Sweet Corner Vol. 64

|


Las consecuencias


Hay ocasiones en que sobran las palabras y las imágenes, independientemente de las frases hechas, realmente valen más que cualquier cosa que se pueda decir. Pero en este caso me apetece hablar del mensaje que nos trasmite esta fotografía aunque, con toda seguridad, resulte redundante.
La foto me ha llamado la atención por varios motivos, pero sobre todo porque me ha resultado una excelente metáfora del posicionamiento de los Estados Unidos con respecto a su intervención en Irak durante, más o menos, la última década. La situación parece una despedida que hasta cierto punto podría resultar emotiva, algo así como el adiós de dos viejos amigos o familiares. Por la edad podría tratarse de un nieto y un abuelo, aunque lo que realmente creo es que estos dos tipos no se conocen de nada y se trata de uno de los típicos actos de reafirmación militar tan comunes en una nación imperialista como la americana. Pero la metáfora, la despedida auténtica, es la que se ha producido después de la intervención militar que ha dejado cientos de miles de víctimas entre el, hoy por hoy, muy democrático pueblo iraquí. La maquinaria bélica estadounidense abandona las tierras del lejano oriente y, además de muerte y destrucción, deja a su paso una firme democracia que produce decenas de víctimas a diario. Es prácticamente como una máquina de crear odio en la que ninguna de las endebles instituciones es capaz de soportar el peso de tan encomiable avance. El resultado, después de estrangular a la ciudadanía, es más que mediocre. Pero quién soy yo para discutir el intervencionismo internacional de la administración Bush, un simple tipo en una esquina del mundo que desde la comodidad de su hogar escribe unas líneas. Sin embargo, tengo ojos y un intelecto capaz de mostrarme a través de la imagen lo que ha supuesto esta confrontación para los implicados.
Los protagonistas de esta historia son dos, aunque se podría incluir a un tercero. En primer lugar los Estados Unidos, representados por el joven marine que ha realizado su misión y que se despide de su cometido cargado de medallas. Indudablemente se trata de un héroe moderno, alguien que en virtud de su sacrificio de sangre y sudor es capaz de hacer que nuestro modo de vida siga adelante. ¿Es entonces una figura mítica o simplemente un pelele y que ha sido utilizado para que nuestros intereses sigan intocables? Está claro que no parece un mal tipo, incluso ha entregado parte de su anatomía para que occidente pueda respirar en paz. Pero, ¿ha merecido la pena tamaña expiación? Yo diría que no pues, atendiendo a lo que se suponía era el detonante del conflicto, no se ha encontrado ningún arma de destrucción masiva, el pueblo iraquí no creo que esté mejor que con su antiguo déspota y la tan cacareada e impuesta democracia no sirve absolutamente de nada. El segundo de los implicados en esta imagen es el anciano cansado que se sujeta al hombretón mutilado. Éste podría simbolizar a la comunidad internacional que, lejos de frenar al gigante americano, se aferra al ritmo que éste le marca. La cosa es que con mano o sin mano, su terrible garfio todavía tiene la capacidad para hacer y deshacer a su antojo y el resto del mundo, que está tan ajado como ese nonagenario, no tiene otra opción que agarrarse a su cuello mientras le sigue el juego. El tercero de los implicados en esta historia y, por añadidura, el más importante de todos, no aparece en la imagen. Está claro que ha sido dejado de lado y que no pinta nada para el resto de personajes. Se trata del pueblo de Irak al que ni tan siquiera han permitido figurar en el desarrollo de su propia historia. Puesto que nadie le presta atención y parece que no tiene criterio para autogobernarse será mejor que lo dejemos donde está.
En resumidas cuentas: tenemos a la joven América que ha salido desacreditada y mutilada de este follón, a la comunidad internacional que prácticamente se rebajado a la condición de plañidera y al pueblo iraquí que ha sido abandonado a su suerte. Eso sí, a pesar de dejarles tirados les hemos legado nuestra más preciada herencia; la democracia. ¡Qué suerte la suya!

Nacho Valdés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como ya sabes que soy aficionado al sarcasmo, supondrás mi predilección por este tipo de artículos. Sinceramente, yo no sé si los dos militares lloran por patriotismo, o por asco existencial.

Buen artículo.

Un abrazo.

Melmoth.
Melmoth.

Giorgio dijo...

Creo que el patriotismo supera el hastío vital, aunque siempre queda un tufo a asco que embriaga el ambiente.
Al dar la vuelta a la fotografía, la convierto en un regreso mutilado al hogar.

Saludos.