Sweet Corner Vol. 36

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Juventud

Momento convulso y de cambios en cualquier biografía que se precie, es la época adolescente durante la que nuestra cara se llena de granos, las chicas adquieren su forma y, en general, nos salen pelos en lugares en los que nunca sospecharíamos que los tendríamos. Todos sin excepción hemos pasado por este trance, por esta broma vital en la que todo se magnifica, exagera y distorsiona. Suele ser el lugar ideal para los primeros amores, los primeros enfrentamientos con la autoridad (en la mayoría de los casos la paterna) y, en definitiva, los instantes inaugurales para aspectos humanos que con posterioridad dejarán de tener la importancia que en ese momento les atribuíamos.
El otro día me sorprendí a mí mismo visionando las claves de este fenómeno del que en mi trabajo soy testigo; sí, soy profesor y trato con estas bombas sensibles a cualquier movimiento como son los adolescentes. He sido espectador de peleas, mentiras, amor, sexo, embarazos no deseados, drogas, amistad, compañerismo, rivalidad y demás aspectos de la personalidad concentrados en los deformes cuerpos de estos jóvenes cambiantes y volátiles. Resulta que a mí me quedaba un poco lejos, pensaba que mi rebeldía juvenil estaba cargada de contenido, que no fui como son ahora. Nada más lejos de la realidad. Mi mirada localista y alejada de lo que son las cosas me hacía, siempre desde la mesura, criticar o alterarme con los comportamientos de los pupilos con los que trato habitualmente. Pero se me ha manifestado como algo habitual, tan antiguo como el ser humano es el hecho de los que ya vamos entrando en cierta edad no seamos capaces de entender algunos de los aspectos de las nuevas generaciones, y viceversa, las más recientes hornadas levantan un muro contra sus mayores que muchas veces es infranqueable. Lo que es algo patente, e incluso en muchos casos evidente, estaba pasando por delante de mis narices sin que yo reparase en ello. Tuvo que ser el cine el que ampliase mis miras y el que ejemplificase en cien minutos de metraje algunas de las claves que me han permitido entenderme mejor a mí mismo y a los seres humanos en construcción que me rodean.
Rebelde sin causa, es uno de los mejores ejemplos antropológicos sobre adolescentes de los que he sido testigo. Este film de mediados de los años cincuenta, con un James Dean en el papel de joven insurrecto, me había pasado desapercibido. Resultó ser revelador y totalmente actual, supongo que estos son algunos de los motivos, además de la trágica muerte de su protagonista, por el que se convirtió en un clásico. Se relatan los enfrentamientos y desidia entre los jóvenes de un pueblo americano que no tienen otra cosa mejor que hacer que imponer su voluntad a los demás y jugarse la vida mientras ponen en jaque el imperio de la ley, tanto pública como privada. Lo que despertó esta reflexión fue sobre todo el hecho, que comparto en mi lugar de trabajo, de que estos muchachos desmotivados perteneciesen a la clase media-alta que les proporcionaba todas posibilidades para desarrollar sus potencialidades. Unos padres amantísimos, posesiones materiales y atenciones de todo tipo sólo provocaban el efecto contrario al que se buscaba. Esos chicos no querían ese tipo de intromisiones en su vida, únicamente deseaban ser los dueños de una existencia que todavía estaba por forjar. Toda recomendación, dirección o ayuda era rechaza tajantemente por venir de alguien al que no entendían y con el que se había abierto un abismo de incomunicación.
El caso es que este clásico, dentro de la candidez de su propuesta y de lo políticamente correcto de muchos de sus aspectos, me trasladó a aquellos días en los que yo era tremendamente rebelde y me enfrentaba sistemáticamente, de forma cobarde y esquiva por supuesto, a todo lo que tuviese el sello de mandato, autoridad o paternalismo. Me descubrí ridículo, lejano y muy diferente a como soy ahora. Procuro no ser un conformista, pero si quisiese levantarme contra algo lo haría con conocimiento de causa. En definitiva, creo que la película del otro día me ha ayudado a comprender mejor mi pasado y mi presente. Esto debe ser lo que llaman la magia del cine.

Nacho Valdés

5 comentarios:

Nacho dijo...

Hola amigos.

Únicamente quería comentar que con éste tenemos ya un centenar de escritos colgados en nuestro humilde blog. No es nada del otro mundo pero creo que con nuestro esfuerzo esto cada día está creciendo más.

Enhorabuena y abrazos desde Levante.

Anónimo dijo...

A ver si llegamos a los mil con el nivel de calidad que demuestras en este artículo. Lo que comentas acerca de clarificar ideas me ha ocurrido pero más con la literatura. La fuerza de cualquier creación radica en trascender al tiempo y mantenerse vigente.De jóvenes no entendíamos a los mayores y ahora nos cuesta entender a los adolescentes. Así es la vida. Felicidades a todos por el centenario.

(qué mal rollo, llevo 13 artículos)

Melmoth.

laura dijo...

Hola cariño, el artículo me ha encantado, creo que yo no habría podido expresarlo mejor!El otro día cuando vimos la peli por casualidad me empecé a dar cuenta de que los problemas de los adolescentes siempre han sido los mismos y que con independencia de la época se sigue repitiendo el mismo patrón, aunque me alivió verlo desde el otro lado!
Un besazo.
Laura.

Sergio dijo...

El gran problema que tiene esa peli es que Loquillo jamás piensa que el tupé ha pasado de moda.

Gran artículo centenar......

Giorgio dijo...

Que no te quepa la menor duda. Resulta gratificante la fuerza didáctica que tienen los medios expresivos y audiovisuales.
Ejemplos, varios: La clase, Fish Tank, o Moon.
Los cineastas trabajan para profundizar en las conciencias de las personas. ¡Qué entusiasmo transmiten!

Respecto a los de los 100 artículos, tan sólo expresar mi asombro, y mi alegría por otra parte.

Enhorabuena a todos,

Besos