Sweet Corner Vol. 50
Esos artistas
Considero, sin miedo a equivocarme, que lo que cualquier artista busca, obviando la expresividad, sentimentalidad o demás elementos relacionados con la comunicación de un mensaje, es la pervivencia. El mantener una parte de sí mismo más allá de su existencia mortal, dejar una huella en ciertas personas que acceden a su obra y en las que queda grabada de manera indeleble; aunque en ocasiones no seamos conscientes de esa experiencia. Por supuesto, esto viene motivado por el egocentrismo y la vanidad de estos tipos que nos rodean sin que reparemos, en la mayoría de ocasiones, en ellos.
Todo ser humano que se precie, por lo menos en este punto sí que hablo en primera persona, se siente como llamado a algo especial, a una misión que ofrezca una especie de finalidad a la existencia. Si no fuese por esto, si no tuviésemos la oportunidad de ir más allá de nuestro finito tiempo con nuestra obra, acción o legado, la vida tendría un sentido mucho más limitado. Imaginemos la opción de que no podemos pervivir, que nuestro devenir vital se abre con el nacimiento y se cierra con la muerte, seríamos algo así como el ganado, como seres abocados al consumo y cuya huella se redujese a la producción de alimento. Sería algo triste, gris y que nos allegaría a la destrucción, al suicidio o al absentismo vital. Sin embargo, uno de los recursos que hemos desarrollado para paliar esta situación es la creación de objetos, de realidades o de recuerdos que nos sobrevivan y que extiendan nuestra vida más allá de los límites biológicos convencionales.
En este sentido el mundo del cine no es una excepción, como elemento de creación de objetos que superen al creador se convierte, de alguna manera, en uno de los mecanismos para alcanzar la tan ansiada inmortalidad. Cualquiera de las facetas que están contenidas en esta disciplina es un intento de alimentar la presunción del creador que se encuentra en la sombra. Que nadie intente engañar, que no se busque la falsedad, lo que verdad se persigue no es la crítica, no es la comunicación ni el entretenimiento, lo que sinceramente interesa es la prolongación de una manera de pensar personal que supere a la muerte y que sea capaz de encontrar el camino de la continuidad.
Muchas de las obras maestras del séptimo arte siguen vivas, vigentes, perpetuándose continuamente con cada uno de los visionados a las que son sometidas. Esto hace que en cada ocasión que se accede a estos trabajos se esté reviviendo el trabajo de actores, guionistas, cámaras, directores y demás implicados en el proceso creativo. De alguna forma nos dejan un legado vivo, algo orgánico que se adapta a los tiempos en los que se inserta y que permite innumerables lecturas e interpretaciones. Es algo así como bucear en la creatividad, en los intereses de un puñado de personas que querían llegar con su mensaje hasta los que disfrutaban de la obra.
Muchas veces olvidamos a las personas implicadas en el proceso creativo, dejamos de lado esos datos superfluos, pero siempre se mantiene una atadura con el pasado, con el proceso de creación. Este es el motivo por el que se firman las obras, por el que existen los títulos de crédito. Si no fuese por este afán de notoriedad, la mayoría de trabajos pasarían al olvido, pero queda claro que los creadores firman su obra y consiguen de esta manera la perpetuidad tan cacareada a lo largo de estas líneas. Si el artista buscase la creación por la creación, el mandar un mensaje profundo sin mayores pretensiones, el arte sería gratuito y anónimo y queda claro que este no es el caso. Todo lo contrario, el autor deja patente su impronta, sus características y, por supuesto, busca la fama infinita que algunos, en pocas ocasiones a lo largo de la historia, han logrado.
Nacho Valdés
El Baúl Nórdico Vol. 7
Sweet Corner Vol. 49
Marea verde
Llegué temprano y aparqué en una zona apartada, sabía que sería imposible acceder de otra manera al centro de la ciudad. Tuve que caminar cuando todavía era de noche pero tuve la recompensa que buscaba, encontré un lugar adecuado desde el que disparar la cámara. Subí al tejado de un quiosco y encendí un cigarro mientras preparaba el material, lo preparé todo de tal manera que tuviese capacidad de reacción en caso de necesidad. Algunos manifestantes ya habían llegado, lanzaban proclamas airadas y portaban carteles que dejaban clara su filiación.
El sol por fin se levantó, esa mañana la luz era estupenda, ni una nube y una azul espectacular que cubría los edificios. La policía comenzaba a llegar, armados y cubiertos con sus trajes de antidisturbios. Bromeaban entre ellos, nerviosos, fumando y esperando entrar en acción para descargar la tensión que arrastraban. Les fotografío, no se percatan, las fotos son buenas, muestran los momentos previos a la tormenta. No se publicarán pero me gustan, son personales, muestran la mirada, el aspecto humano bajo el uniforme que siempre lo oculta todo.
