TIRO EN LA CABEZA: Ejercicio narrativo, contundencia visual

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Jaime Rosales, durante el rodaje de Tiro en la cabeza

Poco a poco, cuando el día lentamente iba despertando, Manuela nacía hace veintinueve años; Manuela es mi novia, mi compañera, pero sobre todo, un ejemplo. Más tarde, tristemente ETA asesinaba a un policía nacional, y me vino a la mente la cantidad de palabras que verterían a lo largo del día, vacías de contenidos, los analistas políticos, aquellos que buscan en su discurso, un sostenido intento de convencernos de lo que no se puede evitar, al menos por el momento.
La mañana de hoy es un claro ejemplo; lástima.

Sin embargo, creo profundamente en la habilidad y el talento de los artistas, de los autores, que despiertan nuestro interés con trabajos puros, conformados en pequeñas manifestaciones artísticas muy variopintas; faltaría más que todo se redujera al análisis "serio" de las putas mesas redondas, que desgracia, que desbarajuste social, que vergüenza.
Jaime Rosales es uno de estos autores (artistas), intérpretes del pulso social, de lo que palpita en nuestra gente, que proyecta con sus películas la insatisfacción manifiesta en el ambiente, o perturba las conciencias para indagar en todo lo que ocurre.

Con Tiro en la cabeza, Rosales desentraña de los tabúes políticos la ambivalente vida de varios personajes, terroristas, accediendo al contenido de aquélla, de lejos, mirando a través de sus ventanas, en los parques donde juegan sus hijos o en el mercado del que obtienen la comida con la que se alimentan; de todo ello, se me ocurren muchas conclusiones, pero una quizá es la que más concurre en mi cabeza: están entre nosotros, son personas que viven dentro de nuestro ambiente, y da miedo. Se sabe que están, pero no cómo.

Es sobre todo durante la proyección del film, donde la ausencia de diálogos en primeros planos sonoros, eleva aún más la sensación de terror, de recelo, por la naturalidad de lo que se muestra, vidas comunes, en ciudades comunes, en edificios corrientes, libres de sospecha, como la de cualquier vecino.
Rosales no engaña, cuenta cómo se ve, qué hace un terrorista antes de perpetrar un atentado, un asesinato; nada de capuchas, ni de entrenamientos militares con subfusiles de asalto en los bosques de Euskadi.
Se busca la proximidad desde la lejanía, rodando desde lejos, observando lo que transmite esa situación, buscando sensaciones que nos transporten al siguiente plano, a la siguiente secuencia.
Desde el principio conoces el final, conoces que la película narra los hecho acaecidos en la frontera vasco-francesa, cerca de Hendaya, donde dos guardia civiles de paisano, fueron tiroteados por dos pistoleros; ¡Txakurra!, un, dos, tres... después silencio.
El motor de un coche, y vuelta a empezar. Ya lo sabías, no hay nada nuevo, nada que no sepamos, la vida de un hombre es terriblemente débil, ligera, muy frágil.
Ya el propio título, despierta plenamente tu conciencia, es la acción, es la consecuencia, y eso está ahí; no es el tiro, no es un tiro, es Tiro en la cabeza, como algo bruto y criminal, desesperante.

Lo que comporta la estructura del film, es una funesta ansiedad por evitar el desenlace conocido; por creer, que detrás de esas vidas que has estado percibiendo durante sesenta minutos, no se esconden los asesinos del final. En ese sentido, la película es letal; sumemos que el diálogo no existe, que sólo se habla al final, para alentarse el tirador, para morir la víctima. La única muestra de la palabra humana, refleja la levedad de la retórica, en virtud de la mentira, en lo que se ha convertido nuestro lenguaje,

Pero entonces se puede contar libremente lo que nos atemoriza, lo que constituye un gérmen entre nuestra gente, la temida "lacra", que oigo repetidas veces de bocas diferentes, con banderas y siglas políticas distintas, aunque no sé significa para todos lo mismo.
Este tipo de películas, no calan en el público, porque enseñan demasiado, porque nos obligan a pensar un poco en como resolver los problemas de verdad; al mostrar tanto, al acercarte en demasía al fuego, terminas hecho ceniza, hecho polvo, roto por dentro.
Sin embargo, mostrar de la manera más objetiva la realidad, conduce a conclusiones, que a veces son poco gratas.


Giorgio
19/06/2009



Fuente: Youtube

2 comentarios:

Nacho dijo...

Ya sabes que el fenómeno ETA me interesa muchísimo, espero con esta película tener un punto de vista más objetivo y menos artificial al que nos tienen acostumbrados algunos cineastas.

Gracias por la recomendación, y muy buen artículo, unes con maestría actualidad política con cine.

Abrazos.

Giorgio dijo...

Te muestras excesivamente complaciente conmigo. Aprecio el cariño.
La verdad es que la película denota un carácter reflexivo como no he visto en mucho tiempo.

Aunque ofrece ciertas dificultades en el seguimiento de la narración, por la ausencia de diálogos, a cambio te proporciona una pausa para la continua recapacitación.

Abrazos.

PD: En breve, creo y espero, adjuntar un nuevo colaborador. Será sorprendente.

Ciao.