El Baúl Nórdico Vol. 3

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PERSONA; “las peligrosas simas de la conciencia”

de Ingmar Bergman.

Los planteamientos heterodoxos y el rodaje “experimental” en cine suponen siempre una riesgo para el espectador. Para evitarlo en parte es conveniente que valoremos a priori la honestidad y la capacidad creativa del realizador cuya obra vamos a visionar. Así evitaremos el fraude de vernos sumergidos en una película extraña sin más intención que resultar “distinta” a la norma. En el caso de Ingmar Bergman no hay motivo para la desconfianza, puesto que cualquier distancia que tome respecto a la línea recta está justificada.

“Persona” está sujeta a multitud de interpretaciones, perfectamente válidas, que pueden variar perfectamente desde lo onírico a lo literal, pasando por la metalingüística del cine. Con una presentación hiriente, la sucesión de imágenes inicial, rápida e inconexa, provoca incomodidad y desasosiego. Las influencia de las teorías freudianas sobre el director sueco resultan evidentes, pues la búsqueda de las figuras paterna y materna y una fijación constante con la dudosa frontera que separa la sexualidad del afecto, propicia que sospechemos que las dos protagonista navegan por el bajo perfil del inconsciente.

Introspectiva hasta el extremo, cruda y sin concesiones, “Persona” , más allá del pretexto de la narración, se sumerge en los abismos del alma humana, o para ser correctos, en el subconsciente, pues a pesar del uso común, estos términos son antagónicos. Bergman considera en esta filmación la tragedia como un hecho intrínseco a nuestra especie. Las inmensa trincheras que separan lo que realmente somos, de lo que queremos ser y de lo que proyectamos frente a la sociedad, provoca un conflicto interno que puede arrojarnos a la locura. Sepultados en nuestras fobias, incapaces de esquivar nuestros demonios, Bergman concibe la existencia como una lucha constante que sólo cesa con la muerte.

“Persona”, a su vez, es una producción de una carga erótica latente, con una constante insinuación lésbica, de connotaciones más bien afectivas en lo que se refiere a los personajes, pero algo más mórbida desde la perspectiva del espectador. Interesante resulta también el efecto que tiene el uso del silencio por parte de la protagonista principal –Liv Ullmann-. Las personas que se sumergen en él por propia decisión, acaban adquiriendo un aura de infranqueabilidad y de misterio que llega a mellar la paciencia y los sentimientos del prójimo.

Escuálida en la representación de la realidad externa, con un ínfimo detalle en los objetos materiales, prácticamente solventada en un par de localizaciones y con una cifra testimonial de actores, la creación del director escandinavo adquiere peso a partir del guión y de la interpretación. Hablar bien de la fotografía en una película de Bergman es una redundancia estéril, porque además “Persona” se sustenta en la idea, no en la forma. Y esta “idea” está demasiado sesgada como para que podamos realizar una lectura objetiva de esta película, teniendo que conformarnos con apreciarla desde el ángulo en el que incida sobre nosotros.

Melmoth.

16/01/2010



Fuente: Youtube

2 comentarios:

Giorgio dijo...

El artículo describe perfectamente lo que transmite la película.
Para mí, es un ejemplo de utilidad cinematográfica, amén de inculcar conceptos graves e intensos en nuestras personalidades, imbuidas del ritmo vital habitual.
Lo que acontece en el film, constituye la lacra más intensa que poco a poco destruye nuestra sociedad: la falsedad e inmoralidad manifiesta.

Mi admiración por el director sueco, no deja de crecer, en la medida que pasa el tiempo.

Valioso artículo.

Abrazos.

nacho dijo...

La primera vez que vi esta película, con el compañero Giorgo, tengo que reconocer que no sospechaba que se podía utilizar el lenguaje cinematográfico de una forma tan diferente.

Aunque salí aturdido de la proyección, algo anidó en mi interior y recuerdo que nos dio para horas de conversación.
Lejos de las interpretaciones pueriles de aquellos años, creo que Bergman se acercó a la tragedía trágica con este ejercicio catártico que, mediante cierta repulsión y terror, provocaba que el espectador saliese redimido después de ver el film.

En fin, creo que lo mejor será volver a verla.

Gran artículo.

Abrazos.