Sweet Corner Vol. 7

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Evolución

La gente como yo, nacida a finales de los setenta, ha sido testigo de cómo ha ido creciendo la industria del entretenimiento en base a una premisa muy sencilla: En casa se está de puta madre. Sí, afirmo que lo que se persigue es el consumo hogareño de productos que nos hagan pasar un rato tranquilo sentados en nuestro sofá. Se trata del sedentarismo más estricto, de la eliminación de los grandes espectáculos en pos de los micromundos en los que todos nos desenvolvemos. Reconozco que en ciertas ocasiones es una maravilla tener un buen equipo de audio, una pantalla plana, unas cervezas y un asiento cómodo; pero no hay nada como salir al exterior a relacionarse y ver en pantalla enorme una buena película.

A eso de mediados de los ochenta se produjo una revolución que se suponía iba a acabar con el cine tal y como lo conocíamos, había nacido el video y llegó a España el concepto de alquiler de películas. Después de varios intentos con diferentes soportes como el Sistema 2000 o Beta, fue el VHS el que se llevó el gato al agua y se impuso a sus competidores. Nunca comprendí el motivo, las cintas tenían menos metraje y eran enormes en comparación con el extinto Beta. El caso es que se comenzó a imponer una nueva manera de consumir cine, se alquilaba una cinta, se tumbaba uno en su sillón e intentaba con el pobre sonido e imagen disfrutar de lo que se veía en la pequeña pantalla.

Con el tiempo se dio paso al DVD, un pequeño disco en el que cabía gran cantidad de información. Mejor sonido, subtítulos, mejor imagen, opciones de idiomas, extras, entrevistas y un sin fin de novedades que en un principio nos dejaron aturdidos. Con el tiempo los precios se democratizaron y nos fuimos acostumbrando a los nuevos aires que llegaban a la industria del entretenimiento, pero la premisa seguía siendo la misma: quédate en casa que vas a estar mejor. Incluso comenzaron a utilizarse los títulos de Disney para idiotizar a los hijos, nada como conectar el DVD con una película para niños para tenerlos toda la tarde babeando frente al televisor. Hoy por hoy, este sistema parece que está llegando a su fin, ya nos están mentalizando para la llegada del Blue-ray que parece que va a ser la panacea y la solución a todos nuestros problemas.

En los últimos años el asunto se ha disparado, la llegada de Internet ha revolucionado el panorama audiovisual. En la Red podemos encontrar todo tipo de productos, subproductos y demás historias en todo tipo de calidades, formatos e idiomas. Por un lado nos da acceso a todas las producciones existentes, a los clásicos, a los últimos estrenos y a todo lo que acontece en el mundo del cine. En este sentido me parece una ayuda y una llave que nos permite el acceso a la cultura viva del siglo XX; por otro lado, hay un asunto que no comprendo. ¿Cómo es posible que gente que se gasta miles de euros en tecnología puntera vea películas con calidad de sonido e imagen paupérrimos? No tengo contestación, pero a mí es algo que me revienta. Cuando te pasan un estreno y está grabado directamente de la pantalla del cine, que tienes que aguantar como se levantan a mear o tosen aquellos que realmente estaban viendo la película cuando fue pirateada. En fin, cosas de la técnica y misterios del mundo moderno.
Desde aquí emplazo a todo el mundo a darse un vuelta, a bajar el cine, a relacionarse y tomar el aíre; ya veréis como os satisface.

Nacho Valdés

3 comentarios:

Giorgio dijo...

Evidentemente no hay comparación; no hay nada como asistir a un acontecimiento in situ: película en el cine, concierto de música en directo, o partido de fútbol o tenis.
La respuesta a tu pregunta, quizás sea que es gratis; todo aquello gratuito o barato es canela en rama, como diría mi abuelo.
Supongo que en parte, los altos precios del cine, teatro, incluso del ZOO (18€ en Madrid) contribuye a quedarse en casa y verlo gratis.
Aunque se vea peor, o tengas que aguantar un ronquido perenne toda la película.

Besos.

Nacho dijo...

"Canela en rama", me encanta esta expresión de tu abuelo. Cuanta sabiduría se condensa en nuestros mayores.

Besos.

Anónimo dijo...

Asistir al evento es lo mejor, incluso cuando es malo, siempre es mejor que por la televisión.
Pero me deja un mal sabor de boca ver que he tirado tiempo, ilusión y dinero (por ese órden) en tragarme una basura que, aunque de mala calidad, la mula me la proporciona en las condiciones que se merece.

un abrazo

GDB