HENRI CARTIER-BRESSON: La realidad captada en el momento decisivo

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“Para mí, la fotografía es situar la cabeza, el corazón y los ojos en la misma línea visual. Es un estilo de vida” Henri Cartier-Bresson

Son pocos los que dentro de la aventura de hacer fotografías, conocen el valor de acercarse con tan sólo una cámara de fotos, para captar el momento preciso en el que la escena, reproduce para ti, un único instante tan delicado y sugerente, que no sucederá jamás.
Es por ello que Henri Cartier-Bresson se convierte en maestro de todos, precisamente en el quehacer de captar, lo que posteriormente denominará después, "el momento decisivo".

Henri Cartier-Bresson, se ha descrito a si mismo como un foto-reportero, una etiqueta dudosa y no menos equívoca que cualquier otra disponible.
Para poner una identificación en una perspectiva más completa, se podría agregar que es probablemente el único foto-reportero que estudió pintura con André Lhote, el académico más importante del cubismo, o también que relativamente pocas de sus imágenes están relacionadas con eventos periodísticos en el sentido tradicional. También es cierto que muchas de sus mejores fotografías han sido hechas no por encargo, sino más bien por la fascinación de un “amateur” por el mundo a su alrededor; pero esto también vale para muchos fotógrafos importantes.
El mejor trabajo de un fotógrafo es generalmente hecho para él mismo.

Sin minimizar el valor de su trabajo como reportaje, debemos recalcar que las fotografías de Cartier-Bresson son reverenciadas por otros fotógrafos porque son esencialmente bellas. Poseen gracia, equilibrio, sorpresa, economía, tensión y un chispazo visual: las cualidades de un buen gimnasta o bailarín. O las cualidades de una buena imagen.
Esto no es para sugerir que las fotografías de Cartier-Bresson sean abstracciones. Surgen de una respuesta a una vida específica; su elocuencia formal es un tributo a su sentido humano. Si fueran menos que eso, para Cartier-Bresson, serían soluciones sin problemas.
Bresson insistió constantemente sobre el hecho de que es imposible aprender el arte de la fotografía. El tenía talento de comprender rápidamente las cosas, al mismo tiempo que una extraordinaria capacidad de reacción. Poseía un instinto que le hacía encontrarse siempre en el lugar apropiado, para apretar el disparador cuando la situación alcanzaba su punto culminante.
Es así como consiguió arrancarle una mueca de realidad al pasado, de reproducir una imagen fiel de la realidad, que es capaz de decir la verdad.
Su forma de fotografiar sólo se concibe a partir de este postulado. Porque el instante del que hablamos, considerado “decisivo”, lo es únicamente en el contexto de una situación vivida: para ser comprendido, debe tener una relación directa con la realidad.

De todas las fotografías, de todas aquellas obras que pululan por el universo Bresson, son muchas las que merecen citarse; toda su obra es un conjunto de acertados disparos, precisas miradas en un momento concreto que hace de su trabajo, un ejemplo de talento y tesón. Siempre al servicio de la fotografía; del arte de fotografiar.




La fotografía que he seleccionado, es una de las mejoras muestras de lo que Bresson denominó y le definió como fotógrafo: el momento decisivo. Cartier-Bresson eleva a la máxima expresión el concepto que utilizó como herramienta de trabajo.
En esta fotografía, el autor esperó el momento en el que la hilera de niños atravesaba su encuadre, trazando una línea de fuerza en la imagen, un vector direccional que marca el orden de lectura.
El instante en el que los niños huyen por entre las ruinas del edificio, deja entrever la fuerza de esa juventud, a pesar de la miseria que se respira en el ambiente. Es una fotografía que parece quedar reencuadrada a través del marco de esa ventana, demolida en este caso; parece una escena captada desde los ojos del espectador, como si te adentrases a ver lo que ocurre en el interior de esas ruinas.
La composición es absolutamente natural, carece de artificio, y utiliza las líneas que le proporciona la propia escena para crear un entorno que parece recortado por el ojo humano, de la realidad mundana. La técnica, en base a la exposición con una gama tonal de grises muy elevada, así como un contraste suficiente, dotan a la escena de un volumen y una profundidad muy alta.

Henri Cartier-Bresson murió en agosto de 2004, finalizando así su carrera fotográfica, que hasta el último momento alargó, sin dejar de mirar la escena como siempre la observó; preciso, talentoso, disparando sus fotografías como un acto reflejo, esquivando todo lo que restaba interés a su fotografía, para obsequiarnos con lo más llamativo, componiendo a lo largo de su encuadre para resultar tan real, como nuestra propia mirada.


Giorgio
08/04/2009

2 comentarios:

Nacho dijo...

Supongo que es el "momento decisivo" el que marca la diferencia entre algo bueno y algo convencional.
Interesante artículo y como de costumbre acompañado de una excelente prosa.
Enhorabuena.

Giorgio dijo...

La verdad es que a pesar de que el dominio de la técnica fotográfica es muy importante, al final, lo que determina si una fotografía habla por sí sola, es ese pedazito de realidad que congelas dentro de tu encuadre.

Un abrazo tio