El Mirador Del Este Vol. 5

|



MACBETH; del teatro al cine sin pagar peaje
De Roman Polanski

No sorprende el recelo que las composiciones de los grandes dramaturgos produce en el gran público a la hora de ser adaptadas al cine. Las diferencias entre una representación escénica y una proyección ,a priori resultan, si no insalvables, por lo menos notorias. El anquilosamiento y la sobreactuación del teatro rara vez obtiene resultados positivos en la sala de butacas. Tal vez el mayor mérito de Roman Polanski en Macbeth sea éste, haber logrado tanto en la faceta técnica como en la dirección de actores, el punto de equilibrio adecuado para que el verbo inmortal del escritor inglés, quede más que dignamente representado en un ámbito distinto para el que fue creado.

Fiel al drama original, ciento cuarenta minutos de metraje dan para ello, la filmación del director polaco nacido en París es resuelta con solidez y categoría. Plagada de pequeños detalles que enriquecen constantemente la narración, la esmerada elaboración del matiz ayuda a que una película tan dilatada nunca llegue a perder interés. Otro de los puntos de fuerza se sostiene en la fotografía de exteriores. El dramatismo de los paisajes y la recia climatología en que se desarrolla la historia, otorgan al relato una marcada intensidad. Filmada en buena parte en situaciones críticas de luz, la sensación de frío y humedad termina calando en el espectador. Tampoco debemos obviar el efecto poético de las fortalezas sobre los riscos, las cortinas de lluvia, las brumas y los claroscuros.

Con una interpretación atemperada entre lo teatral y lo cinematográfico, las figuras de Macbeth y su esposa se precipitan sobre los vórtices de la locura y el remordimiento. El gran mérito de Shakespeare fue tratar sobre los grandes temas de la condición humana, ése es el carácter universal que lo ha consagrado. Quizá por esto, quién mejor que una personalidad tan turbia y compleja como la de Roman Polanski para adaptar una de sus grandes tragedias. Quizá el director polaco sepa más de dramas personales que el propio Macbeth.

Concluyendo, estamos ante una película equilibrada y con carácter, no carente de sutileza y magnetismo, ajena a los tópicos hollywoodienses sobre el mundo medieval –ejemplo la lucha final, torpe, enrabietada y primitiva, impropia de “héroes” y galanes-. Polanski, es capaz puntualmente de combinar con éxito un texto de cuatro siglos de antigüedad, con el vanguardismo psicodélico de finales de los sesenta, sin que el resultado final se resienta sólo más que positivamente. Macbeth, sin ser superior en ningún aspecto, es brillante en todos. Un ejemplo de cómo trasladar a la gran pantalla textos clásicos sin perder un ápice de su intención, y conjugarlos con las ventajas estéticas y artísticas que aporta el cine.


Melmoth
25/09/2009

2 comentarios:

Giorgio dijo...

Bueno, mi opinión está claramente subyugada por mi admiración hacia el pequeño gran director polaco.
No veo fracasos flagrantes en su filmografía, a pesar del reguero de suciedad en la que estuvo, está (¿y estará?) su vida.
De Macbeth, estoy de acuerdo con Melmoth, porque la adaptación es incluso superior en ciertos momentos, a la obra de teatro. También ocurrió con El Pianista.

No se puede esperar menos de un grande.

¡Larga vida al polaco!

Nacho dijo...

Tengo una sola pega contra este film (el resultado final como todo lo que toca el Polaco me pareció sobresaliente): los efectos especiales resultaron una rémora durante todo el metraje. A pesar de ser un aspecto que puede considerarse menor, creo que haciendo ese trabajo de otra forma no hubiesen llamado mi atención en un sentido negativo.

Destaco también la narración circular que, a pesar de estar basada en un texto clásico, suele ser recurrente en Polanski. Para muestra el Quimérico inquilino, film que me apasiona y desasosiega a partes iguales.

Buen texto. Enhorabuena.

Abrazos y gracias por tu ayuda en el bodorrio, espero que disfrutases de la cena, las copas y la compañía.