Sweet Corner Vol. 65

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Nuevas viejas historias
La recesión intelectual que desde hace años sufren los guionistas hollywoodienses parece haber encontrado una bolsa de oxígeno con la que respirar.
La esterilidad creativa puede deberse a varios motivos pero, en mi opinión, la principal no puede ser otra que la falta de valor de los grandes estudios. Dudo que los escritores actuales tengan menos capacidad de creación que los de antaño, me resisto a creer que todas las historias estén contadas. Por lo tanto, la ausencia de fertilidad se encuentra en el riesgo económico que debe asumirse en la actualidad para sacar adelante un proyecto que resulte mínimamente lucrativo. Es decir, las grandes productoras resultan un negocio empresarial que mueve miles de millones y que, en consecuencia, deben invertir otros tantos en eventos promocionales, pagos de personal, localizaciones y demás asuntos que garanticen que la ecuación resulte positiva para sus arcas. La resolución de toda esta exposición es que si estos negocios no tienen la seguridad de que al final de la cadena de inversiones se produce un dividendo positivo, no van a hacer el esfuerzo por una nueva historia que pueda resultar un fiasco. Entonces, para no derivar en equívocos, hay que asumir que las empresas dedicadas al cine no están únicamente dirigidas por departamentos artísticos, sino por sesudos gestores económicos que son los que, en última instancia, toman la resolución de echar o no a rodar una idea. Rematando la argumentación, no hay ausencia de historias, de lo que carece el mundo del cine en líneas generales es del valor necesario para apostar de manera arriesgada por una nueva historia.
Qué es lo que merece la pena como inversión, digamos eufemísticamente, artística. Pues se deja notar en el panorama audiovisual actual un tufillo a gastado, manido y contrastado. Es decir, en los últimos tiempos se realizan decenas de films en los que el resultado final de taquilla ha sido ya tasado y garantizado en el pasado o lo que en el lenguaje cinéfilo se viene conociendo como remake. Estos, que desde mi punto de vista, poco aportan, se fundamentan sin tapujos en viejos éxitos o en algún taquillazo producido allende de los mares en otras industrias cinematográficas un tanto más autónomas que la americana. Ejemplos recientes los podemos encontrar en la profusión de películas japonesas de terror que han sido adaptadas a la idiosincrasia norteamericana o, la más reciente Déjame entrar, del norte de Europa que ya está gestando su salto a la industria de masas. En definitiva, lo que se busca no es un producto con cierto riesgo estético o artístico que deje paso a alguna novedad, sino el triunfo económico derivado de la más sencilla de las aritméticas: si esto ha sido un triunfo, ¿por qué no comprarlo, adecuarlo y explotarlo nosotros mismos? Así de sencillo resulta el asunto.
Pero la nueva ola de películas comerciales, que no por estar así catalogadas deben estar necesariamente reñidas con un público más exigente, ha encontrado un nuevo territorio inexplorado hasta hace bien poco. Hollywood, en pos siempre de ese rédito esquivo, ha hallado en su cultura popular los argumentos necesarios para perpetuar, por el momento indefinidamente, la puesta de la gallina de los huevos de oro. Este nuevo elemento inspirador tiene, por si fuera poco, un sinfín de historias totalmente desarrolladas a la espera de su adaptación a la gran pantalla. Es, por lo tanto, terreno propicio para el buen hacer de los tecnócratas de los grandes estudios. Hablo, por supuesto, del inmenso potencial que para sus propósitos encierra el mundo del cómic. Varias generaciones de lectores de las colecciones de Marvel o DC Comics tienen una amplia oferta cinematográfica en la que pueden disfrutar, con mayor o menor fortuna creativa, de sus héroes que desde la lejanía maman de la mitología clásica. Asistimos, en consecuencia, a una inaudita proliferación de trabajos que se sustentan sobre superpoderes, archienemigos, capas y antifaces. A pesar de que alguna de estas películas tiene cierta valía en cuanto a entretenimiento, espero que la cadencia del mundo del cine dé de nuevo una oportunidad a aquellos nuevas promeasas que luchan porque su historia vea la luz. Seguro que alguna de ellas merece la pena.

Nacho Valdés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Thank you, that was extremely valuable and interesting...I will be back again to read more on this topic.

Anónimo dijo...

En el resto del mundo estamos viendo algo parecido, sobre todo si nos referimos a las series televisivas. En España se importan o exportan series de tv con un una audiencia ya garantizada. Yo creo que la falta de oportunidades para creadores genuinos es mayor en España que en USA, a pesar de todo.
Siempre estamos en la vanguardia de
lo negativo.

Buen razonamiento

Un abrazo.

Melmoth.