MAN ON WIRE: La vida al borde de un alambre

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Lo que demuestra a veces el ser humano, es la capacidad de conseguir lo que uno quiere, simplemente por el hecho de querer conseguirlo. Cuando algo llama poderosamente a tu puerta, no importa lo que necesites, lo que tengas que sacrificar, de quienes tengas que rodearte, para intentar alcanzar, albergar en ti mismo, el rotundo éxito que supone lograrlo.

MAN ON WIRE expone con claridad la difícil tarea de buscar aquello que tanto deseas llegar a poseer, para tocarlo, para disfrutarlo, para vivir al borde del sueño que tratas de lograr.
Con una estructura en flasback, la película describe la particular hazaña, que el funambulista Philippe Petit realizó el siete de agosto de 1974, sobre el que era la cúspide del mundo, el cielo que desde el techo del World Trade Center, atravesó con un alambre de torre norte, a torre sur, de torre sur a torre norte, hasta ocho veces; de manera continua, cuarenta y cinco minutos de un ir y venir, como levitando, tal vez por momentos volando, caminando sobre apenas unos centímetros de superficie. Es paradójico pensar que absolutamente nadie podrá ver lo que el funambulista vio. En el medio de esos dos colosos, que derrumbados, vencidos, se precipitaron al suelo en una nube de polvo, humo, y muerte.

Treinta años después, los protagonistas cuentan sus vivencias, con la perspectiva que da el tiempo, las experiencias, y el miedo; miedo a perderlo todo, miedo a buscarse, a mirar atrás, y no reconorcese hoy.
El documental describe mucho más que eso, más que los preparativos, más que los otros edificios por donde voló P.Petit, como Notre Damme o el puente del puerto de Sidney; MAN ON WIRE destaca por el tesón feroz que desprende el protagonista, por la inteligencia de sus actos, por la forma de afrontar la vida, su particular vida, que lleva de manera frágil, fútil, como por un alambre.
Todas las personas con las que trabaja, no viven igual, no despiertan por la vida tanto interés como el "alambrista", no tienen ese talento, ese don especial que le hace ver algo que nadie más puede mirar; no se puede observar, contemplar con los ojos de P.Petit, nadie puede pintar como Rembrandt, ni escribir como García Márquez, ni siquiera se ha de intentar, porque te separa de ellos algo que no se puede aprender: su talento.
Es por ello que sus amigos, los partícipes de su empresa, los que permiten desarrollar su talento, desean estar cerca de la persona que divisa el mundo desde un alambre; que espera en el borde la vida, para vivirla, para caminar por sus extremos y disfrutar haciéndolo.
No se puede querer ser alguien que no eres, porque no puedes desarrollarte, es quizás que por ello P.Petit da una lección de sentido común, pese a que desfila a más de cien pisos de altura, sobre un cable de sesenta metros, equipado tan sólo, con su talento.

La determinación del ser humano es un valor, es un producto del que tenemos que hacer uso más a menudo, sobre todo porque es nuestro; sobre todo porque todas y cada una de las personas que conformamos el mundo tienen talento para ser quienes son: lo importante es encontrarte y sabe quien eres.
MAN ON WIRE desfila ante nosotros de manera sencilla, apresándonos en cada plano, y otorgando mucho peso en lo que describen, tan sólo con lo que muestran. Que difícil y excitante es poder disfrutar de la vida sobre el borde de un alambre; al menos deberíamos gozar de ella, desde el márgen de nuestro alambre.

Giorgio
13/03/2009



Fuente: Youtube

1 comentarios:

Nacho dijo...

Suena muy interesante la recomendación de esta semana. Estas pequeñas-grandes historias suelen apasionarme.

Nos vemos este finde.

Abrazos.