Sweet Corner Vol. 26

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Pedagogía

Es la pedagogía una ciencia, si se puede llamar así, errante y universal. Es decir, el hecho de la enseñanza, desde los más nimios hasta los más intrincados hechos, es algo connatural a toda cultura. De hecho, ésta es la clave de la endoculturación. Sin esta disciplina ni tan siquiera sería posible, la sociedad se extinguiría si no se trasmiten los conocimientos acumulados. Toda organización social necesita de una persona o grupo que sea capaz de trasladar la sabiduría básica hasta la siguiente generación. Se convierte así en un lugar, el de la enseñanza, en el que confluyen grupos humanos de distintas épocas. Aquí es donde se produce la problemática, cómo lograr que se muestre interés por lo vertido durante la actividad pedagógica.
La lectura, como paso obligado para la formación de la persona, continúa teniendo un lugar preeminente para el cultivo del espíritu. La cuestión a la que llevo dando vueltas es a la mínima pasión que produce esta actividad entre mis pupilos aunque, huelga decir que está entre mis obligaciones la de dotar de interés a la literatura. Normalmente, el alumnado se divide entre los que tienen hábito de lectura, los que bajo recompensa se acercan a un libro y acaban disfrutando y los que, bajo ningún concepto aceptan la lectura como hábito positivo, como disfrute o como aprendizaje. Esto provoca que la persona socave gradualmente su nivel cultural con respecto a su generación, relegándose a un segundo plano por su propio píe. Considero, que además de otros rudimentos, el hábito de lectura se convierte en una distinción que logra ciudadanos cultos, responsables y abiertos a las opiniones de los demás. El lado contrario es el de la ignorancia, el oscurantismo y el sectarismo que se nutre de la falta de mundo, en este caso de mundo literario en todas sus vertientes.
El tema viene dado de la siguiente manera: desde mi punto de vista, se ha perdido la lectura como referente educativo. Sin ir más lejos, por mi experiencia, puedo afirmar que son pocos los profesores capaces de expresarse por escrito de manera correcta o de llevar a cabo una lectura mínimamente compleja. Con este ejemplo difícilmente el alumno tomará partido por un libro, se quedará apegado a las formas de transmisión de conocimiento de su época. Porque, aunque parezca mentira, los medios expresivos, se han multiplicado en los últimos años hasta llegar al infinito. El adolescente de hoy en día cuenta con una ventaja con respecto al profesor semianalfabeto que se encuentra entre dos mundos (el digital y el analógico), tiene de su parte el poder de la imagen. Una persona nacida después del año noventa, prácticamente de manera innata, es capaz de desentrañar el mundo digital de la imagen sin mayores problemas. Y lo que es más interesante, es capaz de posar su atención y de retener una gran cantidad de imágenes (que no es otra cosa que información) de entre la gran profusión que nos bombardea desde que nos levantamos.
Mi reflexión, por tanto, lleva el siguiente camino: ¿debemos contentarnos con el fracaso educativo para con aquellos que desdeñan la literatura, o por el contrario, estamos obligados a buscar nuevas formas de trasmisión de conocimientos? La respuesta, para cualquier persona con un mínimo de sentido común (algo difícil de encontrar en el ámbito didáctico), está clara. Es necesario el reciclaje en el mundo digital, el lograr unir el pasado y el presente con el nexo común de la imagen. Como ya he dicho en muchas ocasiones, es la imagen uno de los universales de los seres humanos, desde las pinturas rupestres, hasta Internet. Considero el mundo audiovisual como una herramienta imprescindible para el mundo contemporáneo, para conseguir sembrar en nuestros educandos la cultura necesaria para conseguir abrir sus mentes. Después cada uno que haga lo que quiera, eso sí, siempre desde el carácter crítico y reflexivo que el conocimiento otorga.
No quiero con esto dejar de lado la literatura como medio principal de ilustración, puesto que tendría que expresarme de otra manera, lo que considero es que hay que hacer sitio al mundo de la imagen para poder estar, como diría Ortega y Gasset, a la altura de los tiempos.

Nacho Valdés

2 comentarios:

Giorgio dijo...

Querido profesor: es evidente que el tema que usted trata sucumbe al peso de su propia evidencia.
No sólo han (hemos) de usar las nuevas tecnologías como nuevos medios educativos, sino como un fin en sí mismo.
Dadas las barbaridades políticas que atañen estos días, y las constantes prioridades absurdas que rigen nuestra sociedad, el fracaso escolar tiende a instalarse entre nosotros como parte de nuestra propia idiosincrasia.

Y por supuesto que debemos mejorar nuestros hábitos de conducta, nuestras habilidades profesionales.
Quizás, mi opinión, la de vuesa merced, no es compartida por el grueso del profesorado.
Al fin y al cabo, poco tienen que hacer cuando consiguen la plaza.
No le rinden cuentas a nadie.

Un abrazo fuerte. Y que siga la lucha.

Giorgio

PD: tres días para el fin del milenio.

Anónimo dijo...

Creo que el punto fuerte de la lectura es que desarrolla la capacidad de abstracción mucho más que la imagen, que más bien sirve de invocación. Será una tarea ardua, pero algo habrá que hacer para canalizar los puntos fuertes de las generaciones venideras, porque si no se van a quedar mediocojas y desubicadas. La imagen es más intuitiva y es más fácil de digerir.

Un abrazo.


Paco.