Sweet Corner Vol. 34

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La familia

He caído en la cuenta, no sé si por mi alta consideración personal, por mi repulsión congénita hacia ciertas personas o simplemente por que soy un poco imbécil, de que el mundo que me rodea no está a la altura de lo que pasa por mi cabeza. Me da la sensación de que es la mediocridad lo que más abunda y no puedo, por más que me esfuerzo, ponerme una venda de ignorancia que me permita, como al ganado, seguir adelante sin asustarme de lo que me rodea. Sí, es atemorizante el grado de incultura, de falta de escrúpulos y de medianía que hay en todos los lugares y en todos los momentos. Quizás sea yo, a ojos de estos que critico, otro más de los cadáveres animados que pueblan la sociedad actual. ¿Quién sabe? Puede que la gente cuando me mire por la calle considere que soy un gilipollas, un engreído que no sabe cual es su lugar, que está desubicado en el mundo y no sabe hacia dónde se dirige. Puede que tengan parte de razón, puede que sea yo el inadaptado, pero es que pocas cosas de las que se me ofrecen me parecen motivadoras o dignas de tener en consideración. Sí, sigo la corriente, no soy ningún outsider, nadie destacado en ningún ámbito, aunque tengo algunas nociones claras y no estoy de acuerdo, en la mayoría de los casos, con lo que me envuelve.
Ejemplos hay a millares, habitualmente me relaciono con un gran número de personas, pero son pocas de las que se puede extraer algo valioso, la mayoría de conversaciones diarias son rutinarias, convencionales y vacías de contenido.
En el trabajo, independientemente de la función que haya desempeñado, siempre me he encontrado con gente ambiciosa, sibilina y peligrosa que por una migaja sería capaz de asesinar o arrastrarse por los suelos. Otro ejemplo laboral es el de ciertas compañeras que ascienden a golpe de cadera desde el balcón de un escote, ¿no tienen otras virtudes? Para colmo estos padrinazgos son los que crean el poder, es así como se definen las posiciones y si no estás al tanto te pisan el cuello por las sobras de la mesa de los superiores. A mi me gusta quedarme al margen, ver como la gente se despelleja por una miseria que se les antoja la panacea, pero es que lo que tiene cojones es que en ocasiones estas luchas intestinas te salpican y debes bajar a la arena para dejar claro quien eres y a qué te dedicas.
Parece esto último una constante y más en ciertos ámbitos, da la impresión de que el trabajo bien hecho, el talento y demás cualidades si no van acompañadas de un padrino no sirven para nada. Vale más con quién te acompañes que lo que puedas dar de ti mismo, pocos se fijan en el verdadero valor de los sujetos, tiene más peso el tipo que te lleva de la mano y te presenta en sociedad. El mundo audiovisual, excesivamente politizado y estructurado como negocio no podía ser una excepción. De hecho, creo intuir que es más patente en estos ambientes la corrupción moral que nos atenaza como sociedad. Sé de buena tinta que gente con genio, con capacidad creadora desbordante y conocedores del medio desde sus entrañas se quedan de lado por el hecho de no tener un buen par de tetas o un amiguito que les lleve de despacho en despacho publicitando sus virtudes. Una lástima.
Parece que uno de los que habían formado parte del elitista grupo de los niños mimados del cine ha caído en desgracia. A pesar de sus recientes éxitos, de su talento demostrado y de sus influyentes relaciones no ha podido evitar el alargado brazo de la justicia americana. ¿Qué tendrá que ver el talento con el delito? Pues mucho, creo que la capacidad creadora de Roman Polanski, su popularidad y su fama de maldito es lo que ha motivado que más de treinta años después de su falta haya sido castigado. Da la impresión de que su detención es más ejemplarizante que ejemplar, que es una pura cuestión de marketing, más que una actuación de oficio. Este es el mundo que nos rodea, un lugar en el que la politización y economización de todos los ámbitos llega a provocar que tres décadas después un septuagenario tenga que estar encerrado sin saber a qué legislación atenerse; además de servir de foco de las iras de los mediocres pseudointelectuales, asociaciones demagógicas y colectivos de personas aburridas que no tienen otra cosa que hacer que demonizar a un genio cuyos padrinos le han dado la espalda. No sé cómo terminará esta historia, pero da la sensación de que el polaco va a pasarse una temporadita a la sombra para servir de ejemplo, una vergüenza.

Nacho Valdés

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sensacional artículo, además con varios puntos de interés . Nada que hacer contra la vieja historia del hombre. Los griegos inventaron el término oligarquía para definir la degradación de la aristocracia.
Se pasó del gobierno de los mejores al gobierno de los hijos de...del amiguito de tal, de la puta que cual...etc. Tu escrito rezuma furia y clarividencia. Felicidades.

Un abrazo.

Paco.

Manuela dijo...

Pero que has desayunado tu hoy!!! Te noto un pelín irritado...Ya me contarás a que se debe tu cabreo, por que no creo que sea por Polanski...

Muchos besos

Giorgio dijo...

Un fétido olor se desprende de tu escrito. Imagino que las circunstancias adversas pululan hoy por encima de nuestras cabezas.
Desde luego que el porcentaje de gilipollas distribuido por las calles, cada vez es más alto.

Advierto, que posiblemente formemos parte de esta red insulsa y desdichada, que muchos describen como estado del bienestar.

En mi opinión, el artículo atiende a un carácter mordaz y violento, que se hace imprescindible para mantener el juicio sano.

Enhorabuena.