Sweet Corner Vol. 40
Monopolio
Tema preocupante y actual es el de la capitalización de la imagen por parte del Estado o de intereses privados, en la sociedad cada día más globalizada en la que estamos insertos se erige, como elemento capital, el tratamiento de la información visual para intereses particulares. Esta temática, que no es novedosa, ya fue tratada por George Orwell en 1984, o de manera práctica por los regímenes totalitaristas como el franquismo, con su NODO, o por el aparato publicitario Nacionalsocialista que realizó enormes esfuerzos documentales para mayor gloria de su concepción de la realidad. Incluso los Estados Unidos, abanderados de la democracia más recalcitrante, saben que el uso y transformación de la imagen para el beneficio propio está justificado, o incluso, es necesario. En este sentido hay un sin número de producciones cinematográficas, de falsos documentales o, incluso, de dibujos animados, que sirven de acicate para el ensalzamiento de la Nación y abonan el terreno para transformar ideas, mentes y personas.
Sí, cualquier gran movimiento debe valerse de la publicidad, la fuerza sin convencimiento es estéril, vacía de contenido y, en último término, se volverá contra sus propios creadores. La manipulación de la imagen, de la información, el filtro desde arriba se ve como imprescindible para el adoctrinamiento, el moldeo y transformación de individuos que, con posterioridad se convertirán en la masa ciega que de sustento a cualquier tipo de organización que se precie de serlo. Es por tanto, éste, un tema de la más rabiosa actualidad, algo sobre lo que vale la pena reflexionar.
Existen innumerables ejemplos históricos recientes en los que se manipula, trastoca y vicia la imagen objetiva. Bajo el falso rótulo de periodismo, documental o ficción se sugestiona al personal para que caiga bajo los interesados influjos de aquellos que mueven la sociedad. No sé hasta qué punto sucede este hecho, pero tengo la certeza de que más de lo que sospechamos. España no supone una excepción en este sentido, las Faes aznarianas o cualquier grupo de presión utilizan, de manera habitual, el trabajo audiovisual como excusa de coherencia y verosimilitud. Todo un peligro para aquellos más sensibles a la recepción audiovisual.
En el otro polo se encuentra el control visual como punto de toque para la seguridad ciudadana, se multiplican por doquier las cámaras y las grabaciones para mantener a buen recaudo los intereses particulares de cualquiera que pueda pagar este tipo de servicios. Últimamente, los informativos se han convertido en caldo de cultivo para todo tipo de grabaciones amateur o estáticas que nos muestran aspectos cotidianos o extraordinarios del mundo en el que estamos insertos. Da vértigo la existencia de una infinidad de ojos secretos y privados que atisban a la población allá donde vaya, cualquier movimiento de la ciudadanía es grabado, archivado y en algunos casos utilizados. No cabe duda de que esta aplicación tiene connotaciones positivas, que sirven en algunos casos como aparato disuasorio y, en otros, como arma de doble filo en el que nuestra acción es estudiada con detalle. ¿Estamos ante otra forma de totalitarismo? Es difícil determinarlo, pero sin duda la dictadura de la imagen está presenta en la organización tecnocrática y positivista que supone nuestra cultura actual. Da la sensación de que es el cientificismo el que rige nuestro destino, que el sentimentalismo y otras dimensiones humanas quedan desterradas por la eficacia de los recursos mecánicos con los que contamos. Estamos, por tanto, ante una forma de control social, que como todas las existentes hasta la fecha, cuenta con aspectos destacables y con otros detestables.
Por supuesto es dificultoso encontrar algo realmente novedoso en esta temática, obviando los aspectos técnicos, este mismo asunto ya fue abordado por el utilitarista inglés Jeremy Bentham en su texto El panóptico.
En definitiva, tendremos que estar atentos a los nuevos artificios visuales que nos depare el futuro.
Nacho Valdés
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2 comentarios:
sinceramente no sé si hay más delincuentes en las altas esferas o en las bajas, por lo que me crea desconfianza que nos tengan tan controlados. Esto es un gran hermano globalizado y va a ir a peor. La intimidad y el derecho humano fundamental de poder borrarse del mapa, empiezan a ser una quimera.
Acertada reflexión y muy buen artículo.
Abrazos y ebrias navidades.
Melmoth.
Lo que aparece constatado fotográfica o audiovisualmente, adquiere la categoría de verdadero, por la imposición del concepto de que aquello que veo es real.
Creo que no hay nada más manipulable y falso que las imágenes.
Por otro lado, partiendo de la base de que todo tiene un objetivo, lo que no está claro es la finalidad que buscan con el control audiovisual de nuestras calles.
Opino que inducirnos miedo.
Abrazos.
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