UN PROPHÈTE: Inspiración interior entre los muros carcelarios

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En la cárcel todo se mueve distinto, las normas impuestas de los que no residen dentro, carecen de valor para los inquilinos de las celdas y sus perennes captores. Un control disfrazado, exento de normas soberanas, tan sólo reglas tácitas escritas en los ojos de aquellos que circulan por el interior de los pesados y manchados muros.
El crisol de razas y culturas que representa cada país europeo, y en mayor medida Francia, refleja las pasiones contenidas, las disensiones que entre aquéllas, afloran con menos cinismo e ironía. Nada se confunde, el odio queda demostrado fehacientemente y sin remilgos en el único escenario donde el ritmo vital desciende y las miradas se cruzan hasta tocarse; en el patio, donde el cielo asoma como testigo mudo de la lucha continua por sobrevivir.

Un día cualquiera. Nuevo inquilino. La narración comienza en el instante del ingreso de un preso, anónimo, quizás mató algún policía, no conocemos más. Pequeños detalles desgranan las características del personaje, su falta de educación, su rasgos árabes, su mirada caída por su menuda edad; todo se alza despacio frente a él, pero de forma fortuita y violenta.
Desde la primera secuencia, el director Jacques Audiard trata de desprender un desprecio provocativo en la realización de cada plano; con cada movimiento brusco, se inicia una búsqueda de la realidad captada en cada instante, con cada porción, la película impacta aleatoriamente en los personajes y en los expectantes ojos que miran el film.
Nuestro hilo conductor, se desplaza dentro del propio personaje, de sus vivencias, de sus golpes encajados, variando la percepción que tenemos de su propia visión condicionando las sensaciones que trasmite. Desde esa focalización interna, el espectador aprende de la mano del personaje, sin más, nunca se nos ofrece nada más allá del propio conocimiento del mismo.
A ello contribuye la mirada de la cámara, en corto, áspera, con repentina virulencia, agradecida de lo que acontece cerca de ella; ningún elemento o situación del encuadre, paraliza el motor de la cámara, la vida se sucede delante de ella sin artificio alguno.


Toda la puesta en escena es sucia, proporciona una rigidez ambiental que supone una tensión constante de la acción que trasncurre en pantalla. Está circunscrito en el subtexto del guión, que aquello de lo que no se habla, se muestre con imágenes; o con la ausencia de ellas.
Es por eso que la fotografía roza los límites de luminosidad en cierto momentos, impidiendo ver la totalidad de los encuadres, quemando la imagen parcialmente, en las ventanas, en las luces que recortan el patio de la prisión, ofreciendo de nuevo aquella brusquedad de la que citaba antes, a costa de sacrificar el detalle en esas zonas. Acompañada de una desaturación en el color que enfría y crea un ambiente desapacible, la elección de los ángulos de cámara, también garantiza la objetividad. Nada empaña la necesidad de crear en la objetividad, la construcción de una historia que encierra situaciones sicológicas desenvueltas en un clima de pasividad real.
Gracias al ritmo que el montaje perfila, la narración altera su velocidad en cada momento necesario, partiendo de un ritmo interno ya de por sí tortuoso. Los planos se mezclan uno tras otro, desordenadamente bajo un control total que emerge por los cambios sicológicos del personaje principal.

Seis años de condena y un asesinato preliminar, provocan en el camino del personaje una transformación en su forma de afrontar su vida. Un profeta que se modela golpe a golpe, que mantiene su autonomía y que sobrevive gracias a lo que nadie puede hacer. Grandísimo trabajo fílmico que roza momentos de virtuosismo extremo y flagrante talento.

Giorgio
21/12/2009


2 comentarios:

Nacho dijo...

Buen artículo que me deja con ganas de más. La atmósfera me queda clara, pero no soy capaz de desentrañar la trama. Supongo que eso era lo que querías.

Bueno amigo, felicidades por el escrito y nos vemos pasado mañana.

Besos.

Anónimo dijo...

Según cuentas es una película dura y sucia. La contundencia bien ejecutada visualmente es un reclamo para mí. Tendré que ver el trailer.
Interesante artículo.

Un abrazo.