RAN; pura arquitectura visual
de Akira Kurosawa
Talento a borbotones, agudeza intelectual, espiritualidad y sacrificio son cuatro cualidades raramente intrínsecas en una sola persona, pero si ésta tiene el tiempo y la ocasión para aunarlas en una misma obra, los resultados pueden llegan a ser de un calibre demoledor. Diez años tardó Kurosawa en dibujar, literalmente, “Ran”. La consecuencia es un film de una calidad pictórica insuperable, una coreografía bélica fascinante y estremecedora, un poema de la decadencia humana aplicada al mundo de la guerra. La pólvora, el fuego, el color de la sangre y de los estandartes se derraman como una marea por la gran pantalla. Las líneas de fuerza avanzan y se contraen en una perfecta sinfonía, las escenas de combate son un primoroso cuadro en movimiento que cada vez va adquiriendo mayor contundencia y significado.
Inspirada en un relato de William Shakespeare, extrapolado al medievo japonés, “Ran” narra la aniquilación de una dinastía tras ser dividida entre los vástagos de un mismo señor. El odio, la arrogancia y los enfermizos deseos de poder, ponen al borde del precipicio un imperio creado a sangre y fuego. Kurosawa presenta un mundo en debacle espiritual, donde el ser humano sucumbe ante las leyes cíclicas, perdiendo la noción de Dios y precipitándose sobre el inframundo. Es la instauración del “Kali Yuga”, un ciclo presente en todas las tradiciones antiguas, cuyo equivalente en Occidente puede ser la Edad de Hierro de la Grecia Clásica. Con una carga simbólica posiblemente ajena a quién no tenga nociones sobre los dogmas orientales, “Ran” admite interpretaciones desde distintos ángulos. Cualquiera de sus numerosas virtudes es suficiente reclamo para apreciarla. Visual y metafóricamente estamos ante una obra mayúscula, sublime en la forma y trascendente en el mensaje. El empleo de la música es de una precisión quirúrgica, ningún acorde está fuera de lugar. Los diálogos siguen el mismo patrón, y en ciento cincuenta minutos de metraje ninguno resulta vano, es más, la magnitud filosófica de buena parte de ellos es incontestable. Amparada en una fotografía capaz de poetizar lo siniestro y atribuir a la guerra un valor estético inigualable, Kurosawa sella una composición de talla universal, referente del cine épico de todos los tiempos. Asimismo, rinde un pequeño homenaje a Shakespeare, aplicando circunstancialmente a la película un estilo teatral, incluso paródico, de la que la misma no se resiente.
Aire, agua, tierra y fuego. Los cuatro elementos están representados literal y simbólicamente en “ Ran”. Todos confluyen a la vez en la batalla, conjurándose para hacer descender al hombre, postrado en carne viva ante el abismo, aguardando a que el espacio derrote al tiempo, y de esta manera, volver a renacer en la Edad de Oro.
Melmoth
26/10/2009
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2 comentarios:
Aunque no sea un gran entendido en este creador, sí he visto algunas de sus películas, Ran entre ellas.
Como bien dices no deja indiferente por su colorido, majestuosidad y narrativa elevada. ME parece una de esas obras imperecederas que condesan todos los elementos trágicos que el ser humano ha reunido a lo largo de centurias de literatura. Increíble, no puedo decir otra cosa de este film del enorme Kurosawa.
Si a alguien le pasa desapercibido este trabajo, si no lo comprende o no lo comparte, desde mi opinión, es que le falta capacidad y cultura para asimilarlo.
Buen artículo. Enhorabuena.
Abrazos.
Buen aroma desprende tu artículo, así como la película y el director.
Kurosawa es un maestro, y por eso aprendo siempre y mucho de él.
He seguido de lejos su trayectoria, picando entre horas en sus películas, y siempre de buen agrado las he acogido entre mis brazos.
Reconozco que Ran es sublime, quizás demasiado metraje, pero lo conjuga bien con el ritmo de montaje.
Otras perlas son muchas; a mí me llegaron hondo Rashōmon y Dersu Uzala. Gigantes films.
De nuevo excelente artículo. Cada vez mejor.
Creo que te viene bien llegar tarde a tu cita semanal.
¡¡Continúa haciéndolo!!!
Un abrazo,
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