Se comienza a concentrar gente frente al Palacio de Congresos, hay gritos, banderas, música, colores y un ambiente festivo que enlaza perfectamente con el día primaveral que estoy experimentando. Parece un festival más que una protesta, una reunión lúdica. Disparo sin contemplaciones a todo lo que se mueve, con el cigarro ladeado y recibiendo el tibio sol de comienzos de marzo busco desde mi visor la imagen que dé la diferencia, que suponga el resumen de todo lo que estoy viviendo. La policía toma posiciones, son superados ampliamente por el enorme conglomerado de personas que no deja de gritar, les insultan, les hacen gestos y aguantan estoicamente al tiempo que buscan una situación ventajosa. La gente no se da cuenta, pero desde mi atalaya soy perfectamente consciente de que a la más mínima provocación saltarán como perros de presa acabando con el festival. Ellos saben que ya queda menos, en breve llegarán los líderes y se sabrá qué es lo que sucede realmente. Hay irritación, me enciendo un cigarro que sé que puede que sea el último antes de que me tenga que concentrar en mi trabajo.
Llega el primer coche oficial, un don nadie que es recibido con una lluvia de insultos y algún objeto que impacta sobre los escudos de los antidisturbios. El muy cretino saluda, da la impresión de estar provocando. Los ánimos se enaltecen, parece que va a suceder algo. Hago fotografías sin parar, consigo cazar a un grupo de encapuchados que parecen estar preparando algo de manera subversiva. Sacan algo de sus mochilas, se organizan, se mezclan entre la multitud que avanza a impulsos contra la barrera humana que hace de parapeto de la clase dirigente. Lo cojo todo en imágenes, sonrío, parece que tengo la secuencia completa que supone el preludio.
Llegan vehículos oficiales a toda velocidad, sé que es el momento de la verdad. Se abren sus puertas y son protegidos inmediatamente para evitar las piedras y toda clase de objetos que llueven del cielo. Se meten rápidamente en el edificio, sus guardianes se quedan fuera protegiendo la posición. Los encapuchados entran en acción, cae un cóctel molotov, caen dos, caen tres; uno de los policías sale ardiendo. Todo queda grabado en mi cámara, todo en cientos de instantáneas que luego discriminaré. Las fuerzas del orden cargan contra la multitud, están motivados, van destrozando la primera línea de manifestantes. Hombres y mujeres de toda clase y condición, la mayoría no tenían nada que ver en el ataque pero reciben un escarmiento. La multitud huye despavorida, un grupo se reposiciona y se organiza para repeler el ataque. La carga se disuelve, les caen cascotes y más cócteles. Yo paso desapercibido mientras a mi alrededor, como si de un rebaño de animales salvajes se tratase, la multitud corre en busca de resguardo. La lucha se prolonga unos minutos, los agentes sacan la artillería, pelotas de goma, gases que provocan que lo manifestantes corran y se intenten confundir en el caos en el que se ha convertido la ciudad. Cogen a algún rezagado, estos pagan por el resto. Bajo del quiosco, ya tengo suficiente y no quiero tener problemas con las imágenes que he tomado. A pesar de lo que he visto me voy con una sonrisa en la boca, sé que he hecho un buen trabajo.
Nacho Valdés
WATCHING TV Vol.1
Fecha de emisión: Fue emitida por primera vez el 22 de septiembre de 1994 por la cadena NBC. En España comenzó a emitirse por Canal plus en 1997 realizándose innumerables reposiciones. En 2005 pasó a ser emitida por el canal Cuatro que explotó la serie con un gran éxito de audiencia, siendo la última reposición en mayo de 2008.
Argumento: La trama gira en torno a la vida de seis amigos que residen en Nueva York y nos muestra en clave de comedia sus triunfos, fracasos, vivencias y amores, siempre basándose en la amistad.
Personajes principales: Rachel Green (Jennifer Aniston), Ross Geller (David Schwimmer), Chandler Bing (Matthew Perry), Phoebe Buffay (Lisa Kudrow), Joey Tribbiani (Matt LeBlanc) y Mónica Geller (Courteney Cox).
Inauguro esta sección para hablar de la que para mí es la mejor serie del mundo. Me gusta tanto que cuando he oído comentar a alguien lo contrario lo primero que pienso es que esa persona no tiene criterio, pues afirmar que no te gusta Friends es equivalente a admitir que no tienes sentido del humor.
