El Espejo Asiático Vol. 8

|

3-IRON; estados paralelos de conciencia

De Kim Ki-Duk

En la jerga del golf, “hierro 3” es el palo menos usado. Que un director de cine, que en sus años de juventud ha servido como militar en el ejército surcoreano y como acólito en un monasterio budista, firme una producción con este título, cuanto menos, resulta desconcertante. Añadir que Kim Ki-Duk, se inició en la esfera cinematográfica siendo un auténtico profano del medio, tras concluir sus actividades religiosas. Si el triángulo equilátero ejército-religión-cine nos resulta llamativo, el film del director surcoreano no nos defraudará. Violencia exacerbada y espiritualidad sin fronteras son las dos premisas en que basa su trabajo. Pero, ¿qué tiene que ver el golf con todo esto?. Sinceramente, no lo sé.

Un guión y una realización en que conceptos tan dispares como nihilismo y meditación campan a sus anchas, o terminan comulgando de una manera estrambótica, hace recomendable afrontar esta película con una buena dosis de templanza y paciencia.

La historia de amor silenciosa de un vagabundo, que duerme en casas ajenas aprovechando la ausencia de sus dueños y como contraprestación moral realiza arreglos en ellas, y de una modelo maltratada en proceso terminal de decadencia, es el hilo argumental de “3-Iron”. La originalidad de la sinopsis es un punto a favor para los cinéfilos. Comprobar como alguien intenta salir airoso de semejante trámite narrativo pone en guardia nuestras neuronas. Para más inri, los protagonistas principales sólo vierten saliva para besarse, ya que usan el silencio como herramienta existencial. Resultar ileso de esta emboscada hecha guión sólo es digno de un escapista, pero Kim Ki-Duk consigue solventar la papeleta.

Pese a una dirección sobria y una planificación sencilla, muchas secuencias resultan inclasificables. Asistimos simultáneamente a una lección de “venganza romántica” a la coreana, a pequeños retazos de introspección mística y a continuos ejemplos de cómo golpear a la bola con un “hierro 3” para herir al prójimo

La dualidad que presenta el realizador asiático entre espíritu y materia es extrema. La alegoría de cómo dos seres puros interaccionan con la sociedad actual, la manera de sobrevivir obstinándose en el silencio como defensa e intentando gravitar ante las circunstancias, es el fundamento vital y filosófico que Kim Ki-Duk nos propone.

Sorprendentemente, a pesar de no parecer creíble en muchos pasajes, excesivamente maniqueísta en otros, infantil y absurda por doquier, el resultado global es satisfactorio. Con un uso de los actores absolutamente iconográfico, bella y catatónica dentro de un gran desorden, “3-Iron” filtra un mensaje poético y trascendente sobre los estados de conciencia del ser humano y la agresión del mundo exterior ante aquéllos que no saben o no desean adaptarse a él.

Reconocido internacionalmente tras varios años, Kim Ki-Duk provoca con su trabajo, incitando visceralmente a adentrarse en el resto de su filmografía.

Melmoth

15/12/2009

2 comentarios:

Giorgio dijo...

"3-Iron" es una gran película.
Su narración parte de una estructura usual para salpicar retazos de subconsciente: pensamiento y rutina.
La reflexión y el silencio, conceptos de los que parte el director para encontrar el camino.
Todo es metáfora en el film, a pesar de provocar cierta sensación de desánimo, a lo que contribuye la gran cantidad de escenas nocturnas, no es una película desdeñosa.

El artículo refleja bien las impresiones que incita la película.

Abrazos.

nacho dijo...

Más que una sinopsis, parece un juego de palabras. Me asalta la curiosidad con el planteamiento de este film que, por otro lado, parece salirse de las sendas trilladas de la narrativa.

Como de costumbre un muy buen artículo. Enhorabuena.

Abrazos.