DAS WEISSE BAND (LA CINTA BLANCA): Sufrir para aprender a hacer daño

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1913. Centro Europa. Un pequeño pueblo situado en el norte alemán, se aproxima lentamente hacia el crudo invierno.Un árbol, una cuerda tensa, un accidente que desploma de su caballo al médico del pueblo. El inicio de todo aquello que permanece oculto en los intestinos de la película.
La vida asceta y el carácter recto, impregnan la educación de los pequeños habitantes de la villa; durante las mañanas y los actos públicos, en la escuela y en el salón de sus casas, delimitado todo ello, en la frontera con el sufrimiento indigno de un ser humano.
De noche, íntimo refugio de la doble moral, subyacen los deseos y demonios, hambrientos de dolor y poder.
Bajo la atenta mirada del barón, amo y señor de las tierras en las que trabajan los campesinos, hombres adultos que doloridos del alma, aran la tierra para sacrificar su vida por el futuro de sus hijos.
De entre las familias, emerge floreciente la figura poderosa del predicador, protestante pastor que recoge a sus fieles, los alberga para ajusticiarlos bajo la palabra de Dios. Y nadie escapa a la ley divina; sobre todo los niños. De esta forma, los menudos pecadores son marcados con estigmas infundidos por aquel que representa la moralidad y la rectitud: una cinta blanca atada alrededor del brazo del infractor resultará impuesta al cometer tal agravio.

Michael Haneke parte en dos la trayectoria delirante del cine europeo del año dos mil nueve, para ofrecer una historia que enfurece y apena las miradas más atentas y optimistas. Inteligente y sutil, pero sobre todo, muy cinematográfico, utiliza todos aquellos recursos con los que nos brinda este arte para narrar historias y transmitir emociones.
Desprende a la imagen de su color real, para trasladarnos a un blanco y negro que tantas veces rodaba Ingmar Bergman con suma pulcritud, pausando la narración mediante un narrador que por un momento es omnisciente y de otro lado se muestra ausente.
El blanco y negro posee una atracción visual mayor en sus formas, en sus texturas, otorgando más peso a las sombras provocadas por la iluminación. De éstas, se desprende inquietud, una intriga constatada a lo largo del film, por todos los parajes por donde transcurre la película. Cada paisaje nevado, deleita por su enconada belleza y virginal espesura blanca, y por la intrigante y pérfida naturaleza humana. La consciencia y la inconsciencia, son capitales en la presentación visual de los ambientes: los niños ofrecen una doble mirada, llena de obstáculos para el observador que trata de interpretar. Esa dicotomía queda reforzada por la naturaleza visual que posee una imagen en blanco y negro.

Ningún plano sobrepasa su duración de los límites estrictos, aquellos segundos en los que las sensaciones quedan perfectamente insertas en el corazón del incauto espectador. Movimientos suaves, estables, atraviesan los lugares donde transcurre la acción desde una focalización cero, aquel punto de vista que se define como el más objetivo.
Sin tomar partido, muestra y demuestra las actitudes que forjan dolor; siempre firme, el plano sostiene un tempo grato, ajustado con el que precede para dar paso al siguiente con armonía y pasión.
Todas las secuencias se perfilan con autonomía propia, ninguna es vana, y todas conforman una película ensayada por inteligente, sin menosprecio y con un talento desorbitado.

Cualquier aficionado al cine que se preste a serlo, debe pasar por la butaca para observar esta película. Trascendental para los amantes de este arte, que necesita de "Michaels Hanekes" para fortalecer la idea y la concepción de creer en las historias, olvidando los artificios.
Nunca ninguna obra posee tantos argumentos a su favor, como Das weisse Band de Michael Haneke.


Giorgio
01/02/2010



Fuente: Golem

2 comentarios:

nacho dijo...

Magistral primer párrafo, y lo digo sin ánimo de dorarte la píldora. Muy bueno.

Ya me habían recomendado este film y el escrito me ha llamado poderosamente la atención.
Más allá de la técnica, me quedo con la idea de pecado y estigmatización que subyace a este argumento, que parece que es de los que me gustan.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Pues a mí tanto por la temática como por el trailer esta película me remite a Dreyer, por lo que no tendré más remedio que descargármela o incluso ¡pagar! por verla en algún cine.
Un artículo repleto de técnica depurada.

Un abrazo.