Lo que más me gusta de Friends aparte, claro está, de lo que me río cada vez que veo un capítulo, es que plantea situaciones de la vida cotidiana a las que sus protagonistas se enfrentan siempre desde el humor. Creo que no me equivoco si afirmo que todo el mundo puede reconocer en ellos semejanzas con algún amigo y, sobre todo, identificarse en la forma en que interactúan entre ellos, incluso en lo de tener un punto de reunión, en su caso el Central Perk. No sabría decir cuál de ellos es mi personaje favorito pero sí que la mayoría tenemos algún amigo Ross, que en ocasiones nos aburre con algún tema erudito, o algún amigo Joey, no muy cultivado en el plano intelectual pero sí en el de las mujeres. Me gusta mucho la relación de casi hermandad que éste último tiene con Chandler, el irónico del grupo. Con respecto a las chicas tengo amigas con rasgos similares a la pija Rachel e incluso a la excéntrica Phoebe. Para no hablar sólo de los demás confesaré que yo soy un poco Mónica con la obsesión por la limpieza, su competitividad y su rol de protección hacia sus amigos.
No puedo pasar por alto comentar que la serie marcó tendencia tanto con el vestuario de las actrices que lucían ropa de famosos diseñadores, sobre todo Rachel y Mónica, como con la melena que luce Jennifer Aniston, quien dicen que afirma que su famoso corte de pelo fue creado accidentalmente cuando su amigo Chris se lo cortó con una navaja de afeitar, no sé si eso será verdad, pero lo cierto es que su peinado y el color miel de su melena ha sido uno de los más imitados.
La serie contó con un elenco de actores invitados impresionante: Brad Pitt, Bruce Willis, Jean Claude Van Damme, Christina Applegate, Reese Whiterspoon, Denise Richards, Elle MacPherson, Billy Cristal, Robin Williams...pero yo prefiero indicar algunas curiosidades sobre el personaje secundario favorito de un buen amigo de los de mi selecto grupo de friends y os contaré que Marcel está interpretado por dos monos hembras llamadas Monkey y Katie y que David Schwimmer acusó a sus adiestradores de ser "demasiado posesivos" impidiendo por tanto que hubiera podido entablar amistad con él.
En fin poco más puedo decir de esta maravillosa serie salvo resaltar sus guiones, la cuidada evolución de sus personajes, el ritmo de su narración y la calidad de sus bromas.
No se me ocurre una forma mejor de acabar este artículo que recordando la canción más famosa de Phoebe, para todos los nostálgicos, Smelly cat:
“Smelly cat, smelly cat,
What are they feeding you?
Smelly cat, smelly cat,
It’s not your fault”.
Laura García (rompiendo el hielo)
Sweet Corner Vol. 48
Todo un señor
La imagen tiene más valor que cualquier cosa que pueda decir, todo comentario sobra pues queda patente en la fotografía lo que ha sucedido. Para aquél que no conozca la historia no resultaría difícil deducir qué pasó aquel aciago día en la Universidad de Oviedo; aunque seguro que quedan indecisos, forofos o seguidores que no aceptan la crítica y con los que voy a tener la delicadeza de tomarme un tiempo para dar mi opinión sobre el icono que nos ocupa, que no es otro que el de un expresidente mostrando al aire o a alguien uno de sus dedos, en particular, el corazón. Si no fuese por el carácter peyorativo que arrastra el gesto, quedaría incluso hasta poética la muestra de un dedo con un nombre tan pasional y connotaciones tan románticas. Pero nada más lejos de la verdad, el dedito salió a pasear para dejar claro el desprecio del señor Aznar, gran estadista, literato y expresidente de la Monarquía parlamentaria española contra un grupo de estudiantes que pareció ser que crítico o boicoteó un acto en el que él participaba en la Universidad de Oviedo que, casualidades de la vida, es mi ciudad natal.
Creo que como decía al principio la imagen tiene un valor intrínseco que no merece comentario y os preguntaréis: ¿Qué hace entonces este tipo dando la barrila sobre algo que no merece una palabra? Pues ejercer mi derecho a la réplica, al discurso y a la pataleta; que en el fondo, cuando se trata con la clase dirigente es lo único que nos queda. El caso es que creo que ese dedo malicioso muestra más vivamente la personalidad de Aznar que cualquiera de las entrevistas o intervenciones públicas en las que el susodicho ha aparecido, ese momento tan fresco y natural nos permite asistir a uno de esos instantes íntimos que en ocasiones los personajes públicos nos regalan. Atrás quedan conferencias, libros, años en el gobierno y las toneladas de abdominales, el maldito dedo se convierte en una maldición para su portador, en el espejo del verdadero carácter del protagonista de la acción.
