LEJOS DE LA TIERRA QUEMADA: De la destrucción del binomio Arriaga-Iñarritu

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Cuando el ego supera los cánones éticos del discurso humano, en ese instante, una vez alcanzado el estado de irrealidad, la inconsciencia entra en escena para consagrarse como actriz principal.
Tanto Guillermo Arriaga como Alejandro Gómez Iñarritu son dos ególatras, no cabe duda; su binomio creativo, el primero como guionista y el segundo como director, nos dejó una de las trilogías sobre la muerte más aclamadas de los últimos tiempos: Amores perros, 21 Gramos y Babel. Todas secundadas por un excelente equipo técnico y buenos actores, giran en torno a un episodio traumático, a través del cual se articulan tres o cuatro historias, unidas entre sí aunque diferenciadas cada una de ellas.

Con esta estructura reaparece en las pantallas Guillermo Arriaga y su Lejos de la tierra quemada, esta vez con una notable diferencia, y es que a la escritura del guión, se le suma la dirección de la película. Quizás por ello, es inevitable la comparativa con la de su, hasta hace un par de años, amigo A.G. Iñarritu; ambos formaban una pareja creativa casi perfecta, entrelazando las historias en el papel, en las imágenes.
Lejos de la tierra quemada, cuenta tres historias separadas, aunque conformadas en una sola, a través uno de los personajes; por un lado está la historia de una mujer americana, que se encarga de dirigir un restaurante de alto nivel; por otro lado, tenemos la historia de dos amantes que terminan calcinados en una caravana; por último la historia de un piloto, que fumiga con su avión los extensos campos de cultivo mexicano.

Arriaga conjuga algo de aquel binomio, y carece de elementos con los que trabajaban hace unos años; pero por encima de todo, estamos ante otra buena historia, muy bien narrada, con amplias descripciones de los hechos, cortadas éstas y cercenados los otros, mostrando pequeñas gotas de todo, para no contar nada; desde lejos aunque adentrándose en la línea argumental, haciéndolo pacientemente, llevando el suspense de lado a lado, cambiando espacial y temporalmente la acción, para detenerla después.
Todo esto, supone un tipo de estructura, bien usada anteriormente en las películas que citaba al principio del artículo, que lleva todo el peso de la narración al montaje; la edición de la película es una seña de identidad que presupone el conocimiento del mismo al espectador, aunque se aprecian notables cambios.
Los grandes planos mantienen un tiempo bastante largo, es agradecido de mirar, de observar la acción desde tan lejos; para los planos cortos utiliza todo lo largo que le da el formato alargado, el cinemascope (2.35:1), permitiendo una gran amplitud en las miradas de los personajes hacia el fuera de campo, es decir, fuera de los límites del encuadre.


Donde más acuso la falta de ritmo, del ritmo interno, el que tiene que ver con la propia acción de cada plano, es cuando la cámara se mueve, avanza, se desplaza sobre su propio eje, y más aún, en el tipo de plano denominado "cámara en mano"; la naturaleza propia de este tipo de plano, con esa violencia en su movimiento, no se mantiene a lo largo de la película, causando una pequeña parálisis rítmica.
Analizando cada historia por separado, la película se mantiene muy bien a lo largo del metraje, pero es en la conjunción de cada una de ellas, donde se aprecia un salto cualitativo, ya que parecen estar montadas como si de una sola historia se tratase, lo que otorga una gran continuidad a la acción.

Arriaga consigue desembarazarse de la sombra de Iñarritu de manera cómoda, ligera, dejando atrás todo lo que aquél significa, para conformarse como un director de cine en toda regla.
Estoy deseoso de ver la película que Iñarritu ha finalizado, llamada Biutiful, para analizar si trabaja también sin Arriaga, como éste lo ha hecho sin él.

Giorgio
06/04/2009




Fuente: Youtube

1 comentarios:

Nacho dijo...

Una lástima que este tándem se haya disuelto, espero que cada uno por separado de la talla.

Para mi gusto, Arriaga y los guiones eran los que llevaban el peso de la película (sin intentar quitarle peso a la dirección), otra posibilidad es que yo sea partidista y me fije más en lo que a mí me interesa. La última opción es que la dirección de Iñarritu sea tan buena que haga todo fluido y como sin esfuerzo, de esta forma pasaría desapercibido para mí.

En fin, que estoy rajando demasiado. Besos y a ver si nos podemos ver pronto, que ya hay ganas.