
CENIZAS Y DIAMANTES : LA ETERNA DISYUNTIVA
de Andrzej Wajda.
Polonia 1945. Tras la retirada de las tropas alemanas el país tiene que afrontar ahora luchas internas. Sin un gobierno real y bajo la amenaza de una intromisión comunista, las intrigas y las motivaciones de toda índole tienen lugar en una nación desorientada y con facciones opuestas. Andrzej Wajda, unos de los mejores directores a nivel mundial de postguerra, efectúa un retrato pesimista y por momentos esperpéntico sobre su país justo tras la recuperación de la independencia.
Un joven que ha luchado varios años en la tenaz resistencia polaca, ejercida en buena parte bajo el asfalto de Varsovia, recibe órdenes para atentar contra la vida del Secretario General del Partido Comunista, en una lucha encubierta por delimitar las directrices que marcarían el destino polaco en los años posteriores. Un error de identificación en su labor conllevará la muerte de inocentes y el posterior y casual encuentro de ambos en un hotel de una ciudad anónima, seguramente Varsovia, donde tendrá una nueva oportunidad de cumplir con el objetivo establecido.
Con un fisonomía clásica, muy similar en lo técnico y lo estético al cine americano de los años cuarenta y cincuenta, Wajda realiza simultáneamente una aproximación a la convulsa y postheróica realidad polaca y a las motivaciones del individuo, tomando como referente básico al protagonista principal. ¿Podría algo tan intenso y la vez tan relativo, por no decir gaseoso, como el amor cambiar en unas horas el destino de un ser humano?, ¿puede servir de aliento vital al “pecador” , para guiarle en su reconversión?. La constante disyuntiva del ser humano entre el bien y el mal quedará aquí latente, siendo lo primero representado por el amor y lo segundo por el asesinato: el diamante o la ceniza.
Cargado de simbolismos religiosos y literarios, quizá algo maniqueos pero no por ello menos hermosos, el film de Wajda explora en los sentimientos humanos y los contrapone a la realidad exterior, evidenciando que lo que rodea al hombre lo hace muchas veces peor de lo que potencialmente es. Con notable sencillez narrativa y pese a lo mediocre y teatral de algunas interpretaciones –el actor principal no daría la talla incluso en una película de alienígenas de Ed Wood- se van entrelazando historias, en las que salen a flote las distintas motivaciones de nuestro género y se realiza una crítica despiadada a los poderes fácticos y carroñeros de una país devastado por la guerra, saciado de muertos y heroísmo y completamente desbordado ante su futuro inmediato.
MELMOTH