Queda claro que estamos ante un tipo que se resiste a las críticas, que no soporta que le contradigan y que no debe poseer un espíritu autocrítico demasiado desarrollado. Más bien debe ser un poco acomplejado, difícil de tratar y con un grado de engreimiento que le permite, rodeado de escoltas, enfrentarse a la furibunda turba que vociferaba en su contra. Se ve que el señorito, tras su mutación física y sus dudosas publicaciones, se ha subido en un pedestal, creado a su medida en las FAES, Georgetown y demás lugares frecuentados por el exdirigente, desde el que nos observa con desdén y desprecio. ¿Qué sabremos nosotros, pobres mortales que no nos hemos codeado con los dirigentes mundiales, de lo que queremos? ¿Cómo podemos tener capacidad de criticar a tan notable personaje cuando es una de las mentes más lúcidas de occidente? Creo que esto, o algo parecido, era lo que pasaba por la mente del señor cuando mostró su corazón.
Lo que sí quedó claro, y eso es lo que más me sorprende, es que la derecha en este país se muestra maleducada, chabacana y peligrosa. Sí, ese es un aspaviento de tasca, de barrio y que se une a las declaraciones a micrófono abierto de su amiga Esperanza Aguirre. Supuestamente esta es la gente bien del país, los que cortan el bacalao, los que defienden los valores más arraigados en nuestra bizarra cultura. Pues se muestran más bien como iletrados borrachuzos durante una pelea etílica, insultan de acción y palabra, descalifican, amenazan y todos tan contentos. Se puede achacar la crítica de que todos son iguales en la intimidad, que no hay nadie sin tacha en ningún gremio y cosas por el estilo. Estoy de acuerdo, pero mi duda es la siguiente: ¿Por qué insisten en considerarse una élite privilegiada? Al final son como todos, pero con la indecencia de hacerse pasar por otros.
Solo puedo concluir dándole las gracias al señor Aznar por mostrarse tal cual es, sin disfraces, ya no queda ninguna duda, a pesar de los músculos trabajados y de los fulares literatos, de cual es su pelaje y calado.
Nacho Valdés
El Baúl Nórdico Vol. 6
SNARVEIEN; “sexo y nuevas tecnologías, otra cara del terror”
de Severin Eskeland.
Una pareja de novios que intenta cruzar en una noche cerrada la frontera entre Suecia y Noruega, transportando en el maletero algo que podría dar con sus huesos en la cárcel. Un amable policía, algo ambiguo, que ha cortado la carretera por un supuesto accidente de circulación. Un oscuro y pequeño camino secundario por el que se verán obligados a regresar a su país. La línea fronteriza está tan sólo a unos kilómetros, pero la trampa ya está tendida….
El director noruego Severin Eskeland escribe y dirige una producción modesta pero eficiente. Sin alejarse de los cánones del cine de terror, sin ningún tipo de presunción artística, los setenta minutos de metraje consiguen captar la atención del público, en gran medida la de los espectadores aficionados a este género. Sin apenas caídas de intensidad, el manejo del suspense está bien trazado, a partir de un guión poco más que correcto, pero sin fisuras y con un algún elemento llamativo.
“Snarveien” mantiene numerosas similitudes en la trama con la mítica “La Matanza de Texas” y con “Tesis”, es decir, coquetea constantemente con el cine “Snap”, por lo que no se ha de buscar en ella nada que trascienda del mero morbo y entretenimiento. Nunca he abogado por la ingesta de bebidas gaseosas y comida durante la proyección de una película, pero en este tipo de realizaciones está más que justificado.
Severin Eskeland escribe y dirige un producto válido, que cubre una de las funciones del cine, la de entretener. No por ello debemos obviar un buen nivel técnico, el mérito que acarrea mantener el ritmo y el suspense con poco más de media docena de localizaciones y el placer visual de contemplar a hermosas señoritas en la pantalla en situaciones de apuro.
Definible como cine B del nuevo milenio, “Snarveien” no tiene el encanto de las producciones de este tipo de antaño, puesto que técnica e interpretativamente es intachable, pero gana en solidez y en algo de realismo. Afortunadamente, es complicado verse en una situación como que la que se relata en la película, pero no imposible, puesto que el binomio “vicio y nuevas tecnologías” existe y se encuentra en franca progresión. ¿Quién no se siente observado y desprotegido en los tiempos que corren?.
Melmoth
01/03/2010