Sweet Corner Vol. 41
Recesión intelectual
De sobra ha sido comentada la influencia en el mundo actual de los medios audiovisuales para lograr cambiar el destino y opinión de las personas y sociedades. Resulta alarmante, cuando menos, la manifiesta agresividad con que se pueden utilizar estos recursos con fines poco claros y lícitos. Flagrantes son los casos o, por lo menos, a mí me lo parece. Lo curioso es que la masa social no comparte mi opinión y cae bajo la tela de araña que se teje con fines oscuros y con deseos privados de crítica destructiva; ya lo he dicho en multitud de ocasiones, no soy más inteligente, ni más preparado que los demás, pero en ocasiones me siento en una isla desierta cuando me hago cargo de la forma de actuar de mis congéneres. Sé que no estoy solo, que me acompañan desde la lejanía, aunque nuestras voces se ahoguen en el rumor de fondo que barre el espectro catódico.
“Verdades como puños”, es la expresión más cacareada y repetida de los últimos tiempos. Como un taladro me he visto obligado a escucharla una y otra vez para hacer referencia a ciertos canales que utilizan la destrucción como emblema, y la crispación como lema. La consigna es: Destruye, que algo recogeremos. No sé el motivo, mas puedo llegar a imaginármelo. Se está produciendo una ofensiva audiovisual desde la derecha, aparentemente moderada, en pos del bocado electoral que tanto añoran y que hace tiempo perdieron. No quiero con ello defender al gobierno actual, no vaya a ser que se me acuse de proselitismo, pero sí que resulta patente la falta de capacidad de la izquierda española para organizarse, cerrar filas y vencer a la caterva de pseudo-intelectuales que diariamente largan su monserga para aquél que desee escucharla. Yo pensaba que eran pocos, que unos cuantos descarriados ignorantes eran los que ayudaban a levantar este tinglado, pero cuán errado estaba, son legión y se multiplican como esporas.
Debe ser que la derecha más efervescente, la que más ruido hace sin necesidad de decir nada, se ha unido en un intento radical de tumbar al gobierno por las únicas armas que reconocen: la violencia. Tenemos que, al menos reconocer, que se trata en este caso de fanatismo verbal y que no es de tránsito obligado, sino que cada cual se lo administra como bien sabe o puede. He aquí el problema, el personal está inoculándose enormes dosis de estremecimiento social que no lleva más que al miedo y el odio, el riesgo de sobredosis sobrevuela el ambiente. La fractura, sufragada por dosis económicas de la rancia aristocracia social, está servida.
Lo problemático de este asunto es que se hace apología de la destrucción, de la pérdida del diálogo y soluciones. El caso es desarbolar, desarmar y después ya se verá qué se hace con las migajas restantes. Eso es lo que se van a encontrar, dos facciones enfrentadas frente a un plato roto rebosante de restos rancios. Como combustible unos sencillos ingredientes: sofismas, falta de recursos y remedios, diatribas encendidas, falsos ídolos revestidos de pan de oro y, sobre todo, ignorancia a raudales. Sí, esto es lo que alimenta la caldera social a punto de estallar, la falta de conocimiento y sentido común con el peligrosamente juegan estos, en apariencia, reputados pensadores y comunicadores. Tengo la certeza de que la mayoría del público que se nutre de los alimentos descompuestos lanzados desde el escenario no tienen ni la más remota idea de la manipulación a la que están siendo sometidos, de la falta de tacto con la están siendo tratados y de la ausencia de escrúpulos con la que están siendo sometidos al nuevo orden social que lucha denodadamente por hacerse un hueco. Se necesita colaboración, diálogo, dialéctica y esquivar la violencia del signo que sea. Después, en las urnas ya se hablará, pero la destrucción por la destrucción, para que prevalezcan ciertos valores patrimonio de cierta clase social no puede llevar más que a la descomposición social. Espero, y lo digo en serio, que todos aquellos que ven canales como Intereconomía, lo apaguen por un momento y se dediquen a la lectura de un buen libro, que no sea por supuesto de Don José María Aznar o de Jiménez Losantos, aunque ya quedaba claro con el apelativo de “bueno”.
Nacho Valdés
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5 comentarios:
Partiendo de la base de que es real la presión que se ejerce en los medios por acceder al receptor, no es más cierto que es éste el que determina lo que quiere hacerle mella.
La actitud crítica de cada individuo es crucial. El problema es que cada vez andamos más flojos de aquélla, y nos mostramos menos contrarios a nada.
El entorno, la opinión de nuestras personas más afines, también prospera en la posición que detentamos sobre un tema en cuestión.
Para mí, no es tal el poder de persuasión del mensaje que los medios de comunicación emiten desde sus púlpitos.
Lo peor es nuestra actitud pasiva frente a esas violaciones psicológicas.
Gran reflexión.
Abrazos.
Con un poco de cultura y de sentido común se puede hacer frente a la basura mediática, extremadamente tendenciosa y chabacana en caso de la derecha o a la sibilina sodomía pasiva a la que nos quiere someter la pseudoizquierda gobernante. Es curioso, pero en los debates de estos programas suele haber un contertulio "objetivo", tomando lo que debería ser la norma periodística como una excepción.
De todos modos, más allá del cutrerio informativo imperante, lo que me parece claro es que España lleva casi un siglo gobernada por una oligarquía de cerdos distrazada puntualmente de todos los colores del espectro visible.
(y no visible puede que también)
Un escrito muy incisivo y con notable valor literario.
Un abrazo.
Siempre vuestro, Melmoth.
A raíz de la reciente visita de mi suegra (tu abuela, por cierto), que es de esas personas que se toman Intereconomia sin hielo ni nada, he visto de refilón el tema del que hablas.
Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices, pero creo que exageras un poco. No sé si es que yo veo sentido del humor donde no hay, pero creo que programas como este, que caricaturizan una parte de la realidad para contarla bajo un determinado prisma, los hay de la derecha, de la izquierda e incluso de los anarquistas de centro.
No me parece tan serio ni tan amenazante, es como "Escenas de matrimonio", versión política.
Es cierto que manipulan, cuentan las cosas sesgadas, exageran y buscan siempre la manera de reforzar su propio mensaje. Hasta aquí podíamos decir que lo unico que hacemos es definir lo que es propaganda política, con ingredientes que son comunes a todas.
El que a mí me parezca chocante y manifiestamente friki y a tí violento, creo que realmente habla más de nosotros mismos que de la realidad real verdadera, que tampoco estoy muy seguro de que exista.
Y todo esto, por supuesto, no es más que otra opinión.
Besos.
Por Dios, que nadie piense que estoy fragelándome cara a la pared porque exista Intereconomía...
¿Ah no?
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