Sweet Corner Vol. 42
Inmersión profunda
Uno de los lugares por descubrir, sorprendente por su cercanía y cotidianidad, es el propio ser humano. Resultamos ser, a muchos niveles, sumamente desconocidos para nosotros mismos. Éste, entre otros, ha sido el motivo por el que las disciplinas antropológicas han tenido, y siguen teniendo, vigor e interés para los individuos. Nos desconocemos y encontramos en los demás, es en el espejo del otro, en la alteridad, donde se rompen nuestros esquemas y descubrimos las inmensas lagunas cognoscitivas que se encierran en nuestra propia naturaleza. En el plano biológico, amén del aspecto neuronal, está el tema más controlado; sin embargo, percibimos grandes dificultades y disparidad de opiniones cuando se tratan asuntos sentimentales. En este aspecto, resulta increíble la discrepancia de opiniones, corrientes y pensadores que han tratado este asunto desde los más diversos prismas.
Una de las características de la emotividad es que es transmisible, se puede empatizar con los sujetos, incluso sin necesidad de utilizar el lenguaje oral o escrito, uno de los mecanismos es mediante la producción artística como medio de comunicación de un estado de ánimo. Es en este punto donde el creador, el ser humano que con elementos ajenos a él construye un objeto artístico, consigue llegar con mayor calado al oscuro reino emotivo de sus semejantes. El cine como expresión no queda al margen, de hecho, considero que sus recursos narrativos prácticamente inagotables se convierten en un manantial del que no para de manar un torrente de universalidades y particularidades con las que nos podemos identificar. Universalidades, en tanto en cuanto todos participamos de una misma naturaleza, de la que por supuesto el creador no puede escapar. En su oficio dejará parte de esos elementos con los que coincidimos, aquellos que conformar parte de nuestra esencia e identidad. Particularidades en el sentido de que el ser humano, al contrario de otras especies animales con un comportamiento menos variable, es un ser arrojado a la decisión. O lo que es equivalente, debe disponer entre las múltiples opciones que se le presentan y, de esta manera, ir forjando su carácter al tiempo que se inclina hacia una u otra dirección. Es por tanto, el oficio cinematográfico, espejo del tiempo, sociedad y sujetos que lo componen.
Desde otro punto de vista, siguiendo la línea antropológica, el cine, como producto, también supone un apoyo para la investigación. Ésta es otra de las maneras para llegar a los individuos y sus rasgos, a través de la investigación de los objetos que componen su legado cultural e incluso cotidiano. Queda patente que, en este caso, el objeto, es bastante más complicado que una punta de flecha o los vestigios de un antiguo enterramiento, pero finalmente cumple con su función de cara al investigador. Los objetos de estudio quedan empapados del carácter de su creador, de nuestras dimensiones creativas, productivas e incluso sentimentales, en el caso de la producción artística. Supone, de esta forma, una ventana social, del mismo modo que puede resultar de ayuda una excavación arqueológica que permita dilucidar los modos de vida de los sujetos del pasado. Todavía no existe la arqueología aplicada al cine, pero con toda seguridad, a través del legado cinematográfico de las distintas culturas y épocas, se puede hacer un repaso a los cambios sociales acaecidos a lo largo del siglo anterior.
Es, evidentemente, una ayuda de primera mano para conocer estos misterios que nos rodean, una manera de bucear en aquellos aspectos de la humanidad que menos están sometidos a reglamentación y metodología. Por este motivo, por su frescura, diversidad de lenguajes e infinitas posibilidades técnicas, el trabajo cinematográfico se convierte en un agujero desde el que podemos escudriñarnos y hacer una auto-reflexión acerca de aquellos rasgos que nos definen como un cierto ser vivo dentro del reino natural.
Nacho Valdés
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3 comentarios:
No es común relacionar el cine con la antropología, ni mucho menos
utilizarlo como documento histórico, si nos referimos al cine ficcionado. Así planteado, resultará más objetiva la historia a través del cine que de la escritura, pues teniendo una mínima noción sobre lenguaje audiovisual, podremos sesgar lo neutral de lo tendencioso. Y ciertamente, cada película suele representar una época, una cultura y una estética puntual.
Felicidades por haber buscado una perspectiva con la que pocas veces se enfoca al cine y que ha hecho currar a mis pasivas neuronas.
Un abrazo.
Paco.
Me seduce mucho la cuestión que planteas, acerca del estudio antropológico que se deriva del universo cinematográfico.
No hay duda, de que es un completo análisis de la actividad social, no sólo de aquella que se desprende del propio contexto en el que se entronca el hipotético film, sino también del comportamiento y arraigo social que emana de sus autores.
Por fin, hoy, me he deshecho de mis exámenes.
Por fin, hoy, vuelvo a la actividad normal.
A pesar de todo, el blog estaba en
buenas manos.
El lunes regreso con una gran película.
Abrazos.
Gratas noticias las de tu regreso, esperamos esos estimulantes escritos...
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