"Y el hombre que sepa guardar sus recuerdos, a través de cuantas vicisitudes sufra durante su vida, se salvará." Fedor Dostoievski
En el inicio del siglo XX el grupo Photo-Secession, creado por Alfred Stieglitz, iniciaba una encarnada lucha por elevar a categoría de arte, la disciplina que con tanto ahínco había acogido en su seno,transformando la concepción de la fotografía en "un medio distintivo de expresión individual." Aún en paños menores, la nueva disciplina buscaba conformarse como tal, y al menos en los primeros años, copiaba las formas que la pintura proporcionaba, utilizando sus armas, sus herramientas, los modos y formas de hacer; de esta forma, el pictorialismo, corriente asociada a esta manera de fotografiar, dominaba el panorama fotográfico del período de entre siglos: apenas encontramos diferencias entre ambas disciplinas.
La fotografía directa llegó después, y fue A. Stieglitz uno de sus precursores. La mirada de las nuevas fotografías hacían hincapié en aquellas porciones de la realidad que conformaban el abanico de la vida ordinaria, de la rutina que una ciudad emanaba: sus trabajadores, sus calles, sus edificios en construcción.
New York era el escenario, la 291 fue el espacio que A. Stieglitz utilizaba para dar cabida a exposiciones que suponían un vertido sustancial de una emergente forma de arte; todo aquel que pasaba por la Little Galleries de la Photo-Secession en el 291 de la Quinta Avenida, podría observar el desarrollo de nuevos puntos de vista.
Es el encuadre y la temática que estos nuevos fotógrafos desarrollaban, lo que les distinguía de la fotografía realizada hasta ese momento.
Una buena muestra de ello acontece en la imagen que precede; el invierno cubre el asfalto de la quinta avenida, una atmósfera gélida y nevada, hasta un punto dotada de irrealidad gracias a que la nieve se difumina por buena parte de la imagen. El carro de caballos lucha por avanzar entre la tempestad, ligeramente ubicada a la izquierda de la imagen, en una de esas líneas de fuerza, secundado por una maraña de líneas verticales que los edificios del fondo nos proporcionan: las huellas del primer plano, parecen descifrar la dirección que ha de tomar el carro, así como nos muestran la dirección de lectura.
Otra muestra; una más. La locomotora avanza por el encuadre, atravesando todas esas líneas diagonales que forman las vías del tren. Dinamismo hecho realidad; la masa de humo blanco que prepondera hacia una de las líneas de fuerza horizontal, provoca la sensación de movimiento.
De nuevo de manera directa; buscando rescatar una pequeña escena, cotidiana, de aquello que transcurre por uno de tantos inviernos en una estación neoyorquina.
Para disfrutar de A.Stieglitz, tan sólo basta con mirar la fotografía, y a continuación leer la fecha; 1903, la de la imagen anterior. Insólita la capacidad de este fotógrafo para dotar a la fotografía de personalidad; le otorgó algo que ninguna otra disciplina te puede ofrecer: captar algo inmediato, un instante que no ocurrirá de otra manera jamás.
Última obra, no por ello menos representativa o cuidada en su forma. Líneas verticales rigorosas, elegantes edificios que se elevan impetuosamente hacia el cielo, en profundidad, mientras que el agua del primer tercio horizontal nos impone el dinamismo carente en aquéllos. La percepción del humo blanco que se sucede en el tercio superior del encuadre, provoca un ritmo causado por las direcciones dispares que toma esa densa y profunda fumarola.
Alfred Stieglitz cultivó su profesión de manera sesuda, buscando aunar la técnica propia de la fotografía con un estilo diferente, producto de esa combinación impactó al mundo con una forma de crear imágenes inédita hasta ese momento. Pese a todo, trató de comulgar las diferentes corrientes que pululaban por el universo fotográfico, y sobre todo, promover la fotografía por encima de todo, incluso de su propio estilo.
Giorgio
19/10/2009
5 comentarios:
Siempre me ha fascinado descubrir mediante la fotografía detalles antropológicos soprendentes. Por ejemplo, comprobar que sólo 70 años después de la muerte de Napoleón se alzaban moles inmenas de metal en New York. Ver combinados rascacielos con carromatos en el siglo XIX no tiene precio.
Brillante lección de interpretación fotográfica, profe, me has hecho rememorar el siempre fascinante mundo de las líneas de fuerza y los tercios. Esas cosas que estudiábamos cuando eramos jóvenes.
Un abrazo.
Melmoth.
Una gran lección de fotografía condensada en unas pocas líneas. Muy interesante, voy a recomendar este artículo a mis alumnos.
Por otro lado, muy evocadoras las imágenes que acompañan al escrito. Me ha gustado mucho, sobre todo por los recuerdos de la ciudad.
Abrazos.
Las fotos y el artículo están geniales. Me quedo con la primera, la del carro, pues me hace recordar el gran relato de Chejov de "Tristeza".
Emocionante como siempre, gran Giorgio.
Querido Jorge, creo que este artículo es el que más me ha gustado POR AHORA de todos los que has hecho. Me han gustado mucho las fotos y como siempre leerte resulta super enriquecedor.
Un beso.
Laura.
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