El Mirador Del Este Vol. 4
TRES COLORES, AZUL; EXTRAÑA Y REAL COMO LA VIDA MISMA
De Krzystof Kieslowski
Por lo común, la vida ordinaria aparenta ser mucho más inconexa que el cine o la literatura, donde tácitamente a una causa, puede o no que lógica, sucede un efecto, casi siempre previsible. Tal vez por eso el cine tenga ese poder hechizador sobre las masas, porque en la gran pantalla el absurdo rara vez tiene cabida, sobre todo si nos referimos al cine convencional. Uno más uno son dos y el espectador sale satisfecho porque ha encontrado en una historia ficticia, una suma sencilla y redonda, algo que en su vida privada casi nunca logra. Quien pretenda repetir esto en “Azul”, mejor que se abstenga y busque otro medio de evasión o de consuelo. El film de Krzystof Kieslowski desparrama toda las piezas del puzzle y a partir de aquí hay que encontrar el leitmotiv que las vuelva a unir en el mismo todo, una misión tan real como la vida misma. Porque ésta rara vez tienen sentido a pequeña escala, y es el tiempo y la perspectiva quien nos hace comprobar que hay matemáticas más sólidas y perfectas que terminan colocando las cosas en su sitio.
La trilogía del director polaco afincado en Francia pretende servir como homenaje a la bandera francesa. Los tres colores del emblema nacional diseñado por Louis David, -siempre según el misterioso maestro masón Fulcanelli- representan a Dios, Cristo y la Virgen María. Es el color azul quien corresponde a esta última. Desconozco la intenciones simbólicas del director, pero resulta llamativo que en una obra tan reivindicativa del sexo femenino, siendo el protagonista de tal condición, se hubiese escogido precisamente este color para dar lugar al título.
La película de Kieslowski presenta curiosas y desasosegadas relaciones. La fémina interpretada por Juliette Binoche, cuya brillante interpretación merecería un artículo aparte, cae en barrena tras la pérdida de su hija y su marido. Pese a ello sale a la luz un carácter fuerte y decidido, no exento de temores. Metafóricamente encontramos aquí una heroína en toda regla, con todos los valores dignos del humanismo más académico. Con el arte, en su forma musical, como telón de fondo y como único medio de encontrar sentido y evadirse de las circunstancias, los personajes hartos de caer y levantarse, toman la sabia decisión de flotar. Finalmente, la situación de poder y dependencia entre éstos se invierte, pero se logra el mismo fin. Krzystof Kieslowsky debía pensar que el dolor compartido es menos dolor. Respetable.
Con un estilo marcadamente personal, una fotografía sin concesiones vitalistas –precisamente el azul no es un color cálido- y por lo tanto perfectamente adecuada al guión, la filmación del director polaco por momentos roza la genialidad, pero no la logra precisamente por intentar provocarla. Excesivamente artificioso en algunas facetas de la dirección, a mi modo de ver sobrecargada de música en momentos puntuales, el intento de encontrar poesía en el minimalismo, sólo logra un placer estético y anecdótico pero no ayuda a dotar a la obra del carácter panteísta y universal que termina pretendiendo. Por otro lado es de agradecer que nunca se caiga en el “coma narrativo”, algo desquiciante e inherente muchas veces al llamado “cine de autor”. Tal vez esto ayudase al éxito que tuvo en taquilla.
Pese a sus pequeños y subjetivos defectos, o mejor dicho “no logros”, no cabe la menor duda de que estamos ante una obra notable y personalísima, que prestigia el arte cinematográfico y lo distancia meridianamente de un mero producto de consumo.
Melmoth
19/09/2009
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2 comentarios:
¡Que gran artículo! Me pregunto si será el mejor que has escrito en el blog.
Sobre la película, estoy de acuerdo con el exceso y recargado uso de la música, aunque en ciertos momento esconde un subtexto que merece destacarse; al menos es esforzado la utilización del mismo.
K. Kieslowski es el cineasta polaco más relevante de los años noventa, a la sombra de R.Polasnki.
Felicidades por el artículo.
Giorgio
Coincido con Giorgo, esto cada vez toma más cuerpo. ¡Enhorabuena!
En cuanto al film, no lo he visto pero me has abierto con tu planteamiento el apetito de buen cine. La falta de causalidad en los guiones, cuando es de calidad, resulta un acierto.
Seguiré comentando poco a poco vuestros excelentes artículos.
Abrazos.
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