V.O.S. Metafísica cinematográfica en tono de comedia teatral

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Volvió, otra vez, a las pantallas, y desde el proyector cinematográfico brilló en escena la virtuosa película de Cesc Gay; de nuevo con una estructura narrativa de peso, de las que calientan motores y se va armando poco a poco, para no estallar súbitamente al final, pudiendo entretejerse a lo largo del film, para desenmarañarse después.

Fuera de los registros anteriores, y gozando de un efectismo cinematográfico elevado, Cesc Gay propone un nuevo enlace interno-externo, en las conexiones que entre personas-personajes, se producen a lo largo de la vida.
Con V.O.S. el director catalán, hace uso de un metalenguaje, que lejos de parecer aburrido, anima al creador a preguntarse como espectador, los intríngulis y vericuetos que se alternan en la mente de un autor cuando propicia la creación de una película.

De primeras se nos presentan dos parejas, amigas, unidas entre ellas y para con la otra, ubicada en la siempre enérgica Barcelona, buscando aire en los entornos exteriores, provocando en cada espacio interior, pequeños efectos dramáticos, que tienen por norma, la intromisión en la propia historia que se narra en la película; varios argumentos, conducidos sutilmente, aunque salteados por bruscos cambios, giros que de una manera u otra, nos dirigen la mirada, hacia un horizonte plagado de buenas sensaciones.

Acostumbrados a observar la narración de Cesc Gay en un entorno dramático, carente de subjetividad, presentado por la acción de uno o varios personajes, en continua lucha interior, con V.O.S. la comedia restituye al drama y lo hace de forma fresca, sin remilgos, y aunque tímidamente se inicia en la película, va tomando lentamente un olor a humor sincero; pequeñas gotas de risa repartidas en un cruce inquietante de miradas argumentales, de peripecias interpretativas, que a su vez condicionan por sí mismas la narración fílmica.
Se apela al romanticismo, se ríe con este, de aquél, y permite distancia para llevar a cabo la tarea: concluir la película de la mejor manera posible, al menos para su director.

No conforme con rodar pequeñas historias, Cesc Gay se atreve a dar un giro importante en la narrativa fílmica, salpicada de estilos variopintos, porque he visto el rastro que dejaba Woody Allen, atormentando al personaje director, y de los pasos de éste, se mezclaban algunos pasajes de Pedro Almodóvar, delicadamente, como la propia narración, como la propia historia.
De la adaptación cinematográfica que hace Cesc Gay de la obra teatral y homónima de Carol López, nos quedamos con toda la forma que se suspende a lo largo de toda la estructura, y que hace de ella, su propio discurso fílmico, para llevar a cabo el relato de esta película.

Al menos, durante todo el tiempo que permanece el film en pantalla, las sensaciones que provoca son muy diferentes a como se concibe actualmente gran parte del cine español, y las sensaciones que se desprenden de este.

Me quedo con Cesc Gay, con su manera de mirar y de construir historias.


Giorgio
10/07/2009



Fuente: Youtube

4 comentarios:

Nacho dijo...

El otro día vi un reportaje sobre este film en días de cine, me resultó bastante atractivo y la puse en cola a ver si me animo a verla. Otro de los alicientes es que trascurre en Barcelona, gran ciudad recién descubierta por mí.

Abrazos.

Giorgio dijo...

Bueno, lo de que transcurre en Barcelona es cierto, aunque en parte, ya que utiliza un artificio técnico-estructural, que dota a la película de cierto carácter no contextual, incluso algo intemporal.

Un abrazo tio.

PD: Gran ciudad Barna, grandes barrios.

Nacho dijo...

De esta peli también me resultó interesante el hecho de que se hablase euskera, catalán y castellano con naturalidad. Me pareció un gran idea que no sé como resulta en pantalla.

Abrazos.

Giorgio dijo...

La verdad es que es todo un acierto.
Cesc Gay demuestra con ello, que los idiomas no deben ser impuestos, sino que deben aprenderse y hablarse de manera natural, como ocurre en el film.

Todo un acierto.

Saludos.