CELDA 211 Y TRES DÍAS CON LA FAMILIA: Escasas alternativas para valorar el peso de un premio

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Desde la perspectiva cinéfila, observadora ésta por naturaleza, consciente de ella y usándola como punto de partida, analizo con temor las circunstancias adversas por las que los cineastas españoles están pasando: maldigo el momento aciago que protagoniza nuestro cine.
Nunca fui partidario de reconocer el talento de un artista en función de los premios que recibe. Creo que no lo haré nunca. Tampoco lo voy a hacer ahora, al menos en esta ocasión.
De los premios Goya se puede esperar de todo, aunque especialmente significativa fue la ceremonia de este año. Es para estar contento, ya que a pesar del nivel de las propuestas cinematográficas a concurso, siempre resulta cómodo sacar a relucir aquello que parece mejor, sin necesariamente ser muy bueno.

No fue fácil competir en la misma franja horaria, con el "maese fútbol"; plato estrella de los medios de comunicación, el vulgo se hacía eco del partido en el que los mejores perdieron contra los infames, pese a quien pese. Ni siquiera la eliminación de la publicidad, mísera e hipócrita distracción que nos hacía perder el hilo de las películas, beneficiaba la fiesta del cine español, tildada de larga y poco armoniosa.
Quizás, tras varios años perdidos en la isla del hastío, en el 2010 se conjugaron varios factores que propiciaron una grata y satisfactoria gala, destacando al conductor de la misma, Andreu Buenafuente, maestro improvisado de un guión siempre férreo, y que supuso cierto aire limpio e inteligente, carente otros años. Alex de la Iglesia contribuyó masivamente a ensalzar las virtudes de "el cine", aquella disciplina que posibilita la consecución de los sueños, afirmando que nada detiene un rodaje.

De los premiados, me quedo con dos obras, con sus autores, y sus personajes, con su forma de interpretar el cine, con la esperanza que suscita el hecho de tener cineastas españoles nuevos.
La premiada Celda 211, de Daniel Monzón; buena película, articulada en torno a una gran dirección de actores y una interpretación voraz de éstos para con sus personajes.
Luis Tosar confirma el talento que ya de por sí conocíamos, encendiendo al público de la mano de un preso que lidera un motín.
A esto se suma un intenso montaje, repartiendo cada plano a lo largo de la línea de tiempo sutilmente, mezclando las tomas realizadas en cámaras en mano, con cierto desdén, como aparecidas sin criterio, inmiscuyendo al espectador por entre las celdas confusas y vacías.
Me quedo con la propuesta, pese a que no alcanza las cotas que otros films europeos ostentan. Quizás no se puede pedir más, por eso estoy contento.
De la otra película, aquella que recibió el Goya a la mejor dirección novel, supone un alto grado de respiro cinematográfico para aquellos que necesitan de cine; Mar Coll y Tres días con la familia es un fiel retrato costumbrista y moderno de las relaciones humanas entre miembros de un mismo entorno familiar. Gran trabajo para una recién licenciada en dirección de cine, y por supuesto, una gran apuesta de una productora que arriesga con un cine íntimo y humano, para llevarlo a las carteleras españolas: su nombre Escándalo Films.

De lo demás, poco.
Ágora, pretende, pero no abarca aquello que propone; resultado, un guión cojo, ausente de retórica y ritmo cinematográficos. Todavía creo en Amenábar, pese a todo.
Almodovar, volvió para dar, no recibió, y pasó desapercibido como su propuesta fílmica. Se le espera más y mejor. Quizás sea bueno su regreso a la Academia de cine español.
Tan sólo un detalle, vil a mi juicio: Entre les murs no fue reconocida como vencedora entre todas las películas europeas que competían, quizás así se entiende el estado enfermizo de nuestra sociedad, aquella que rechaza su arte.


Giorgio
23/02/2010

4 comentarios:

Nacho dijo...

Soy alérgico a galas, premios y demás farsas con olor a rancio y modelos copiados.

Me quedo con la breve crítica de las películas que citas, ya me han hablado en muchas ocasiones de Celda 211 y el personaje de Malamadre. Habrá que echarle un vistazo.

Abrazos.

Sergio dijo...

El premio de esa gala se lo deberían dar a Andreu, que tiro del carro como nunca. En cuanto a Almodóvar, sólo recordar que en su intervención mostró señas de su apestoso divismo : "teneís un director de la academia muy pesado..." ¿A quién se refiere Almodóvar con lo de teneís? ¿A los españoles? ¿A los cineastas? ¿a la raza humana? ¿ A los heterosexuales? En fin, juro que si un dia me lo encuentro por la calle a él y a la Pe, los tiraré al Túria.
Saludos Giorgio.

Anónimo dijo...

A mí los festivales me aburren y no sé qué porcentaje tienen de "limpieza". No he visto ninguna de las películas premiadas, a ver si me animo a ver cine español, pero mientras haya propuestas internacinales más interesantes, no será una de mis prioridades.

Un abrazo.

Melmoth.

Giorgio dijo...

Bueno, en defensa del cine español, diré que vive muy maniatado por la industria televisiva.
Mientras las televisiones sean las inversoras, tratarán de imponer sus criterios, que no son muy todo cinematográficos.

La gala, quizás es una excusa de promoción, y supongo que son necesarias. Otra cosa es la limpieza a la que se refería Melmoth. Ahí, no estoy tan seguro de que exista un criterio puramente creativo o artístico.

Respecto a Almodóvar, prefiero recordar lo que hizo y puede hacer, que lo que hace. Es un autor peculiar, diferente, y sus películas son de cine.
Me es indiferente lo que haga en su tiempo libre, de la misma manera que me importa un bledo lo que hizo Polanski. A mí, me interesa el cine.

Abrazos a todos.