Abrazos.

Manuela dijo...

Hola!!!
Original punto de partida para el articulo. Pero voy a ser un poco puntillosa... el tablero sería de aglomerado, no? jejejeje

Mañana estaremos cenando en vuestra magnifica terraza...

Besos
Manu

Anónimo dijo...

Con un buen montaje, un par de escenas morbosas y sobre todo con una marketing potente, se puede arreglar casi cualquier desaguisado audiovisual. Sustituye la cinta americana por una buena publicidad y verás como todo fluye.

Ingenioso paralelismo.

Un abrazo.

Meloth.