CHEMA MADOZ: Concepción cotidiana y metáfora visual

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De la fotografía siempre obtenemos una percepción sesgada de la realidad, fruto de discernir entre esta misma y a través de nuestro encuadre. Siempre que ejercitamos nuestra vista, estamos diferenciando de entre todo lo que nos rodea, para quedarnos con los detalles que poseen mayor sugestión conceptual o sentimental en nosotros mismos.
Pero ¿qué ocurre cuando transformamos esa realidad, utilizando elementos, objetos cotidianos, insertados de manera perspicaz, en lugares al uso aunque distintos de su ubicación natural?
Chema Madoz responde con creces ante el reto de fijarse detrás de cada objeto, de lo que conlleva su existencia, reflejando en su obra, una muestra sutil y agraciada de mirar por mirar a lo lejos de aquéllos.
Siempre mostró cierto interés por la fotografía menos directa, abstrayendo en sus imágenes cualquier elemento que contextualice la realidad, mas es la figura y el rostro humano, su definitiva ausencia, lo que provoca en las fotografías de Chema Madoz una atención mayor.
Nada conecta con la presencia de personas, sus imágenes fluyen en un estatismo usual, alejado de la vida nuestra, para adentrarnos en un universo minúsculo, diario e invisible a nuestros ojos atareados e irreflexivos.
Objetos cotidianos sirven de modelos provistos de una fuerza conceptual y metafórica que se presenta a nuestros ojos para arrancar del ocultismo esas prácticas hipócritas y oscuras que tanto supura nuestra sociedad. Mentir para contar, camuflar para descubrir; ese pequeño mundo de objetos que hemos creado y que nos rodean diariamente, y que tantos secretos albergan en sus inertes cuerpos.

Como siempre, me hago cargo de la gran trayectoria del fotógrafo que presento, de su amplia y dilatada obra que alcanza unos veinticinco años de fotografías, y por ello me limito a escribir sobre dos de ellas, sin porqués aparentes, a pesar de que cada una de sus imágenes es digna de comentar.


La primera de ellas muestra un proceso múltiple y diverso; radiografía y fotografía fundidas en una sola imagen, repleta de simbología, ocupando con nubes el espacio interior de la cabeza humana, premonitorio tal vez, sugerente y expresiva imagen de lo que alberga nuestra cabeza.
Ambas se funden lentamente, en un blanco y negro suave y progresivo en matices de gris que desatan un contraste agradable y lento, en pos de una sugerente sensación de desplazamiento, cortada ésta cuando el observador atisba los huesos de la columna vertebral que emergen en la parte de abajo, atravesando en diagonal la fotografía.


Entroncada con la naturaleza artificiosa que potenciamos los seres humanos, la segunda fotografía otorga sin ataduras una nueva visión a esta concepción tan humanista, del tiempo y espacio natural.
De una estructura arbórea inicial, se desentrañan objetos muertos y artificiales, como la base metálica de la que se sostiene el pequeño tronco; o como esas piedras a modo de copas de árboles, que dan sombra a las finas y negras ramas. Parece que de lo inerte florece la vida, o al menos así lo representa Chema Madoz.
Toda su obra es en blanco y negro, elimina el color que distrae, para centrarnos en la figura, en la textura, en el bonito y apreciado juego de sombras con luces; negras zonas densas, claros grises de fondo que resaltan la figura única y central.


Fuera de contexto, abierta a la interpretación, conceptual, ideada desde el pensamiento que hay detrás de cada objeto, la sugerencia y la analogía vertebra la obra de Chema Madoz, Premio Nacional de Fotografía, mirador y observador desde una perspectiva subyugada a la realidad diaria y mundana.

Giorgio
05/04/2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo a es este tipo de "arte" no le pillo el punto (tal vez porque no lo tenga). Me gusta el contraste de las fotografías y nada más. Siempre me he preguntado qué lleva a algunos a encumbrar a esta gente.

Demasiado artículo para tan poco artista.

Un abrazo.


Melmoth.

Nacho dijo...

Por una vez (espero que no sea la última para así divertirnos más), no estoy de acuerdo con Melmoth.
Para mí, esta poesía visual me resulta atractiva y sugerente. Una manera de mezclar lo evidente con lo sútil, una especie de trabalenguas o adivinanza artística que tiene más profundidad de lo que simplemente muestra.

Buen artículo y buen tema.

Abrazos.