HÄXAN (La Bruja); “la mórbida atracción del inframundo”
de Benjamin Christensen.
Es inevitable relacionar el cine del Norte de Europa con la religión, sobre todo tratándose de la industria danesa y sueca de la primera mitad y mediados del siglo pasado, representada por maestros de la talla de Carl Theodor Dreyer e Ingmar Bergman. Usando un enfoque documental, con un talante burlesco y de marcada tendencia positivista, Benjamin Christensen -cuya relación con las ciencias ocultas abarcaba mucho más allá del celuloide- recrea la historia de la superstición y la brujería desde los remotos tiempos del Imperio Persa hasta principios del siglo XX. Eso sí, adaptando el perfil de “la bruja”, a la tesitura histórica que le tocó vivir.
La frivolidad y suficiencia con que trata civilizaciones y culturas antiguas es tal vez su aspecto más negativo. Siendo las estadísticas sobre la caza de brujas a menudo tan volubles –en la película se habla de ocho millones de ejecuciones entre los siglos XIV y XVII, cifra que según fuentes más actuales “tan sólo” rondaría los sesenta mil- dar por sentado, en función de ciertos vestigios y documentos, que hasta el período de la ilustración el ser humano era salvaje, analfabeto y enfermizamente supersticioso, cuanto menos resulta arrogante y simplista. Por el contrario, haciendo gala de una extraña ambigüedad, Benjamin Christensen en el tramo final de este trabajo, otorga cierto poso paranormal a las prácticas de brujería.
Magnífica en la simulación histórica y en la fotografía, “Häxan”, pese a su aspecto marcadamente escénico, continúa siendo más fidedigna en cuanto a las épocas retratadas que buena parte de las realizaciones actuales sobre el hábitat medieval.
Clasificable como una reliquia del cine gótico, muchos de sus fotogramas expuestos en papel tendrían un estimable valor artístico. Ejerciendo un uso exquisito de la técnica disponible para su tiempo, Benjamin Christensen juega con las exposiciones múltiples, para intentar representar las esferas mágicas de la brujería, las ensoñaciones de las hechiceras en trance sexual y místico, en sus orgiásticos y grotescos encuentros con el maligno. Las secuencias de los aquelarres son dignas de ser visionadas varias veces, explícitas en cuanto a la carne y contundentes en su significado. Con una recreación del inframundo por momentos digna de El Bosco, provocadora y obscena, “Häxan” ha trascendido como un referente del cine escandinavo.
Brillante en su reflexión sobre las derroteros actuales de la brujería, Benjamin Christensen culmina una obra digna de museo, pieza angular del cine esotérico en Europa, situando a las producciones danesas entre las más destacables de su tiempo.
Melmoth
28/12/2009