Sweet Corner Vol. 48

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Todo un señor

La imagen tiene más valor que cualquier cosa que pueda decir, todo comentario sobra pues queda patente en la fotografía lo que ha sucedido. Para aquél que no conozca la historia no resultaría difícil deducir qué pasó aquel aciago día en la Universidad de Oviedo; aunque seguro que quedan indecisos, forofos o seguidores que no aceptan la crítica y con los que voy a tener la delicadeza de tomarme un tiempo para dar mi opinión sobre el icono que nos ocupa, que no es otro que el de un expresidente mostrando al aire o a alguien uno de sus dedos, en particular, el corazón. Si no fuese por el carácter peyorativo que arrastra el gesto, quedaría incluso hasta poética la muestra de un dedo con un nombre tan pasional y connotaciones tan románticas. Pero nada más lejos de la verdad, el dedito salió a pasear para dejar claro el desprecio del señor Aznar, gran estadista, literato y expresidente de la Monarquía parlamentaria española contra un grupo de estudiantes que pareció ser que crítico o boicoteó un acto en el que él participaba en la Universidad de Oviedo que, casualidades de la vida, es mi ciudad natal.
Creo que como decía al principio la imagen tiene un valor intrínseco que no merece comentario y os preguntaréis: ¿Qué hace entonces este tipo dando la barrila sobre algo que no merece una palabra? Pues ejercer mi derecho a la réplica, al discurso y a la pataleta; que en el fondo, cuando se trata con la clase dirigente es lo único que nos queda. El caso es que creo que ese dedo malicioso muestra más vivamente la personalidad de Aznar que cualquiera de las entrevistas o intervenciones públicas en las que el susodicho ha aparecido, ese momento tan fresco y natural nos permite asistir a uno de esos instantes íntimos que en ocasiones los personajes públicos nos regalan. Atrás quedan conferencias, libros, años en el gobierno y las toneladas de abdominales, el maldito dedo se convierte en una maldición para su portador, en el espejo del verdadero carácter del protagonista de la acción.
Queda claro que estamos ante un tipo que se resiste a las críticas, que no soporta que le contradigan y que no debe poseer un espíritu autocrítico demasiado desarrollado. Más bien debe ser un poco acomplejado, difícil de tratar y con un grado de engreimiento que le permite, rodeado de escoltas, enfrentarse a la furibunda turba que vociferaba en su contra. Se ve que el señorito, tras su mutación física y sus dudosas publicaciones, se ha subido en un pedestal, creado a su medida en las FAES, Georgetown y demás lugares frecuentados por el exdirigente, desde el que nos observa con desdén y desprecio. ¿Qué sabremos nosotros, pobres mortales que no nos hemos codeado con los dirigentes mundiales, de lo que queremos? ¿Cómo podemos tener capacidad de criticar a tan notable personaje cuando es una de las mentes más lúcidas de occidente? Creo que esto, o algo parecido, era lo que pasaba por la mente del señor cuando mostró su corazón.
Lo que sí quedó claro, y eso es lo que más me sorprende, es que la derecha en este país se muestra maleducada, chabacana y peligrosa. Sí, ese es un aspaviento de tasca, de barrio y que se une a las declaraciones a micrófono abierto de su amiga Esperanza Aguirre. Supuestamente esta es la gente bien del país, los que cortan el bacalao, los que defienden los valores más arraigados en nuestra bizarra cultura. Pues se muestran más bien como iletrados borrachuzos durante una pelea etílica, insultan de acción y palabra, descalifican, amenazan y todos tan contentos. Se puede achacar la crítica de que todos son iguales en la intimidad, que no hay nadie sin tacha en ningún gremio y cosas por el estilo. Estoy de acuerdo, pero mi duda es la siguiente: ¿Por qué insisten en considerarse una élite privilegiada? Al final son como todos, pero con la indecencia de hacerse pasar por otros.
Solo puedo concluir dándole las gracias al señor Aznar por mostrarse tal cual es, sin disfraces, ya no queda ninguna duda, a pesar de los músculos trabajados y de los fulares literatos, de cual es su pelaje y calado.

Nacho Valdés

4 comentarios:

Giorgio dijo...

Mi apego por el personaje que citas es ínfimo.
Pero creo que no puedes fiarte de una sola imagen para valorar la actitud de un individuo.
Necesito ver algo más.
Es obvio que sus formas le pierden, pero tan poco sé, de los motivos que le llevaron a hacer el gesto, que puede pasar por un simple agravio.
Seguramente le estarían insultando, o quizás alguien le escupía.
Dados a especular, la imagen no revela que hace con la otra mano, que a lo mejor, estaba dando de comer a un vagabundo hambriento o a un pequeño gatito.
Seguramente no. Pero es tan fácil la manipulación de una imagen, que da miedo.

Respecto al elitismo de la clase política, creo que se perdió en las "ágoras" de antaño.

PD: veo que no te gusta cambiar de día en el blog, ¿eh? Que putilla....jejejeje


Abrazos grandes y ansiosos

laura dijo...

Yo también pensé el otro día que la rancia derecha últimamente está teniendo comportamientos un tanto chabacanos, lo cual me sorprende porque siempre presumen de lo contrario. En fin siempre nos quedará Anne Igartiburu impávida ante Jon Cobra.
Un besazo.
Laura.

Anónimo dijo...

Cuando se quitan la careta, ya sea
porque creen adquirir superpoderes por perdurar en el gobierno, o porque ya están retirados en gran medida de la política, se les ve el plumero. Éste, como tantos otros políticos españoles de los partidos mayoritarios, es un tontín
que que coge confianza y se vuelve peligroso, como ya demostró durante sus legislaturas. Analfabetos,acomplejados de instituto, parásitos, teatreros, rameras......estos son nuestros políticos.
Brillante presente y futuro para España.

Un abrazo.


Melmoth.

raposu dijo...

No sé por qué me da que esperas un comentario mío...o no.

Sólo una pequeña cuestión: ¿de verdad crees que el gesto de Aznar, muy poco fisno, es para considerar a la derecha peligrosa?. No sé, me imagino a Aznar diciendo algo así como "...¡cuidado!, tengo un dedo y estoy dispuesto a utilizarlo...".

Yo creo que nunca lo haría (utilizarlo), sólo lo enseña.