Sweet Corner Vol. 19
Nueva mitología
El apelativo de estrellas que reciben algunos de los trabajadores del mundo del cine no es, ni muchísimo menos casual, no sé con exactitud cuándo fue el momento en el que se comenzó a utilizar, pero responde a cierta función social que se me antoja imprescindible a toda sociedad. La similitud de los astros del cine con los celestes llega, en primer lugar, con la lejanía a la que se sitúan, a lo inalcanzables que resultan. Algo así como las divinidades griegas, que situadas en el Olimpo resultan inaccesibles, pero con la particularidad de que son capaces de mezclarse con los seres humanos. Incluso llegan a caer en desgracia y se introducen en la vida íntima de las personas, dando lugar a una segunda generación de seres cuasi-divinos, los héroes o semi-dioses. Esto que llegaba al griego medio por el boca en boca, por la narración, sucede en la actualidad con las actores de Hollywood, que gracias a los medios de comunicación, se meten en nuestras vidas y nos acercan una porción del cielo en el que habitan. De hecho puede suceder lo mismo que con algunos de los dioses clásicos, pueden caer en la infortuna de descender de su Olimpo de Hollywood y acabar mezclándose con la plebe. Resulta patente como la creación de un mundo ad hoc para la vida de estos nuevos mitos ha provocado su distanciamiento con respecto al ciudadano medio, éste los observa desde la lejanía, desde la apatía de sospecharse inferior a estos seres que un día lejano habían sido como él.
La necesidad de este tipo de figuras reside, en mi opinión, en la demanda social de esta clase de elementos. Algo que nos recuerde, a los pobres mortales, que podemos llegar lejos, que podemos tocar a las puertas del cielo y entrar en él. Esta quimera nos provoca, nos ayuda a seguir y nos llena de orgullo. Nos sentimos identificados con estos elementos que tienen el mérito de actuar, no de nada más, sólo de trabajar en el mundo del cine, que no es otro que el de la narración. Culpa de esta mutación la tiene la moderna industria, dispuesta a crear franquicias especializadas en ciertos productos que tocan la fibra anímica de la mayor parte de los espectadores. Estos no pueden hacer otra cosa que caer rendidos ante la evidente muestra de heroicidad por parte de sus referentes, hincamos las rodillas ante la eminencia que se nos presenta en pantalla. Iconos visuales que en un papel hecho a su medida, nos muestran la miseria que a veces supone el día a día. Nunca ha existido una vida como la que muestra el cine comercial, siempre está dotada de elementos románticos que provocan nuestra desazón y nuestro alejamiento de las simples personas que están escenificando un guión.
Esta nueva casta de mitos, pertenecientes al mundo de la farándula, no era tan aceptada en el mundo clásico como en la actualidad. De hecho es un invento moderno, en el mundo clásico el mérito provenía del mundo militar, del honor y de otros valores que enraízan en la condición humana. Actores, poetas e incluso filósofos eran hasta cierto punto despreciados por pertenecer a gremios sospechosos. La contemporaneidad ha hecho de la farsa, del vodebil, su seña de identidad. La ficción es ensalza al máximo escalón, tan y como ha sucedido a lo largo del mundo clásico, cuyas ficciones nutrían el universo mitológico. El problema, si es que lo hay, viene dado del hecho de que la fantasía primitiva alimentaba a elementos desconocidos por su magnificencia. Hoy por hoy, el ensalzamiento se produce en personas de carne y hueso, en comediantes con miserias y éxitos, con amores y odios. Se ha creado una especie de panteón divino en el que no cabe nadie que no cumpla con los cánones establecidos, belleza, alcurnia y trabajar en el lejano Hollywood.
Me pregunto en ocasiones qué es lo que pasara por la cabeza de estos individuos, si serán conscientes de la expectación que levanta cada uno de sus actos o si estarán al tanto de que son manejados por los verdaderos dioses que mueven los hilos del dinero.
Nacho Valdés
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1 comentarios:
Aunque estoy de acuerdo en que esas estrellas son solamente figuradas, ya que se mueven al son de los dueños de Hollywood, sin embargo si me gustaría significar el trabajo puro del actor, que con sus gestos, sus miradas, su actos y desatinos, convierten las historias del papel, en certeros personajes que habitan en el interior de la película.
Son la voz del cine, y eso, amigo, es mucho.
Un abrazo fuerte
Giorgio
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